miércoles, 29 de octubre de 2014

¿Mentira o realidad?

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Deuteronomio 18:9-14
Cuando entres en la tierra que te da el Señor tu Dios, no imites las costumbres abominables de esas naciones. Nadie entre los tuyos deberá sacrificar a su hijo o hija en el fuego; ni practicar adivinación, brujería o hechicería; ni hacer conjuros, servir de médium espiritista o consultar a los muertos. Deuteronomio 18:9-11(NVI)
Los acontecimientos de los últimos cincuenta años demuestran que la política, las ideologías, las religiones, la cultura, el humanismo, la postmodernidad  y aún el progreso científico y tecnológico, no nos han  conducido a una clase de paraíso recobrado, por el contrario, estamos arrastrando la consecuencias del paraíso perdido, en el cual, nuestros primeros padres, cambiaron la verdad por la mentira, es decir, hicieron un mal negocio con Satanás, el padre del engaño y la mentira; desde entonces, nacemos, vivimos, nos reproducimos y morimos en su territorio. Desde esos comienzos de la humanidad, los seres humanos están “muertos en sus delitos y pecados” (Efesios 2:1,2); ciegos “en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:4); nuestro hermano Pablo escribió a su discípulo lo siguiente: “que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizás Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él” (2 Timoteo 2:26 RV60). Con razón la Biblia dice: “Sabemos que somos de Dios, y que el resto de la gente en el mundo está dominada por el diablo” (1 Juan 5:19, La Biblia en lenguaje actual).
Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, Satanás, conjuntamente con sus “principados” y “potestades” son presentados como realidades con dos características principales: En primer lugar, como seres personales y espirituales; y en segundo lugar, influyen en los acontecimientos de la tierra. La pregunta que nos hacemos es ésta: todo esto de Satanás con sus potestades de maldad y los poderes que se les ha dado es ¿mentira o realidad? Dios prohíbe las prácticas del ocultismo con sus diferentes categorías: ni practicar adivinación, brujería o hechicería; ni hacer conjuros, servir de médium espiritista o consultar a los muertos. Si la Biblia, prohíbe tales practicas es porque son realidades espirituales que están en abierta competencia con las verdades divinas, y frente a ellas Dios nos pide que tomemos una decisión: “Yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal (…) escoge, pues, para que vivas” (Deuteronomio 30:15, 19). A los que prefieran seguir atados a los malos espíritus, a sistemas religiosos inventados por el hombre, o ideologías inundadas de practicas ocultistas, les dice: “Me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas rotas que no retienen agua” (Jeremías 2:13). La Biblia nos dice que el ser humano se apartó de Dios, pero en Su plan eterno y por Su misericordia, el Señor lo busca para salvarlo y sacarlo del río de la muerte y llevarlo al río de la vida. ¡Dios se ha propuesto hacer al ser humano parte de Su familia para que esté con Él para siempre!: “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19). ¡Dios en estos últimos tiempos y conforme a Su plan eterno tiene grandes noticias para nosotros los seres humanos!
En efecto, JESÚS bajó del cielo a la tierra para llevarnos a Dios. Nosotros no podíamos salvarnos de las garras de Satanás y sus poderes. Pero debemos tener en cuenta esto: Ciertamente, Satanás es poderoso; pero Dios es Todopoderoso. Sí, es verdad los poderes de la maldad son grandes, y movieron a los gobernantes tantos políticos como religiosos para llevar a JESÚS a la terrible muerte de la cruz; pero precisamente allí, en la cruz, el Señor canceló la cuenta que nosotros los seres humanos no podíamos pagar por nuestra salvación, y nos compró con Su preciosa sangre un lugar en el cielo para nosotros: “Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz. Desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal” (Colosenses 2:13-15 NVI).
Oración:
Bendito Padre Celestial:
En esta hora te alabo por tu amor y misericordia, al darme el regalo de la vida eterna, por el cual, el triunfo de tu amado Hijo en la cruz es mi triunfo y hoy soy más que vencedor. Ahora, sé que el maligno no puede tocar sin tu permiso, nada de lo que me has dado. Mi gratitud es en el Nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Aunque la existencia de poderes infernales es real, Dios cambia cualquier ataque de ellos, en triunfo.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

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