viernes, 22 de agosto de 2014

¡Les presento al Libro!

Francisco Aular
Lectura devocional: Salmo 119:9-16  
Todo lo que está escrito en la Biblia es el mensaje de Dios, y es útil para enseñar a la gente, para ayudarla y corregirla, y para mostrarle cómo debe vivir. 2 Timoteo 3:17 (LBLA)

Lo he pensado muchas veces, lo he predicado otras tantas. Si Dios es quien Él dice ser y puede hacer lo que Él dice que puede hacer, como aparece en el Libro de los libros, la Biblia, entonces, Dios tenía que dejarnos un manual como ése para seguirlo. Por esta verdad, si por designio de Dios, me dieran unos pocos minutos para en cadena de todos los medios de comunicaciones globales, dirigirme a toda la humanidad. Tomaría el micrófano, y desde el fondo sobre una mesa, una luz se proyectaría sobre una Biblia…Y entonces, con toda la pasión de la que soy capaz, diría: ¡Les presento al Libro!
En esta hora de mi vida, no quiero apelar a lo que otros han dicho sobre la Biblia, vendré a mi propio testimonio de lo que este maravilloso manual de sabiduría divina, ha sido en mi vida.  Ciertamente, hace 51 años, guiado por el Espíritu Santo, y con la Biblia abierta delante de mí, hice mi entrada por las doradas páginas del Génesis, y presencié en el espíritu el mover del Todopoderoso en los lejanos días de la Creación. De pronto me encontré en la galería de los famosos de Dios: Noé, Abraham, Isaac, Moisés, Rut, Nehemías, Ester y el filósofo Job con su tratado inmortal sobre el sufrimiento humano y la fidelidad de Dios. Luego, escuché los hermosos acordes de la sinfonía del libro de Los Salmos, en dónde, vestido con su toga real el rey David era el director de la filarmónica celestial. Inmediatamente, llegué a la oficina de asuntos comerciales de Proverbios con su lema: “La justicia engrandece a la nación, más el pecado es afrenta a las naciones”. Escuché la voz poderosa del predicador en Eclesiastés, cuando aconsejó: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre”. De allí fui al palacio del rey Salomón y lo encontré en el Cantar de los Cantares, cantándole al amor entre un hombre y una mujer: “Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; porque fuerte como la muerte es el amor”. Luego me encontré en el famoso observatorio de las profecías, y allí en reunión con los Profetas mayores y menores, examinamos en la gran pantalla, y escuchamos una voz, que nos dijo: “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltareis como becerros de la manada” (Malaquías 4:2)
Atravesando el jardín de unos cuatrocientos años, presencié el nacimiento del Rey de Reyes y Señor de señores en Mateo “Y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (1:21) El telegrama de Dios al ser humano en Marcos: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:15). La Misión del Hijo del Hombre en Lucas “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (19:10) La divinidad de JESÚS en Juan “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (1:1). La ascensión de JESÚS y la venida del Espíritu Santo en Los Hechos y la Gran Comisión “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (1:8) Fui al Seminario Teológico cuyo Rector es el Dr. Pablo de Tarso me presentó toda la sistematización de la obra de Dios, tratados en 13 cartas. Me encontré de pronto con Las Epístolas Generales de Hebreos, Santiago, 1 y 2 de San Pedro, 1, 2,3 de San Juan, y por último San Judas, el hermano del Señor.
Todavía no salía de mi asombro, pero me esperaba el broche de oro de toda la Biblia, El Apocalipsis. Que nos muestra el fin de la historia como la conocemos, y el descenso desde el cielo de la Nueva Jerusalén. ¡Allí estaba el Cordero de Dios, JESÚS con todo su poder, majestad y gloria! Caí de rodillas y me uní al canto nuevo que entonaban los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos: “¡Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,  la fortaleza y la honra,  la gloria y la alabanza!” (…)” ¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, sean la alabanza y la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos!...” (Apocalipsis 5:12,13) Debo decirlo, me conmovió también, la útlima oprtunidad de salvación que el Dios de amor, le brinda al pecador al invitarlo a poseer la vida eterna “Zoé”, ¡JESÚS es la vida Zoé! (Juan 14:6) Es el ”árbol de la vida”, me extendió su fruto al decirme: “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.” (Apocalipsis 22:17). ¡Dios por su propia iniciativa nos extiende una invitación a seguirlo! ¡El cielo es un regalo en JESÚS! ¡Dios nos dejó una Manual para seguirlo, honrarlo y proclamarlo hasta el final de la historia, la Biblia! Por eso, digo sin reservas, sin retiradas y lamentos: ¡Les presento al Libro!
Oración:
Padre eterno:
Como el rey David puedo decir “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Mas que la miel a mi boca”. Ayúdame a amar y vivir en tu Palabra. En el Nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
No leamos la Biblia para saber más; sino para dejar que ella nos transforme.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?



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