miércoles, 30 de noviembre de 2011

Promesa y rescate

Francisco Aular

Lectura devocional: Salmo 119: 121-128

Mis ojos se esfuerzan por ver tu rescate,  por ver la verdad de tu promesa cumplida. Salmo 119:123 (NTV)

El plan de nuestra salvación fue iniciado antes de la creación del mundo; fue asegurado tras la caída de Adán y Eva en el Paraíso, y cumplido en el Monte Calvario por la muerte de JESÚS.

En ese plan Dios nos ha creado para que seamos semejantes a su Hijo JESUCRISTO: “Sabemos que Dios va preparando todo para el bien de los que lo aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo con su plan. Desde el principio, Dios ya sabía a quiénes iba a elegir, y ya había decidido que fueran semejantes a su Hijo, para que éste sea el Hijo mayor” (Romanos 8:28-31 NTV).
Entendamos bien esto, aunque hemos sido creados para ser como JESÚS, tenemos un gran impedimento porque todo ser humano que viene a este mundo, nace perdido en su relación con Dios, ya que nace con una naturaleza pecaminosa que es enemiga de Dios; ahora bien, esa condición de perdido la recibió de Adán porque él pecó la primera vez, y ahora, todos nosotros, también desarrollamos, individualmente, la misma tendencia pecaminosa de Adán: “El primer pecado en el mundo fue la desobediencia de Adán. Así, en castigo por el pecado, apareció la muerte en el mundo. Y como todos hemos pecado, todos tenemos que morir” (Romanos 5:12); sin embargo, ante el pecado de Adán y Eva, Dios hizo la promesa de rescatar al ser humano caído (Génesis 3:15), y volverlo a traer al Plan de Salvación diseñado para él, ese fue el rescate que JESÚS compró con su sangre en el Monte Calvario: “Por el pecado de Adán todos fuimos castigados con la muerte; pero, gracias a Cristo, ahora podemos volver a vivir” (Romano 5:21-22 NTV). La Buena Noticia es que debido al sacrificio de JESÚS, el cielo se nos ofrece como un regalo: “Quien sólo vive para pecar, recibirá como castigo la muerte. Pero Dios nos regala la vida eterna por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor” (Romanos 6:23 NTV). ¿Cómo se recibe este regalo de Dios? Se recibe poniendo toda nuestra confianza en JESÚS como nuestro Señor y Salvador, mediante el arrepentimiento y confesión de nuestros pecados; esta experiencia es de tal trascendencia espiritual, que JESÚS la llamó el nuevo nacimiento: “De cierto de cierto te digo, que él que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). Igualmente, las bendiciones e implicaciones de este rescate son de enormes proporciones para todo ser nacido de nuevo: “El cuerpo de ustedes es como un templo, y en ese templo vive el Espíritu Santo que Dios les ha dado. Ustedes no son sus propios dueños. Cuando Dios los salvó, en realidad los compró, y el precio que pagó por ustedes fue muy alto. Por eso deben dedicar su cuerpo a honrar y agradar a Dios” (1 Corintios 6:19,20 NTV).
Claro está que el salmista en su poema a la Palabra de Dios, no había presenciado todavía el cumplimiento de aquella promesa del rescate del pecador; pero con los ojos de la fe confía en la Palabra de Dios: “Mis ojos se esfuerzan por ver tu rescate,  por ver la verdad de tu promesa cumplida” (v.123); con la promesa de rescate sabía que vendría la salvación de todos los enemigos de su alma, y la seguridad que el mismo Dios lo preservaría hasta el final: “No me dejes a merced de mis enemigos, porque he hecho lo que es correcto y justo. Te ruego que me des seguridad de una bendición. ¡No permitas que los arrogantes me opriman!” (vv.121,122); sabía que la base de aquella promesa y el rescate eran fruto de la misericordia y amor de Dios: “Soy tu siervo; trátame con tu amor inagotable” (v.124); el salmista confía en la intervención de la soberanía divina en un mundo injusto y pecador: “Da discernimiento a este siervo tuyo; entonces comprenderé tus leyes. Señor es tiempo de que actúes, porque esta gente malvada ha desobedecido” (vv.125,126); el salmista valora la Palabra de Dios porque sabe que allí está el manual y el plan para servir a Dios, y comprender su Promesa y Rescate: “De verdad, amo tus mandatos más que el oro, incluso que el oro más fino. Cada uno de tus mandamientos es recto, por eso detesto todo camino falso” (vv.127, 128). Sí, la Biblia nos presenta, y hace posible: La promesa y el rescate.

Oración:
Gracias SEÑOR porque has cumplido tus profecías respecto a tu gran salvación, y al rescate del pecador. Ayúdame a llevar la Buena Nueva de tu salvación. En el nombre de JESÚS. Amén.

Perla de hoy:
Somos nosotros los que debemos aceptar las verdades eternas de la Biblia, y no intentar hacer que la Biblia acepte nuestras teorías.

Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?




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