lunes, 5 de septiembre de 2016

¿Quién me sostiene?

Francisco Aular
Lectura devocional Isaías 41:8-13
No tengas miedo, porque yo estoy contigo;
    no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te daré fuerzas y te ayudaré;
    te sostendré con mi mano derecha victoriosa. Isaías 41:10 (NTV)

Cuando llegué a la iglesia, hace 53 años, a menudo los himnos que cantábamos, hablaban con claridad la verdad de que la vida cristiana, no es un refugio para cobardes, sino una cruz para valientes; es una batalla contra el mundo, el demonio y la carne. Algunas personas que estaban allí cuando yo llegué, procedían de España; por ellos, me enteré de primera mano que ser cristianos evangélico en esa nación europea se pagaba caro, en la escuela, en el trabajo, en las calles y sobre todo en el ejército. Públicamente, no se podía predicar el Evangelio y mucho menos cargar una Biblia en las manos para ir al templo, los domingos. El estado y la religión unieron sus fuerzas para impedir el avance del protestantismo. Sin embargo, el valiente pueblo evangélico español, siguió avanzando hasta hacerse respetar dentro de la sociedad moderna.
¿Qué ocurría cuando alguien venía al Evangelio y nacía de nuevo? Allí en España, muchas a veces a puerta cerrada, los hermanos encontraban alivio en la Palabra, en las predicaciones, las oraciones y en los himnos. ¡Ah que himnos tan hermosos esos himnos españoles surgidos en medio de aquellas injusticias! Por el contrario, en aquella época de mi conversión, en mi país, no se perseguía a nadie por la fe, pero la discriminación por ser evangélico, estaba allí, algunas veces soterradas y en otras con burlas y críticas. No obstante, el pueblo evangélico venezolano era respetado y hasta admirado en algunos sectores de la sociedad.
En lo particular, mi iglesia me nutrió con las enseñanzas de la Palabra, las predicaciones de mi amado pastor, las oraciones y los sabios consejos de los que llevaban muchos años en el Evangelio. Así que cantábamos un himno cuyo coro, dice así:
La lucha sigue, oh cristianos,
Y brazo a brazo lucharéis;
En Jesucristo seguid confiando,
Y por la fe en el venceréis;
La lucha sigue, oh, cristianos,
Sed fieles y en Jesús confiad;
La lucha siempre, seguid hermanos,
Y la victoria esperad.
(Luchando estáis NHP, #209, CBP,1973)
¡Qué gran verdad dice el himno! “La lucha sigue, oh cristianos”…Y mientras más fiel le sea al Señor, más lucha vendrá:Es cierto, y todo el que quiera vivir una vida de sumisión a Dios en Cristo Jesús sufrirá persecución.” (2 Timoteo 3:12 NTV). En efecto, los especialistas en derechos humanos y otros voceros, dentro de las denominaciones, nos dicen que cada cinco minutos un cristiano muere por su fe en países de tradición musulmana tanto en el medio oriente como en países africanos, igualmente, la China Comunista y Corea del Norte. Así vemos que estos cristianos de hoy como los de ayer, se enfrentar a una lucha sin tregua contra los peligros de afuera, y sin duda también, una lucha espiritual decisiva dentro de sí mismos con el pecado, con Satanás, la carne y con el miedo al martirio. Sé que en esos terribles momentos, el auxilio de la Palabra de Dios, viene a ellos: “No tengas miedo, porque yo estoy contigo;
    no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te daré fuerzas y te ayudaré;
    te sostendré con mi mano derecha victoriosa.” Isaías 41:10 (NTV).
Los que ahora andamos anunciando el Evangelio dentro de los países democráticos, sabemos que se están introduciendo en algunos países, leyes que amenazan nuestra fe cristiana. ¿Cuánto tiempo nos queda todavía? No lo sabemos. De allí que la promesa del Profeta Isaías, sigue en pie. Sigamos, ¡adelante, siempre adelante!, porque “la luche sigue, oh cristianos…” JESÚS, es nuestro Comandante Nazareno, marchemos con fe, esperanza y amor, y Él hará.
Por otra parte y en lo personal como ser humano que soy, enfrento mis luchas y batallas, pero sé que no estoy solo. A mi lado están otros amados cristianos nacidos de nuevo que como yo, enfrentamos sin tregua la batalla de la fe, la esperanza y el amor. ¡Todavía estamos aquí en esta tierra para dar a conocer el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo a mayor número posible de los que serán salvos! Nuestras armas en esta lucha, son espirituales: “Usamos las armas poderosas de Dios, no las del mundo, para derribar las fortalezas del razonamiento humano y para destruir argumentos falsos.” (2 Corintios 10:4 NTV). ¡Esta es una batalla espiritual y nos vestimos con la armadura de Dios!: “Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales.” (Efesios 6:12 NTV).
Puede ser que a veces me distraiga y pierda de vista momentáneamente el horizonte y el glorioso mañana que me espera al final de mis luchas. En esos momentos recuerdo al levita Jahaziel, inspirado por el Espíritu Santo, le dijo a su rey Josafat y al ejército, ante la presencia de sus enemigos, y antes de la batalla: “¡Escuchen habitantes de Judá y de Jerusalén! ¡Escuche, rey Josafat! Esto dice el Señor: “¡No tengan miedo! No se desalienten por este poderoso ejército, porque la batalla no es de ustedes sino de Dios.” (2 Crónicas 20:15 NTV). ¡Y ciertamente, aquel día, el ejercito de Señor obtuvo la victoria profetizada! ¡Nosotros también libramos nuestras batallas pero la guerra está ganada por la muerte y resurrección del Señor JESÚS! “Somos más que vencedores” (Romanos 8:37, RV60).
No niego que la vida humana es un continuo batallar desde que nacemos hasta que nos vamos de aquí. Tampoco niego el hecho de que la vida cristiana consiste en llevar la cruz bajo la poderosa mano de Dios. Sea que seamos cristianos o no de todos modos, moriremos. ¡Si hemos nacido de nuevo, la vida verdadera habita en este cuerpo que se marchita en este invierno pero al salir de aquí, seremos libres, en la eterna primavera que nos espera! Por lo tanto a la pregunta ¿quién nos sostiene? Respondemos: No tengas miedo, porque yo estoy contigo;
    no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te daré fuerzas y te ayudaré;
    te sostendré con mi mano derecha victoriosa. Isaías 41:10 (NTV).
Oración:
Padre eterno:
¡Gracias Señor por tu presencia constante en esta vida! Gracias porque estás aquí en el ahora, en el más acá; y estarás conmigo mañana, en el más allá. ¡Señor que yo pueda decir al final de mis días como tu Apóstol. “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.” (2 Timoteo 4:7). En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La vida cristiana no es un refugio para cobardes; sino una cruz para valientes.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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