viernes, 9 de noviembre de 2012

¡Qué humillación!


Francisco Aular
faular@hotmail.com

 Sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:7,8 (RV60)

Yo quiero agradecer mucho esa inmensa y formidable muestra de cariño y amor; que él se la merecía. No voy a tener falsa humildad porque como decía una dirigente muy importante, que ya falleció: "hay que ser muy grande para ser humilde", y yo no soy grande, así que no voy a ser humilde, simplemente voy a decir que él se lo merecía y permítanme agradecerles en forma especial a las decenas, a las decenas de miles y miles de jóvenes que cantaron y marcharon con dolor y con alegría, cantando por él, por la patria”. Así se expresaba la señora presidenta de la nación argentina, Cristina Fernández de Kirchner, en su primer discurso al país después de la muerte de su esposo. Si “hay que se grande para ser humilde” -como todo lo que hizo JESÚS siendo Dios mismo, desde abandonar su clámide real para adoptar un cuerpo humano, y luego  humillarse hasta muerte de un malhechor-, nos lleva a exclamar: ¡Qué humillación!
En efecto, ¡qué tema de admiración es la voluntaria humillación de nuestro Señor Jesucristo! El Rey abandonó su trono para ponerse a la altura de sus súbditos. JESÚS estaba entronizado juntamente con su Padre, ¡qué grandeza en sus dominios! ¡Huestes celestiales se inclinaban delante de su Persona al desfilar en sus carrozas! Las campanas de todas las torres tocaban alabanza al Rey de reyes y Señor de señores celebrando su excelsa gloria desde la eternidad y hasta la eternidad; desde allí, JESÚS en la eternidad pasada, dirigió la creación de nuestro mundo y el universo, por eso el apóstol Pablo escribió: “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten(Colosenses 1:15-17; RV60).
Como centro de la historia de la salvación JESÚS vio la lamentable caída de Adán, y su muerte espiritual al separarse de Dios; nuestro amado JESÚS vio al Padre y le pidió que le preparara un cuerpo (Hebreos 10:5); pidió que lo hiciera un ser humano porque Él vendría a rescatar y a salvar a los elegidos por el Padre, desde antes de que el mundo fuese, por eso dijo: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10).
Pues bien, el Apóstol describió las dimensiones de la humillación de JESÚS, al nombrarlo el nuevo Adán: “Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” (Romanos 5:19); ciertamente, JESÚS nos amó desde el cielo pero vino a la tierra a buscarnos para que estemos en la eternidad futura con Él. Sólo Dios es grande para humillarse hasta lo sumo y JESÚS lo hizo, tomó forma humana sin dejar de ser Dios, y humildemente, puso su tienda de campaña al lado de la nuestra. Nació en humillación en un pesebre y hasta los 30 años trabajó como un carpintero en la carpintería familiar. Desde el Jordán hasta Gólgota, donde le crucificaron, JESÚS vivió como nadie vivió: “Vosotros sabéis cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y con poder, el cual anduvo haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con El” (Hechos 10:38; La Biblia de las Américas). La verdad es que sólo una persona divina podía tomar “forma de siervo”, por eso, una y otra vez, cuando tocó este tema del amor de Dios por nosotros los pecadores, incapaces por nosotros mismo de buscar a Dios, exclamo con gozo y con reverencia: ¡Qué humillación!
Oración:
Amado Padre Celestial:
Gracias por enviarnos a tu Hijo JESÚS, porque en Él y con Él todo es posible. Ayúdame en mi trayecto en este cuerpo de muerte a ser como Él es. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Todo lo que soy se lo debo a mi amado JESÚS, quien se humilló a sí mismo por mí; esta vida temporal solo tiene sentido si la vivo para Él.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

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