jueves, 6 de abril de 2017

Perdón total desde la cruz

Francisco Aular
faular @hotmail.com
Lectura devocional: Lucas 23:1-24
Poco después, Jesús dijo: "¡Padre, perdona a toda esta gente! ¡Ellos no saben lo que hacen!" Mientras los soldados echaban suertes para saber cuál de ellos se quedaría con la ropa de Jesús. Lucas 23:34 (La Biblia en lenguaje actual)

Aquellos que han tenido la bendición de nacer en hogares cuyos padres eran cristianos, nacidos de nuevo, -no se pueden imaginar el trayecto que tuvimos que recorrer nosotros que nacimos en hogares según el mundo- para llegar al JESÚS, de la Biblia. Cuán lejos estábamos de la verdad, los que nacimos en hogares solamente religiosos mezclados con el paganismo, y en donde el verdadero mensaje de la Semana Santa se perdía entre las supersticiones que la ignorancia de los propósitos de Dios, impone. No obstante esto, a mi mente llegan los recuerdos lejanos de las mujeres de la casa preparando la comida que deberíamos consumir en estos días, las bebidas  y los dulces. Así como también, las recomendaciones de nuestros padres, no debíamos escuchar música bailable, porque no era tiempo de alegría sino de tristeza, pues, JESÚS había muerto. Los tiempo de ir a la playa y otras costumbres modernas, estaban todavía lejos.  Más aún, se nos imponía a los niños que desde el miércoles no hiciéramos mucho ruido hasta el domingo de resurrección para no “herir” el cuerpo del Señor JESÚS. Por supuesto, niños al fin nos olvidábamos pero al recordarlo, adoptábamos la compostura deseada por nuestros mayores. Así distorsionado y todo, escuché por primera vez el nombre de JESÚS.
Pues bien, en aquel tiempo yo no tenía claro ¿Quién era JESÚS y lo que había hecho por mí?  Pero cuando aprendí a leer, una de las cosas que más anhelaba hacer era leer la historia de JESÚS. Así fue, y un jueves de Semana Santa, mientras leía la Biblia, el Evangelio de San Juan, ocurrió mi nuevo nacimiento en JESÚS. Aquel perdón ofrecido por Él, desde la cruz, me alcanzó. ¡Bendito sea Dios!
Un miembro de nuestra iglesia en Manassas, en Virginia fue a ver la película de Mel Gibson, la Pasión de Cristo, y me comentó después: “Pastor, el director se detuvo mucho en los sufrimientos de JESÚS”…Hermano: -le respondí-, cualquiera hubiera sido en énfasis del sufrimiento de JESÚS en esa película, debió ser muy poco en comparación con la realidad. No exagero, porque JESÚS en el Calvario y sobre esa cruz sufrió y  murió para expiar el pecado de toda la humanidad. JESÚS abrió la puerta de la salvación, y estableció un puente entre el Dios santo y nosotros los pecadores.
No debemos perder de vista el hecho cierto de la obra perdonadora de JESÚS,  a nuestro favor en toda sus etapas. El nacimiento de JESÚS, la vida que Él vivió, la muerte que Él sufrió son únicos. Jamás ser humano, nació como JESÚS nació en aquella primera Navidad; nunca ningún otro ser humano vivió como Él vivió; nadie habló como JESÚS habló y Sus palabras han llevado consuelo, fortaleza y gozo a tantos de nosotros, como cuando Él las pronunció por primera vez; nadie ha hecho los milagros que Él hace, especialmente transformar vidas desde aquí y para la eternidad cuando viviremos con Él, en la Nueva Jerusalén; y, nadie murió como Él murió, JESÚS fue víctima de la religión, la política y del estado, y desde entonces, es muy malo para la humanidad cuando ese triunvirato se impone. Pero me quedaría corto al no decir, en esta hora que JESÚS ¡Resucitó verdaderamete! Regresó desde el más allá para decirnos que hay esperanza para el ser humano: "No tengas miedo. Yo soy el primero y el último, y estoy vivo. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre, y tengo poder sobre la muerte. (Apocalipsis 1:17-18 LBLA)
