jueves, 18 de abril de 2019

Las Siete Palabras ( 7 de 7)

Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: Lucas 23:26-49
Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró. Lucas 23:46 (RV60)

La palabra de la confianza total

El Apóstol Pedro, discípulo de JESÚS, fue testigo presencial de la Vida, Pasión, Muerte y Resurrección de su SEÑOR Y REY. Años después, escribió su Primera Carta a la Iglesia y mire lo que dijo: “Cristo sufrió por nuestros pecados una sola vez y para siempre. Él nunca pecó, en cambio, murió por los pecadores para llevarlos a salvo con Dios. Sufrió la muerte física, pero volvió a la vida en el Espíritu.” (1 Pedro 3:18,NTV). ¡JESÚS murió en nuestro lugar “una sola vez y para siempre”! Sin embargo, JESÚS enfrentó a la muerte con una confianza absoluta en que Su Padre, aceptaría Su sacrificio para comprar al precio de Su preciosa sangre, un lugar en el cielo para nosotros los pecadores, y por eso desde entonces y para siempre: la salvación es un regalo de Dios!¡Estas son las Buenas Nuevas que los discípulos nacidos de nuevo hemos predicado por más de dos mil años! ¡Que Evangelio! ¡Uno desearía vivir diez mil años para proclamar la confianza total que debemos depositar en JESÚS para ser salvo! Así llegamos a Su Séptima Palabra en la Cruz: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

Morir es partir a la casa del Padre

Aquí tenemos la oración de confianza total que JESÚS tuvo en su Padre Celestial. “¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!” es una oración que los niños Judíos repetían por las tardes y aparece en el Salmo 31:5, posiblemente, JESÚS la aprendió desde niño. ¡Nosotros también como niños, debemos depositar toda nuestra confianza en las manos de Dios! ¿Por qué JESÚS oró esta oración? A causa de la Persona a la cual la oración se dirige; igualmente a la seguridad de que el Padre la recibiría y haría lo que JESÚS, le pidió; JESÚS nos enseñó a vivir y a morir, sabiendo que el Dueño de esta parte de la vida, también es Dueño de la otra vida. La Persona a la cual nos dirigimos en oración es el Padre, por medio de JESÚS y en el poder del Espíritu Santo quien nos auxilia en medio de las tribulaciones. Se dirige al Padre porque de Él había venido y volvía a Él como lo había enseñado en su oración sacerdotal: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (Juan 17:4,5.). ¡Ese hijo “había obedecido hasta la muerte y muerte de cruz” (Filipenses 2). Así el Hijo volvía confiadamente a la casa de su Padre.

Dios escucha nuestra oración

Podemos tener la seguridad que una oración como esta es orar según la voluntad de Dios y por lo tanto, saber que somos oídos por Él: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14). Sí, no hay sitio mejor donde encomendarse uno que en las manos de Dios. Allí es el lugar de protección, de seguridad y esperar en la omnipotencia de Dios, lo que Él en su gracia nos dé es lo mejor que nos puede ocurrir. ¿Cómo podemos tener miedo a la muerte, sabiendo que durante toda la vida estuvimos en Sus manos? Podemos repetir nosotros las palabras del Salmo 23. El SEÑOR es mi pastor, nada me faltará.  En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce.  3El restaura mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de su nombre. Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento.”

Victoria sobre la muerte

En su libro “Milagros en la vida de un pastor” El reverendo Germán Núñez Bríñez relata los últimos momentos de vida de la hermana Siomara Guerrero de Núñez, su esposa, él lo narra así: “Dos días antes de entregar el espíritu al Eterno, la visitó el reverendo José Feliz Liscano(…) “¿cómo está doña Siomara?-Ella no tenía fuerzas para contestar, pero haciendo un esfuerzo inaudito, acumulando el resto de energías que le quedaban exclamó: -“¡Muy feliz!”-. ¡Qué les parece a Uds.! Devorada por un cáncer y en el umbral de la eternidad, y sin embargo, muy feliz. Esa felicidad no la da la filosofía, ni la ciencia física, ni la religión, sólo el Salvador Jesucristo”. En otras palabras, nuestra amada hermana Siomara, al igual que millones de cristianos de todos los siglos y hasta cuando nos reunamos con Él, repetimos sus mismas palabras: “--¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!
Las palabras del apóstol Pablo en ese himno de 1 Corintios 15, sirven como marco final a esta Séptima Palabra:
“Pues nuestros cuerpos mortales tienen que ser transformados en cuerpos que nunca morirán; nuestros cuerpos mortales deben ser transformados en cuerpos inmortales. Entonces, cuando nuestros cuerpos mortales hayan sido transformados en cuerpos que nunca morirán, se cumplirá la siguiente Escritura:  «La muerte es devorada en victoria. Oh muerte, ¿dónde está tu victoria?  Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón?» Pues el pecado es el aguijón que termina en muerte, y la ley le da al pecado su poder. ¡Pero gracias a Dios! Él nos da la victoria sobre el pecado y la muerte por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto, mis amados hermanos, permanezcan fuertes y constantes. Trabajen siempre para el Señor con entusiasmo, porque ustedes saben que nada de lo que hacen para el Señor es inútil.”
¡Padre como JESÚS en tus manos enconmiendo mi espíritu!
Oración
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”
Padre mío, volver quiero a tu lado,
en esto mi confianza es total….
Como a JESÚS un un día viernes,
la muerte nos  tocará al portón…
y como cualquier otro ser, moriremos…
Pero el domingo…
¡Resucitaremos en gloria…
Entonces con gozo exclamaremos:
“¿Dónde esta muerte tu aguijón…”
“¿Dónde oh sepulcro? Tu victoria…”
Perla de hoy:
La fe en JESÚS nos da una confianza total tanto para vivir como para morir. Sea que vivamos o muramos “somos más que vencedores”.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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