lunes, 27 de junio de 2011

Job: Un hombre íntegro

Francisco Aular

Jamás podré admitir que ustedes tengan la razón; mientras viva, insistiré en mi integridad. Job 27:5

Uno de los relatos bíblicos que ha tenido un lugar supremo en mi corazón ha sido el de Job. Según los especialistas bíblicos, este es uno de los episodios dramáticos, que recoge las Sagradas Escrituras, más antiguos de la humanidad. Aquel hombre gozaba de todas las ventajas que la vida puede ofrecer: Una buena familia en donde él como sacerdote, los presentaba continuamente en oración delante de Dios; riquezas, salud, reputación y muchos amigos.
Era conocido en el mundo visible e invisible como un hombre íntegro, cabal y sincero. Dios mismo lo alabó -son muy pocos a los que Dios alaba-, diciendo de él: “No hay en la tierra nadie como él; es un hombre recto e intachable, que me honra y vive apartado del mal”. Ahora bien, ¿era la integridad de Job fácil, puesto que todo lo tenía y nada le faltaba? Otra pregunta que pudo surgir en aquel tiempo, ¿qué pasaría si Job lo perdiera todo en esta vida? Así, un día triste, su buen éxito en la vida se fue acabando poco a poco. Un alevoso atentado lo privó de sus hijos. Perdió luego, sus riquezas, ovejas y camellos, y como si todo esto fuera poco, su excelente salud se vio de repente reducida a una condición física lamentable: todo su cuerpo se volvió una llaga. Y cuando más doloroso fue su sufrimiento físico, su propia esposa lo rechazó, con los que más duele, con palabras: “¿Todavía mantienes firmes tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete!”, pero la respuesta de Job es grande: ¡Mujer hablas como una necia. Si de Dios sabemos recibir lo bueno, ¿no sabremos recibir lo malo? Job, añadió: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El SEÑOR ha dado; el SEÑOR ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del SEÑOR!
Algún tiempo después, vinieron a visitarlo tres de sus mejores amigos -mi profesor de Antiguo Testamento, el Dr. James Crawford, decía que con amigos como los de Job no hace falta enemigos…-, en realidad, los amigos de Job tenían interés en ayudarlo, pero ellos eran poseedores de la teología de la prosperidad, según la cual, todo hijo de Dios que se mantiene puro, le va bien y prospera materialmente; ellos pensaban, que toda esa malicia que le había caído encima a Job era el resultado de su falta de integridad y de sus pecados. Pero Job soportó los discursos y las acusaciones de sus amigos con paciencia. Resistió con mansedumbre y fortaleza espiritual, calamidades que hubieran minado la entereza mental de otros seres humanos. Sus palabras casi al final del Libro, revelan el secreto de su valentía espiritual y moral: “¡Jamás podré admitir que ustedes tengan la razón, mientras viva insistiré en mi integridad!” (Job 27:5).
El drama de Job, tiene un final feliz; dejemos que la Palabra misma no lo diga: El Señor bendijo más los últimos años de Job que los primeros, pues llegó a tener catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. Tuvo también catorce hijos y tres hijas: A la primera de ellas le puso por nombre Paloma, a la segunda la llamó Canela, y a la tercera, Linda. No había en todo el país mujeres tan bellas como las hijas de Job. Su padre les dejó una herencia, lo mismo que a sus hermanos. Después de estos sucesos Job vivió ciento cuarenta años. Llegó a ver a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. Job 42:12-16 (NVI)

Oración:
SEÑOR TODOPODEROSO:
Viendo los sufrimiento de tu siervo Job, aprendo que el maligno no pudo con todo su poder tocar un pelo de ningún camello de Job, sin tu permiso. Aprendo también que alabarte en medio de la prueba, los problemas y las circunstancias es mejor que la queja. ¡Bendito sea tu nombre para siempre! En el nombre de JESÚS. Amén.

Perla de hoy:
Quien pierde el verdadero propósito de su vida y la razón de su integridad y honradez, habrá perdido todo.

Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?


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