jueves, 30 de junio de 2016

¡Oración y patria!

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Efesios 2: 1-10
En primer lugar, te ruego que ores por todos los seres humanos. Pídele a Dios que los ayude; intercede en su favor, y da gracias por ellos. Ora de ese modo por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos tener una vida pacífica y tranquila, caracterizada por la devoción a Dios y la dignidad. Esto es bueno y le agrada a Dios nuestro Salvador, quien quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad. Efesios 2:1-4 (NTV)

Nehemías (465-424 a. C.). Quien era un hombre laico, copero del rey Artajerjes, le llegó noticias de la patria lejana en los siguientes términos: “Las cosas no andan bien. Los que regresaron a la provincia de Judá tienen grandes dificultades y viven en desgracia. La muralla de Jerusalén fue derribada, y las puertas fueron consumidas por el fuego”. (Nehemías 1:3,4 NTV). Su reacción fue inmediata: “Cuando oí esto, me senté a llorar. De hecho, durante varios días estuve de duelo, ayuné y oré al Dios del cielo”. (Nehemías 1:5 NTV).  Es más el libro que lleva su nombre comienza y termina en oración. ¡Patria, ayuno y oración! Se convirtieron en su lema y en motivos principales de su andar cotidiano hasta que volvió a su patria e hizo una labor, la cual sirve hasta hoy de modelo de liderazgo en la obra de Dios. Así que orar por la patria, no es opcional, es la responsabilidad de cada cristiano nacido de nuevo.
En efecto, la Biblia nos dice que Dios es el Autor de todas las naciones y los pueblos étnicos que a lo largo de la historia de la humanidad se han formado. También nos dice claramente que Dios quiere que las naciones le pertenezcan: “Qué alegría para la nación cuyo Dios es el SEÑOR, cuyo pueblo él eligió como herencia.” (Salmo 33:12 NTV). De esta manera Dios nos ha dado una patria, con un territorio con características particulares en donde además de las bellezas naturales, está lo más hermoso de una nación, su gente. Sí gente que viene y gente que va, gente que habla en una forma particular, tiene una cultura; una nación que aprendimos a amar, cuando nuestra madres nos dormían en los años de nuestra inocencia con sus cantos, ya pegados de sus senos, ya meciendo la cuna; patria es un lugar y también un sentimiento porque en ella hemos nacido, nos hemos criado, vivido y allí descansan, los restos de nuestros padres, y esperamos que un día su tierra se abra para recibirnos también a nosotros al final de nuestros días. Mientras tanto, oremos por ellos, como dice este pasaje de hoy: En primer lugar, te ruego que ores por todos los seres humanos. Pídele a Dios que los ayude; intercede en su favor, y da gracias por ellos.
Pues bien, un día conocimos a través de la Biblia y por la obra del Espíritu Santo, la historia de la salvación; entonces, Dios nos salvó y nos dio la tarea de proclamar Su mensaje. Así somos ciudadanos de dos entidades, como hijos de Dios, nuestra ciudadanía está en los cielos; pero como hijos de una patria terrenal, nada de lo que sobre ella ocurra, debe ser ajeno para nosotros. Debemos dar gracias al Señor por la patria hermosa que Él nos ha dado; así amamos al suelo en donde hemos nacido, pero amamos a Dios sobre todas las cosas.
Ahora bien, no debemos confundir patria con gobierno. Los gobiernos son pasajeros, sus gobernantes tendrán que dar cuenta de sus acciones, tarde o temprano; ciertamente, nosotros debemos orar por la patria y por los que nos gobiernan, como lo dice el pasaje de hoy: “Ora de ese modo por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos tener una vida pacífica y tranquila, caracterizada por la devoción a Dios y la dignidad”. La patria seguirá y trascenderá hasta los confines de los tiempos: “Las naciones caminarán a la luz de la ciudad, y los reyes del mundo entrarán en ella con toda su gloria.” (Apocalipsis 21:24 NTV)
Se espera que los hijos de Dios pongan su mirada en el cielo, porque el reino de Dios, como Dios mismo, es trascendente e inmanente. El Señor dijo: “Mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36), y Pablo, escribió: “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” (2 Corintios 10:4 RV60). De esta manera vemos que la oración por la patria nos ayude a mantener la prioridad en lo eterno, y no en lo pasajero: Esto es bueno y le agrada a Dios nuestro Salvador, quien quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad.”  Como lo dijo Jim Elliot, antes de salir para llevar el Evangelio a los Aucas del Ecuador, y allí murió asesinado, lejos de su patria: “No es ningún tonto quien renuncia a lo que no se puede llevar, para ganar lo que no puede perder.”
Oración:
Amado Padre Celestial:
Señor, gracias infinitas por la patria que me has dado; la libertad que tengo en Cristo y la Razón para vivir. Ayúdame para anunciar tu reino y orar y accionar hasta que tu voluntad sea hecha aquí como en los cielos. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Mantén la oración y acciones positivas por la patria terrenal, sin descuidar, la prioridad de la Patria Celestial.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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