Francisco Aular
Tú viste cuando mi cuerpo fue cobrando forma en las
profundidades de la tierra; ¡aún no había vivido un solo día, cuando tú ya
habías decidido cuánto tiempo viviría! ¡Lo habías anotado en tu libro! Salmo 139:15,16 (TLA)
¡Hoy seré feliz! Porque la felicidad es una
decisión. Fui diseñado en la mente de Dios antes de que el mundo fuese. En su
tiempo, permitió que yo fuera el fruto del amor de dos seres humanos. No soy un
accidente humano porque Dios me hizo con un propósito: ser para Él. Él escogió
mi sexo, mi familia, mi pueblo, mi grupo étnico; tanto el momento de mi
nacimiento, como el de mi salida de este tiempo humano están en sus manos.
Dios que me conoce por dentro y por fuera, y por
eso, me dio fuerzas para mi poderosa marcha en contra de la corriente;
por eso no permitió que naciera en una cuna dorada, ni rodeado de privilegios.
No me he sentado a esperar a que llegue mi momento en la vida, sino que he sido
un fabricante de posibilidades, y la posibilidad de no hacer nada, nunca fue
una opción. Hubo un momento en la vida, siendo muy joven, en que estuve en el
vértice de una decisión, y escogí ser feliz.
¡Hoy seré feliz! Porque la felicidad es un arte que
se aprende al vivir el Evangelio. El Evangelio es ante todo, un himno a la
alegría de vivir, son las buenas nuevas de que la Felicidad vino a esta tierra
en la persona de JESÚS. Si las fuentes de agua fresca surgen del subsuelo
profundo, limpio y puro, JESÚS vino del Padre como el Regalo para calmar
nuestra sed de felicidad. Con razón, la noche en que nació JESÚS hubo alegría
en el cielo y en la tierra: “Pero el
ángel les dijo: No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán
motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la
ciudad de David un Salvador, que es Cristo
el Señor” (Lucas
2:10,11; NVI), por ello, la felicidad no es algo, sino Alguien:
¡JESÚS! Él nos enseñó a vivir; teniéndolo a Él lo tenemos todo.
¡Hoy seré feliz!, porque estoy basado en el secreto
de la felicidad que nos dejó JESÚS. Un día subió al Monte y desde allí lanzó al
viento su secreto para la felicidad de sus discípulos. Les dijo que los que
nada tienen lo tendrían todo; enseñó que cuando se es pobre de espíritu y se
tiene docilidad a la Palabra de Dios somos dueños del reino de los cielos; que
los que lloran al sembrar en este reino, serán consolados por el Señor de la
siembra; que son felices los que se visten de mansedumbre y no utilizan su
poder temporal para dañar a los demás; que son felices los que tienen hambre y
sed por la justicia divina, porque serán saciados; que son felices los que son
misericordiosos porque Dios el Padre tendrá misericordia de ellos; que son felices
los de corazón puro porque ellos verán a Dios; felices son los que trabajan para
que haya paz en el mundo, pues esos son hijos de Dios; son felices los que
sufren por la causa del reino que es JESÚS; son felices los que proclamando el
reino de Dios son calumniados y perseguidos, porque habrá premios para ellos al
final de la jornada.
¡Hoy soy feliz! Porque un día como hoy, Dios me
trajo a este mundo, hace sesenta y siete años para ser uno de sus testigos de
lo que él puede hacer con gente común y sin brillo en este mundo: "Por eso ante Dios nadie tiene de qué
sentirse orgulloso. Dios los ha unido a ustedes con Cristo, y gracias a
esa unión ahora son sabios; Dios los ha aceptado como parte del pueblo de Dios,
y han recibido la vida eterna. Por lo tanto, como dice la Biblia, si
alguien quiere sentirse orgulloso de algo, que se sienta orgulloso de
Jesucristo, el Señor" (1 Corintios 1:29-31; TLA), por este motivo: ¡JESÚS es mi
pasión y triunfo!
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Hoy me postro delante de Ti, esperando tu perdón y
misericordia por la jornada vivida. No he sido perfecto, y Tú lo sabes muy
bien. Hoy humildemente te traigo mi ramillete de acciones de gracias por todo
lo que me has dado para ser feliz: la vida humana y la vida espiritual, mi
familia terrenal en donde nací y la que me diste en el camino, mi esposa, mis
cuatro hijos y nueve nietos; la familia espiritual, mis pastores, mis maestros,
mis ejemplos; los amigos que me has dado, mis compañeros de peregrinaje; la
disposición y la disponibilidad para servirte desde el mismo día en que me
diste, mi segundo nacimiento. Hoy te hago una petición: "Dios mío, aunque
estoy lleno de canas, no me abandones; todavía quiero decirles a los que aun no
han nacido que tú eres un Dios poderoso. Eres incomparable, pues has hecho
grandes cosas; tu justicia llega hasta el
cielo" (Salmo 7:18,19; TLA). Oro, en el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Se precisa de una decisión para ser feliz, pero su
resultado dura toda la vida.
Interacción:
¿Qué me
dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento a obedecer?
¿Existe
un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo
conmigo?
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