lunes, 8 de abril de 2013

¡Patria, ayuno y oración! (2)


Francisco Aular
Cierto día, mientras estos hombres adoraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: «Consagren a Bernabé y a Saulo para el trabajo especial al cual los he llamado». Así que, después de pasar más tiempo en ayuno y oración, les impusieron las manos y los enviaron. (Hechos 13:3,4 NTV)
Cuando vemos, en las Sagradas Escrituras, el mover del Espíritu de Dios sobre las naciones, se puede palpar una secuencia: Patria, ayuno y oración. Aunque la Biblia menciona más de setenta veces la práctica del ayuno y la oración es posible que todavía no tengamos claro el concepto bíblico del ayuno y la oración. La ignorancia en cuanto al verdadero propósito del ayuno se debe, en parte, al abuso de la práctica del mismo que algunos grupos religiosos han hecho de esta forma de adoración. Desafortunadamente, muchos cristianos nacidos de nuevo no tienen un concepto claro acerca del ayuno y su combinación con la oración. Daremos un vistazo a esta doctrina.
¿Qué es el ayuno? Ayunar es abstenerse, voluntaria y deliberadamente, de comida con el propósito de concentrarse en la oración. Es decirle al Señor: “Padre, te amo y quiero tener un tiempo largo de comunión contigo”, y no es para solucionar algún problema en particular. El ayunar no busca  “torcerle el brazo a Dios”, intentando manipularlo o forzarlo para que responda a mi oración y satisfaga mis deseos. El ayuno me disciplina, al detener mi rutina habitual, a pasar un mayor tiempo con Él y con su Palabra. En efecto, los grandes hombres y mujeres de Dios han sido personas de ayuno y oración. Pero nadie como JESÚS ha mantenido una comunión tan íntima con Dios y con los humanos, hasta el punto que el comer fuera algo secundario: “Entonces Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del río Jordán. Y el Espíritu lo llevó al desierto, donde fue tentado por el diablo durante cuarenta días. Jesús no comió nada en todo ese tiempo y comenzó a tener mucha hambre” (Lucas 4:1,2; NTV).
Sin embargo, al ayunar no es asunto de privarnos de comer un tiempo, para después desquitarnos comiendo y bebiendo sin control. Ayunar no es hacer dieta. Igualmente, nunca debemos ayunar para impresionar a otros; en el Sermón del Monte, JESÚS dijo:”Cuando ayunes, que no sea evidente, porque así hacen los hipócritas; pues tratan de tener una apariencia miserable y andan desarreglados para que la gente los admire por sus ayunos. Les digo la verdad, no recibirán otra recompensa más que ésa. Pero tú, cuando ayunes, lávate la cara y péinate. Así, nadie se dará cuenta de que estás ayunando, excepto tu Padre, quien sabe lo que haces en privado; y tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará” (Mateo 6:16-18; NTV). ¡JESÚS esperaba que sus discípulos ayunaran!, por eso dijo, “cuando ayunes.".
Por otra parte, ayunar y orar es interceder delante de Dios con humildad, contrición, arrepentimiento y confesión; es vernos a nosotros mismos delante de Dios como lo que somos, seres humanos pecadores, sin mérito alguno, pero con gratitud por su gracia al oír nuestro clamor y súplica; ayunar y orar es buscar intensamente a Dios, sin que lo más valioso, que es la comida, interrumpa mi comunión con Él. Dios espera que todo avivamiento espiritual que favorezca a la iglesia y a la patria, surja del corazón de su Pueblo que lo ama y le sirve: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14; RV60).
De hecho, los cristianos nacidos de nuevo del primer siglo, ayunaban y oraban en forma colectiva, buscando conocer la voluntad de Dios y tener fuerzas para obedecerla: “Cierto día, mientras estos hombres adoraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: «Consagren a Bernabé y a Saulo para el trabajo especial al cual los he llamado». Así que, después de pasar más tiempo en ayuno y oración, les impusieron las manos y los enviaron” (Hechos 13:3,4; NTV). El ayuno y la oración no son un castigo al cuerpo, ni un tiempo de aflicción del alma, ¡sino una oportunidad maravillosa que Dios nos ofrece para amarlo a Él, sin ninguna distracción!, y esto, estando expectantes en fe, amor y con la esperanza de que su voluntad sea hecha en la tierra como en el cielo. Nuestro lema ante la evangelización de la patria y el mundo debe ser: ¡Patria, ayuno y oración!
 Oración:
Amado Padre Celestial:
Señor, en tus manos quiero poner todo mi ser: espíritu, alma y cuerpo, sin más mérito que el que tu gracia y amor me han dado. Soy pecador, frágil, inútil y sin ti, nada puedo hacer. En este momento me quiero olvidar de todo para concentrarme en ti y en tu Palabra, y después, salir a conquistar a mi Patria y el mundo para ti. En tus manos me pongo Señor. Hágase en mí tu voluntad, y no la mía. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
El momento más importante en nuestro tiempo de ayuno y oración es estar dispuestos a ser parte de la respuesta que Dios nos da.
Interacción:
 
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

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