Vayamos por un momento a la escena del Calvario. Serían las nueve y media de la mañana aquel fatídico Viernes Santo, cuando JESÚS, pronuncia Su Primera Oración desde la cruz y nos ofrece Su perdón:"¡Padre, perdona a toda esta gente! ¡Ellos no saben lo que hacen!" En efecto, JESÚS era el secreto que el Padre tenía para reconciliar al ser humano pecador con Él mismo, y hacernos parte de Su familia. Podemos darle el beneficio de la duda a todos aquellos que menospreciaron, humillaron y crucificaron a JESÚS injustamente: no sabían lo que hacían. Sin embargo, los códigos civiles humanos nos dicen: “La ignorancia de la ley, no excusa de su cumplimento”, las leyes divinas, escritas muchos años antes, igualmente lo confirman: “y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado.” (Éxodo 34:7). “El alma que pecare esa morirá.” (Habacuc 1:13). JESÚS mismo había dicho: “Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.” (Lucas 13:3). El mensaje de la Iglesia desde su fundación es: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio.” (Hechos 3:19). Ciertamente Dios es amor pero también es justo y debe castigar el pecado en nosotros. Por ello, el perdón divino no es automático, debemos personalmente arrepentirnos de nuestros pecados y confesar a JESÚS como nuestro Señor y Salvador. Eso lo vemos claro porque en la misma escena del Calvario, muriendo al lado de JESÚS están dos pecadores. Uno de ellos se arrepintió y fue perdonado y el otro murió en sus pecados. El amor de Dios se muestra en que JESÚS esta muriendo por nosotros los pecadores y al mismo tiempo haciendo justicia divina a través de Su preciosa sangre. Sin embargo, la oración es por sus enemigos, como Él mismo nos los recomienda en el Padre Nuestro.
¿Nos alcanza esa oración de perdón a nosotros también? Ciertamente, sí. Pero teniendo en mente la base escritural: “testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo.” (Hechos 20:21).
Pues bien, a dos mil años de este acontecimiento, el esfuerzo y la sangre de nuestros mártires para llevar este mensaje hasta el fin del mundo, es ya un logro innegable: ello explica, la existencia de la Iglesia del Señor en sus distintas confesiones y denominaciones a través de toda la tierra que sirven de hogares para los nuevos creyentes; la existencia de millones y millones de Biblias distribuidas en todo el mundo, es un mapa viviente de cómo ir a JESÚS; la actividad que despliegan las agencias misioneras e iglesias locales enviando a miles y miles de misioneros a todo el mundo que anuncian también cómo llegar a JESÚS; se puede decir con las mismas palabras de JESÚS: “el que quiere oír que oiga”. Creo que esta generación de seres humanos simplemente, no tiene excusas. Muchos le están dando las espaldas a Dios y ellos lo saben.
Por otra parte, me cuento entre los millones de cristianos nacidos de nuevo que estamos llevando estas buenas nuevas de salvación que es el  evangelio de nuestro Señor y Salvador por todo el mundo, con un sentido de urgencia. Somos un ejército de voluntarios dispuestos y disponibles todo el tiempo para anunciar el mensaje de la cruz a toda nuestra generación, sea que nos escuchen o no. JESÚS, oró: “Padre perdónalos”. No es suficiente que la humanidad conozca de Dios, es indispensable Su perdón. El perdón como ya lo afirmamos, no es algo para decirlo en alguna forma, automático. La salvación es gratuita pero no es barata. Ciertamente JESÚS nos ofrece el perdón desde la cruz, a Él, le costó Su preciosa vida a los treinta y tres años. Nuestra responsabilidad como seres humanos es arrepentirnos y convertirnos al Evangelio. Así que, necesario es detenernos y ver que el perdón es obtenible por medio del arrepentimiento de nuestros pecados y depositar nuestra fe únicamente en JESÚS, quien nos ofrece Su perdón total.
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Gracias por enviarnos a tu Hijo para que hiciera posible nuestra salvación eterna. Me arrepiento de todos mis pecados y te pido que entes a mi vida y me hagas una persona nueva para Ti y los demás. Ayúdame para anunciar a otros esta salvación tan grande, única y eterna en esta generación, en el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
JESÚS nos perdona nuestra culpa del pasado para un presente de paz y un glorioso futuro.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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