lunes, 13 de julio de 2015

El maratón

Francisco Aular
faular @hotmail.com
Lectura devocional: 2 Timoteo 4:1-8
He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 2 Timoteo 4:7 (RV60)

El maratón es una disciplina deportiva muy exigente, nada más y nada menos que ¡una carrera de 42 kilómetros! Tuvo su origen en un memorable episodio de la antigua Grecia, durante la guerra entre griegos y persas.
Maratón es en realidad el nombre de un campo de batalla. Allí en el año 490 antes de Cristo, los griegos lograron una heroica victoria sobre sus enemigos. Se buscó a un corredor que llevara la buena noticia hasta Atenas. Encontraron a un atleta bien ejercitado y fuerte. Lo enviaron. Recorrió 42 kilómetros sin detenerse. Cuando llegó a Atenas, solo exclamó con las pocas fuerzas que le quedaban: ¡Victoria, victoria! Y calló muerto. ¡Pagó con su propia vida la proclamación de las buenas nuevas!
No podemos reflexionar en este relato, sin pensar en JESÚS. Vino del cielo anunciando las buenas noticias de salvación para todos los seres humanos: “…para anunciar buenas nuevas a los pobres.  Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos  y libertad a los prisioneros, a pregonar el año del favor del Señor  y el día de la venganza de nuestro Dios, a consolar a todos los que están de duelo,  y a confortar a los dolientes de Sión. Me ha enviado a darles una corona  en vez de cenizas, aceite de alegría  en vez de luto,  traje de fiesta  en vez de espíritu de desaliento. Serán llamados robles de justicia,  plantíos del Señor, para mostrar su gloria. Reconstruirán las ruinas antiguas,  y restaurarán los escombros de antaño; repararán las ciudades en ruinas,  y los escombros de muchas generaciones. (Isaías 61.1-4, NVI) A dos mil años del triunfo de JESÚS en aquel maratón por la vida nuestra, venció a Satanás, el pecado y la muerte. Fue un triunfo glorioso, definitivo y eterno. Pero no debemos olvidar que para conseguir esa victoria dio Su vida. Sí, en efecto dio Su vida para que el Mensaje de Salvación llegara a nosotros. Tampoco se nos debe olvidar en esta hora, los millones de hombres y mujeres que a través de los siglos, dejando sus tierras y sufriendo mil incomodidades, despojándose de todo enredo mundano al costo de sus propias vidas, han corrido el maratón, llevando las buenas nuevas y nosotros somos sus trofeos.
¿Sabía usted que los cristianos nacidos de nuevo somos maratonistas del Señor? Porque la carrera cristiana es un maratón de relevos. Nosotros estamos corriendo para pasarle nuestra posición en la carrera a otros. Hace dos mil años, JESÚS nos pasó el testigo al decir a sus díscipulos: Como me envió el Padre, así también yo os envío.” (Juan 20:21b). Entre aquellos maratonistas, Dios puso en la carrera a Saulo de Tarso, al cual después llamó Pablo. Ciertamente después de JESÚS, Pablo es uno de los mejores maratonistas que la Iglesia ha tenido. Fue sentenciado a muerte por el poderoso imperio romano, sin embargo, Pablo había puesto a otros maratoristas en posición de seguir corriendo hacia la meta final. Me lo imagino, yendo hacia el cadalzo en donde el verdugo lo esperaba para decapitarlo, pero Pablo lleva en mente estas palabras que han llegado hasta nosotros en este día: He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” (2 Timoteo 4:7,8).
Termino, con esto. Es sabido que, en la historia de los grandes eventos deportivos, y de esta disciplina del maratón, algunos deportistas han resbalado y caído; ¡pero de nuevo se pusieron en pie, corrieron y cruzaron la meta! Hagamos lo mismo no rompamos la cadena en este maratón en donde, por la gracia de Dios, estamos participando. ¡Gritemos al pasar el testigo con toda pasión el grito de victoria paulino, porque es nuestro también!: He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 2 Timoteo 4:7 (RV60).
Oración:
Amado Padre Celestial:
Te alabo por ser el Autor de una salvación tan grande a nuestro favor. Esta vida temporal que nos has dado no tendría sentido sin la trascendencia de un destino eterno y una misión histórica que cumplir. Ayúdame a correr los últimos kilómetros que me quedan porque ya siento muy cerca de mí, los gritos de victoria, los aplausos y el gozo de los que corrieron antes que yo y que me esperan, en el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Concéntrate en la victoria del Señor y no en tus derrotas. Dios no patrocina fracasos. ¡El triunfo está asegurado!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

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