jueves, 6 de abril de 2023

¡Vamos al Calvario!

Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
VIERNES, 7 de abril de 2023 
Lectura devocional: Juan 19:17-30
“Y él, cargando su cruz, salió al 
lugar llamado de la Calavera, 
y en hebreo, Gólgota; y allí 
le crucificaron, y con él a
 otros dos, uno a cada lado, 
y Jesús en medio”.
Juan 19:17,18 (RV60)

 

Vamos al Calvario y contemplemos a JESÚS

 

Hoy es Viernes Santo. Sí, sé que tal denominación de este día fue creada hace muchos años por algunas ramas del cristianismo. Cuando yo nací, ya esta fecha del año estaba allí. Mis padres y especialmente mi abuela materna y mis tíos, eran días reservados y entonces, me contaban la historia de JESÚS y el Calvario. Cuando me convertí al SEÑOR, un jueves santo por cierto. El Espíritu Santo puso en mi corazón leerla en una Biblia que teníamos en estante. 

 

Vamos al Calvario repasando la historia de nuestra redención

 

En efecto, hace dos mil años cuando JESÚS subió la cuesta del Calvario, el Gólgota estaba afuera de la ciudad de Jerusalén. Hoy existe allí un templo que la religión edificó desde los tiempos de Constantino, pero todavía afuera del majestuoso edificio religioso, se puede ver un lugar como lo describen los evangelios. Cuando hace 30 años visité al lugar, todavía la roca del Monte del Calvario, tiene la forma de Calavera. Había mucha gente a mi alrededor, pero mi mente y corazón estaban contemplando a CRISTO crucificado, como lo definió un poeta anónimo del siglo de oro de la poesía española.

 

No me mueve, mi Dios, para quererte 

el cielo que me tienes prometido, 

ni me mueve el infierno tan temido 

para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte 

clavado en una cruz y escarnecido, 

muéveme ver tu cuerpo tan herido, 

muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, 

que aunque no hubiera cielo, yo te amara, 

y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera, 

pues aunque lo que espero no esperara, 

lo mismo que te quiero te quisiera.

 

¡Vamos al Calvario y escuchemos las Siete Palabras de JESÚS!

 

Primera palabra, perdón total:

“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”(Lucas 23:34).

Segunda palabra, seguridad total:

“De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43).

Tercera Palabra, provisión total:

“Mujer, he ahí tu hijo” Después dijo al discípulo: He ahí tu madre”.... (Juan 19:26,27).

Cuarta palabra, soledad total:

“Eloi, eloi, ¿lama sabactani? Que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Marcos 15:34; Mateo 27:46).

Quinta palabra, identificación total

“Tengo sed.” (Juan 19:28)

Sexta palabra, cumplimiento total

“Consumado es” (Juan19:30)

Septima palabra: confianza total

“Padre en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 24:46)

 

¡Vamos al Calvario porque JESÚS pagó el precio de nuestra salvación!

 

Todo lo que vale la pena en esta vida tiene un precio para pagar y la salvación del ser humano es importante para nuestro amado DIOS. El gran apóstol Pablo, pensando en esto escribió: 

“El cuerpo de ustedes es como 

un templo, y en ese templo vive 

el Espíritu Santo que Dios les 

ha dado. Ustedes no son sus 

propios dueños. Cuando Dios 

los salvó, en realidad los compró, 

y el precio que pagó por ustedes 

fue muy alto. Por eso deben dedicar

 su cuerpo a honrar y agradar 

a Dios.” 

(1 Corintios 6:19,20 NTV). 


Esto lo podemos ver mejor cuando usted consulta, ve o escucha cualquier pieza de literatura, escultura o de música. ¡Existe porque alguien pagó el precio!

 

Con todo esto en mente, ¿usted habrá oído acerca de la gran obra musical dedicada a JESÚS llamada “El Mesías” de G.F Handel (1685-1759). Este gran músico alemán-inglés, ya era famoso cuando escribió su mundialmente conocido oratorio.  Fue un genio de la música, en su juventud conquistó grande audiencias en diferentes países de Europa. Pero luego pasó por diversos problemas que lo hundieron en profunda depresión. Parecía que su brillante carrera había terminado. Obviamente su salud empeoraba sin ningún remedio. Sin dinero y solitario , transitó por las calles de Londres de acuerdo a su propio testimonio porque él era un creyente y estudioso de la Biblia, se preguntaba: 

“Dios mío, Dios mío 

¿por qué me has 

desamparado?” 


Después de algunos de esos paseos con los hombros caídos y sin fuerzas, regreso a su casa. Su fiel mayordomo lo esperaba con un paquete que el correo le había traído donde un amigo literato le enviaba un manuscrito y esperaba que G.F. Handel, le pusiera música. Con desgano abrió el correo y se sentó al piano y empezó  a componer, ¡sin detenerse por 17 horas!... Cuando terminó el coro del Aleluya, dijo a su asistente: "Creo que he visto el cielo delante de mí, y también a Dios." 


Otros dicen que su mayordomo lo encontró arrodillado, con lágrimas en sus ojos, mientras se levantaba exclamó: “Yo ayudé a crucificar a mi SEÑOR, MESÍAS y REY…” Como lo sabemos, el oratorio El Mesías fue estrenado el 13 abril de 1742. El rey Jorge II de Inglaterra, asistió al estreno en Londres, se emocionó tanto que al llegar a la última parte del coro Aleluya, se puso en pie con todos sus colaboradores. Desde entonces, sea Navidad o en la Semana Santa ¡Nadie escucha sentado a esta parte del Oratorio El Mesías!

 

¡Vamos al Calvario! ¡No seas indiferente al hecho más grande de la historia de la Salvación! ¡Busca al “SEÑOR mientras pueda ser hallado”!

 

Oración:

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?

¿Qué interés se te sigue, JESÚS mío,

que a mi puerta, cubierto de rocío

pasas las noches del invierno oscuras?

!Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,

pues no te abrí! !Qué extraño desvarío

si de ingratitud el hielo frío

seco las llagas de tus plantas puras!

!Cuántas veces el ángel me decía:

“Alma, asómate ahora a la ventana,

verás con cuánto amor llamar porfía”!

!Y cuántas, hermosura soberana,

“Mañana le abriremos”-respondía-

para lo mismo responder mañana!

Lope de Vega

Perla de hoy:

¿Seremos indiferentes al precio que pagó en el Calvario nuestro amado JESÚS? La vida es breve, respóndele al SEÑOR.

 

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