lunes, 9 de diciembre de 2013

¡Aférrate a tus sueños!


Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Génesis 37.1-11
Al poco tiempo José tuvo otro sueño y de nuevo se lo contó a sus hermanos.—Escuchen, tuve otro sueño —les dijo—. ¡El sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante mí! Génesis 37:9 (NTV).
Les confieso que he sido un soñador desde niño – no me estoy refiriedo al sueño en el aspecto onírico, sino a la visión de ponerse metas y alcanzarlas en la vida-. Aunque veía salir a mi padre y hermano mayor a hacer las labores del campo, todos los días; nunca me vi allí. Algunos de nuestros familiares vivían en la gran ciudad de Caracas, y yo me veía caminando por aquellas calles de la capital con mis zapatos y todo. Así fue.
En efecto, mis doce años los cumplí en Caracas, para entonces, tenía dos años y medio viviendo en la gran ciudad venezolana, y como ya lo he dicho, yo había nacido en una montaña y me había criado en un pequeño pueblo del interior del país, incluso,  mi corazón de niño campesino se llenaba de asombro por los descubrimientos que poco a poco iba haciendo, entre ellos, la televisión. ¡Dios había cumplido la primera etapa de mis sueños de niño, ahora tenía que seguir soñando y seguir aferrado a mis sueños de estudiar y salir adelante! Todavía cuando cuento esta historia me pregunto ¿cómo logre mantener vivo aquelos sueños de superación personal? Lo ilustraré por medio de un amigo de mi infancia en aquel barrio El Retirio en San José del Avila, al noroeste de la ciudad, a finales del gobierno de Marcos Pérez Jiménez.
Un día llegó a nuestra casa, “Jimmy”, como regalo a una primita en su primer cumpleaños. Era un perrito raza “cacri” (callejero con criollo); se ganó rápidamente el corazón de todos en casa, y particularmente se convirtió en “mi mejor amigo”. Era inteligente y un poco cómico, en las navidades de ese año los vecinos se divirtieron de lo lindo con “Jimmy”, porque lanzaban al aire los fuegos artificiales de la época, y él saltaba en un vano intento por atraparlos. Jimmy era pequeño, de color blanco con una raya marrón que le nacía en el lomo y dividía su carita en dos, sus orejas eran grandes y al moverlas y por sus ladridos, yo sabía lo que quería.
Muchas cosas acontecieron desde que “Jimmy” llegó a mi vida, pero una de los hechos -que mis hijos, cuando eran pequeños, me pedían que les relatara con frecuencia- ocurrió el día en que me defendió y expuso su vida por mí. Pasó así: Tal y como acostumbrábamos diariamente fuimos a hacer las compras, él siempre iba delante y yo lo seguía sin perderlo de vista, él siempre llegaba primero a la tienda, y algunas veces, el carnicero le tenía un huesito. De retorno a casa cambiábamos de lugar, yo iba delante y el detrás entretenido con su hueso, que sólo soltaba para ladrar a los otros perros que respondían desde sus casas el saludo. De repente, en una esquina, un señor italiano recién llegado al barrio, apareció en escena, venía con su perro gigante y mal encarado que de inmediato se abalanzó sobre mí; el hombre le gritaba en italiano y yo le gritaba en español, pero el perro no se detenía. En fracción de segundos, “Jimmy”, que por el susto no me acordaba de él, entró en escena. Era una pelea desigual, temí por mi perro. Los vecinos salieron, algunos gritaban al señor italiano que evitara que su perro matara al mío -ya les dije que “Jimmy” tenía su público-, en un momento, ambos animales se trabaron en lucha, daban vueltas y vueltas, hasta que el perrote empezó a dar aullidos de  dolor, y fue entonces, que descubrimos que “Jimmy” tenía asida la cola de su contendor entres los dientes, así que yo mismo, tuve que ayudarlo a abrir su hocico para que lo soltara. ¡Todos aplaudían!
Aquel día aprendí algo que me ha ayudado en mi liderazgo cristiano, especialmente con las iglesias pequeñas. ¡No importa el tamaño del desafío, lo importante es la visión y la pasión para acometerlo en el nombre del Señor!:Señor, ábrele a Guiezi los ojos para que vea.” El Señor así lo hizo, y el criado vio que la colina estaba llena de caballos y de carros de fuego alrededor de Eliseo. (2 Reyes 5:19).
Ahora bien, el fruto de un cristiano es otro cristiano, y el de una iglesia es otra iglesia. ¡Ese es un sueño puesto por el mismo Dios que inspiró a José! ¡Que Dios nos abra nuestros ojos para ver con los ojos del alma, nuestros sueños una realidad! Al final de mi vida, estoy volviendo a soñar, y en esos sueños veo a las iglesias reproducirse para alcanzar a millones para nuestro amado JESÚS en el mundo entero. Pero no olvidemos la lección de aferrarnos como “Jimmy” y vencer.
Así nosotros, como pueblo de Dios, tenemos que soñar grandes sueños y aferrarnos a ellos como mi perrito “Jimmy” con el perro grande, ¡no soltarlos hasta que los venzamos! También desde ese día entendí el dicho: “No es el tamaño del perro en la lucha, sino, la lucha en el perro lo que vale”.¡No importa el tamaño de nuestra iglesia, sino el tamaño de nuestro Dios!
Ahora bien, debo decir que la nuestra es una denominación de iglesias pequeñas, y damos mucho aliento a la multiplicación de iglesias, en vez de poner el énfasis en las superiglesias. Ningún pastor se considera dueño del rebaño, y por lo tanto, no es dueño de la iglesia, la Iglesia es del Señor. Toda iglesia local es un proyecto colectivo divino-humano en donde el individualismo es transformado por la  multiplicidad del liderazgo. Entonces, no es fácil ser líder del pueblo de Dios en general, pero para ser guía   de una congregación pequeña se requiere de muchas cualidades y es esencial, la visión. ¡No me he dejado engañar por el tamaño de la iglesia! ¡He visto los milagros que Dios hace con una pequeña congregación visionaria! Nuestros líderes nacionales, nuestras asociaciones y convenciones pudieran pasar horas dándonos testimonio de lo que Dios hace con el pueblo visionario.
En efecto, es fundamental tener una visión, un sueño y aferrarse a él. La Biblia dice: “Donde no hay visión, el pueblo se extravía;
¡dichosos los que son obedientes a la ley!” (Proverbios 29:18 NVI).
También es propicio recordar el consejo del pastor inglés Guillermo Carey: “Esperad grandes cosas de Dios; emprended grandes cosas para Dios.” El pueblo de Dios vive su paso breve por esta tierra, bajo la visión de la Gran Comisión del Señor Jesucristo: “Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19 NVI). ¡Imagínense a JESÚS dándole su Visión de alcanzar a las naciones para Él a un solo grupito de creyentes! Hoy, es imposible contar el gran número de sus Discípulos que vivimos en el mundo, pero, tal y como ayer, seguimos siendo gente visionaria que sueña para Dios: ¡Aférrate a tus sueños¡
Oración:
Padre eterno:
La idea de escoger a una manada pequeña metida en un barrio a donde nadie va, o debajo de un puente o un árbol, tal vez en una cocina o una sala de un hogar, y de utilizar a hombres y mujeres comunes con visión y pasión para dar inicio al trabajo extraordinario de levantar una catedral para Ti, no es humano, nace en tu Corazón. Gracias amado Dios porque en eso andamos por el mundo entero, somos tu Pueblo Visionario; danos tu bendición. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
¡No importa el tamaño del desafío, lo importante es la visión y la pasión para acometerlo en el nombre del Señor!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Déjanos tus comentarios