jueves, 9 de junio de 2011

El binomio de la salvación

Francisco Aular


De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Juan 3.3 (RV60)


Todavía me acuerdo la primera vez que estuve frente al mar, pues habiendo nacido en una montaña, nunca lo había visto. Tenía diez años y viajé a una playa llamada Catia La Mar, muy cerca de Caracas. Mis familiares reían y reían al verme allí parado frente aquella inmensidad de agua que se extendía en el horizonte, admirado por ese bello azul de sus aguas, el sonido de las olas golpeando las rocas, los alcatraces y las golondrinas dándose chapuzones en busca de sus comidas, el imponente sol sobre nosotros y la arena caliente bajo los pies descalzos; me decía a mí mismo, que yo estaba despierto y que aquello no era un sueño; en un momento del día, divisé un gran barco a lo lejos, cargado de pasajeros que se dirigían hacia el puerto, muy cercano, de La Guaira. Mis familiares me advirtieron que el mar era bello, pero que también infundía respeto; en realidad, no me hacía falta esa recomendación, porque yo estaba admirado y aterrado.

¿Cuántos años pasarían antes de que el ser humano estuviera listo para conquistar la inmensidad marina y viajara de un lado a otro sobre sus olas? Una cosa es posible, que los primeros que inventaron una rústica canoa, se dieron cuenta que necesitaban un sistema de navegación para orientarse y no perderse para siempre en el mar. Tendría que ser un instrumento para orientarse, tanto en la superficie terrestre, como en el mar. Así surgió la brújula, el cual es un aparato que consta de dos círculos concéntricos que señala el Norte y la orientación de la embarcación. Ningún navegante se lanza al mar sin este instrumento de navegación. Igualmente, la aviación, también posee un instrumento de vuelo similar, así que si la aeronave se desvía del trayecto previamente determinado, el instrumento lo indica, e inmediatamente, el piloto puede hacer las correcciones y retomar la ruta deseada. Simplemente, usted no puede guiase por sus sentimientos que le dicen, “siento que es por aquí, o por allá, es arriba o abajo, a la derecha o a la izquierda”, pues, si así sucediera es posible que estaría perdido para siempre.

En su inmensa sabiduría, Dios nos dejó la guía infalible de la Biblia y el Espíritu Santo, ambos forman un instrumento espiritual para llevarnos al puerto seguro de la salvación eterna. El Espíritu Santo y la Biblia son el binomio de nuestra salvación. Esto lo comprendemos mejor al ver el relato en la primera entrevista evangelizadora que JESÚS sostiene con Nicodemo, que era un hombre a la medida de la perfección moral y espiritual que la religión judía exige a sus líderes. Era un doctor de la ley, la religión era su brújula, y él la seguía al pie de la letra sus indicaciones. Sin embargo, JESÚS sorprendió a este gran hombre religioso diciéndole:”De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. ¿Nacer otra vez?, ¿cómo es esto?: “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:5,6 RV60).

Ahora bien, ¡No te equivoques Nicodemo! Aunque te laves muchas veces, para tus prácticas religiosas, ¡necesitas nacer de nuevo!, “nacer de agua” no significa “regeneración (o nuevo nacimiento) por el bautismo”. No se enseña semejante cosa en ninguna parte del Nuevo Testamento. El agua, especialmente en todos los escritos de Juan, y también en muchos otros pasajes de la Biblia, es el símbolo reconocido de la Palabra de Dios: “¿Con qué limpiará el joven su camino?  Con guardar tu palabra” (Salmo 119:9). Jeremías reprende a su pueblo por haber abandonado la Palabra de Dios: “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua” (Jeremías 2:13).

¿Cómo actúan el Espíritu Santo y la Palabra de Dios en nosotros? Veamos: “En otro tiempo nosotros también éramos necios y desobedientes. Fuimos engañados y nos convertimos en esclavos de toda clase de pasiones y placeres. Nuestra vida estaba llena de maldad y envidia, y nos odiábamos unos a otros. Pero: “Cuando Dios nuestro Salvador dio a conocer su bondad y amor, él nos salvó, no por las acciones justas que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia. Nos lavó, quitando nuestros pecados, y nos dio un nuevo nacimiento y vida nueva por medio del Espíritu Santo. Él derramó su Espíritu sobre nosotros en abundancia por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Por su gracia él nos declaró justos y nos dio la seguridad de que vamos a heredar la vida eterna” (Tito 3:3-7 NTV). El apóstol Pedro nos dice la misma verdad: “Pues han nacido de nuevo pero no a una vida que pronto se acabará. Su nueva vida durará para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra de Dios. Como dicen las Escrituras: “Los seres humanos son como la hierba, su belleza es como la flor del campo.  La hierba se seca, y la flor se marchita. Pero la palabra del Señor permanece para siempre”. Y esta palabra es el mensaje de la Buena Noticia que se les ha predicado” (1 Pedro 1:23-25. NTV).

Pues bien, hoy en día, todos los cristianos nacidos de nuevo tenemos el binomio de Dios como sistema de navegación espiritual, la Palabra de Dios que nos lava y purifica, y el Espíritu Santo que vive en nosotros, el cual “nos guiará a toda la verdad” (Juan 16:13). Si queremos una dirección correcta en nuestra vida espiritual, consultemos al binomio de la salvación.


Oración:
Padre Celestial:
Gracias por dejarnos la guía eterna de tu Palabra infalible y la dirección del Espíritu Santo. Ayúdame para dejar que este binomio espiritual actúe en mí para ser un testigo eficaz en medio de este mundo. En el nombre de JESÚS. Amén.


Perla de hoy:
No andemos en esta vida a la deriva, la Biblia y el Espíritu Santo son el sistema de navegación divino, seguro y eterno.


Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?

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