miércoles, 26 de abril de 2017

¡Frente a lo imposible!

Francisco Aular
Lectura devocional: Éxodo 14:1-32
Pero el Señor le dijo a Moisés: «¿Por qué clamas a mí? ¡Ordena a los israelitas que se pongan en marcha! Y tú, levanta tu vara, extiende tu brazo sobre el mar y divide las aguas, para que los israelitas lo crucen sobre terreno seco. Éxodo 14:15,16 (NVI)

Cuando Dios quiere hacer algo grande y cambiar la historia, la primera cosa que hace es escoger a un niño, porque el eterno, es especialista en lo imposible; de esta manera Él usa lo débil, lo que el mundo considera inútil, simple, lo insignificante, para confundir a los que se creen muy importantes y sabios. El Apóstol Pablo, lo dijo de una manera sencilla y profunda:Recuerden, amados hermanos, que pocos de ustedes eran sabios a los ojos del mundo o poderosos o ricos cuando Dios los llamó. En cambio, Dios eligió lo que el mundo considera ridículo para avergonzar a los que se creen sabios. Y escogió cosas que no tienen poder para avergonzar a los poderosos. Dios escogió lo despreciado por el mundo —lo que se considera como nada— y lo usó para convertir en nada lo que el mundo considera importante. Como resultado, nadie puede jamás jactarse en presencia de Dios. (1 Corintios 26-29 NTV).
Ahora bien, me emociona mucho la historia de la iberación del pueblo de Israel de Egipto. La historia del Éxodo es una de mis favoritas porque ella nos dice que hacer ¡frente a lo imposible! Entonces,  me imagino a más de un millón de personas, viajando con todas sus pertenencias en marcha hacia la Tierra Prometida. Sin embargo, no es un viaje de vacaciones, es una huida. Aunque contaban con la presencia de Dios, todavía se sentían y con mucha razón, ¡frete a lo imposible! En efecto, durante el día el SEÑOR iba delante de ellos en columna de nube indicándoles el camino; de noche los iluminaba con una columna de fuego. Así viajaron de día y de noche. No descansaron hasta llegar a las orillas del Mar Rojo. De repente, escucharón a los lejos el estremecedor ruido de las legiones del terrible ejército egipcio que les iba pisando los talones. Sus consignas y gritos debieron sonar espantosos, cuando caía la tarde.
Por los comentarios pesimistas que corrieron en medio del pueblo aterrado, sabemos lo difícil de la hora:  “Entonces le reclamaron a Moisés:—¿Acaso no había sepulcros en Egipto, que nos sacaste de allá para morir en el desierto? ¿Qué has hecho con nosotros? ¿Para qué nos sacaste de Egipto? Ya en Egipto te decíamos: “¡Déjanos en paz! ¡Preferimos servir a los egipcios!” ¡Mejor nos hubiera sido servir a los egipcios que morir en el desierto!” (Éxodo 14:11,12) Estaban literalmente atrapados y sin salida en aquella encrucijada. ¡Los pesimistas habian contagiado a todos con su mejores armas: el desánimo y el rumor! Sinceramente,  no era para menos,  de un lado, el desierto y  su peligros; del otro lado los alcantilados, imposibles de vencer y muchos menos de noche; atrás el sonido de los carros y trompetas del terrible ejército del enemigo y el Faraón que marchan en pos de una victoria que les parece fácil frente aun puebo desarmado; al frente el Mar Rojo con su olas que hacen su ruido al chocar con las rocas y la playa. En otras palabras, verdaderamente, estaban ¡frente a lo imposible! ¿Qué hacer?...
Entonces, se escucha desde el cielo una orden a Moisés “¡Ordena a los israelistas que se pongan en marcha!!” Moisés levantó su vara y se puso en acción con el primer paso, en obediencia a Dios. Entonces, el angel de Dios y la nube cambiaron de lugar, de la vanguardia pasaron a la retaguardia ¡la presencia de Dios se colocó entre los egipcios e Israel; el mar se abrió y los israelitas cruzaron aquel mar con sus terribles olas sostenida por el aliento de Dios. Además de ello, la columna de fuego los iluminaba para su lado, y del lado del ejército enemigo la terrible oscuridad de la noche; así pasó el pueblo de Dios el Mar Rojo, y una vez que lo cruzaron el mar se cerró y se tragó a los enemigos de Israel. Otra vez, en los planes de Dios: ¡Lo débil había vencido a lo fuerte! ¡Perdóneme yo me uno al cántico de Moisés! “¡El SEÑOR reina por siempre y para siempre!” (Éxodo 15:18) Él y sólo Él es Vencedor, cuando Sus hijos están: ¡Frente a lo imposible!
Oración:
Amado Padre eterno:
Aquí estoy SEÑOR, con lo único que poseo, mi misión histórica para la cual tú por tu misericordia me has escogido. En esta hora cumbre de mi vida me pongo en marcha para hacer tu divina voluntad. Ayúdame a vencer lo imposible. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Frente a lo imposible el SEÑOR, nos dice “¡ponte en marcha!”.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo? 

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