miércoles, 10 de octubre de 2012

¡Hoy seré feliz!


Francisco Aular
faular@hotmail.com  
  
Tú viste cuando mi cuerpo fue cobrando forma en las profundidades de la tierra; ¡aún no había vivido un solo día, cuando tú ya habías decidido cuánto tiempo viviría! ¡Lo habías anotado en tu libro! Salmo 139:15,16 (TLA)
 
¡Hoy seré feliz! Porque la felicidad es una decisión. Fui diseñado en la mente de Dios antes de que el mundo fuese. En su tiempo, permitió que yo fuera el fruto del amor de dos seres humanos. No soy un accidente humano porque Dios me hizo con un propósito: ser para Él. Él escogió mi sexo, mi familia, mi pueblo, mi grupo étnico; tanto el momento de mi nacimiento, como el de mi salida de este tiempo humano están en sus manos.
Dios que me conoce por dentro y por fuera, y por eso,  me dio fuerzas para mi poderosa marcha en contra de la corriente; por eso no permitió que naciera en una cuna dorada, ni rodeado de privilegios. No me he sentado a esperar a que llegue mi momento en la vida, sino que he sido un fabricante de posibilidades, y la posibilidad de no hacer nada, nunca fue una opción. Hubo un momento en la vida, siendo muy joven, en que estuve en el vértice de una decisión, y escogí ser feliz.
¡Hoy seré feliz! Porque la felicidad es un arte que se aprende al vivir el Evangelio. El Evangelio es ante todo, un himno a la alegría de vivir, son las buenas nuevas de que la Felicidad vino a esta tierra en la persona de JESÚS. Si las fuentes de agua fresca surgen del subsuelo profundo, limpio y puro, JESÚS vino del Padre como el Regalo para calmar nuestra sed de felicidad. Con razón, la noche en que nació JESÚS hubo alegría en el cielo y en la tierra: “Pero el ángel les dijo: No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:10,11; NVI), por ello, la felicidad no es algo, sino Alguien: ¡JESÚS! Él nos enseñó a vivir; teniéndolo a Él lo tenemos todo.
¡Hoy seré feliz!, porque estoy basado en el secreto de la felicidad que nos dejó JESÚS. Un día subió al Monte y desde allí lanzó al viento su secreto para la felicidad de sus discípulos. Les dijo que los que nada tienen lo tendrían todo; enseñó que cuando se es pobre de espíritu y se tiene docilidad a la Palabra de Dios somos dueños del reino de los cielos; que los que lloran al sembrar en este reino, serán consolados por el Señor de la siembra; que son felices los que se visten de mansedumbre y no utilizan su poder temporal para dañar a los demás; que son felices los que tienen hambre y sed por la justicia divina, porque serán saciados; que son felices los que son misericordiosos porque Dios el Padre tendrá misericordia de ellos; que son felices los de corazón puro porque ellos verán a Dios; felices son los que trabajan para que haya paz en el mundo, pues esos son hijos de Dios; son felices los que sufren por la causa del reino que es JESÚS; son felices los que proclamando el reino de Dios son calumniados y perseguidos, porque habrá premios para ellos al final de la jornada.
¡Hoy soy feliz! Porque un día como hoy, Dios me trajo a este mundo, hace sesenta y siete años para ser uno de sus testigos de lo que él puede hacer con gente común y sin brillo en este mundo: "Por eso ante Dios nadie tiene de qué sentirse orgulloso. Dios los ha unido a ustedes con Cristo, y gracias a esa unión ahora son sabios; Dios los ha aceptado como parte del pueblo de Dios, y han recibido la vida eterna. Por lo tanto, como dice la Biblia, si alguien quiere sentirse orgulloso de algo, que se sienta orgulloso de Jesucristo, el Señor" (1 Corintios 1:29-31; TLA), por este motivo: ¡JESÚS es mi pasión y triunfo!
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Hoy me postro delante de Ti, esperando tu perdón y misericordia por la jornada vivida. No he sido perfecto, y Tú lo sabes muy bien. Hoy humildemente te traigo mi ramillete de acciones de gracias por todo lo que me has dado para ser feliz: la vida humana y la vida espiritual, mi familia terrenal en donde nací y la que me diste en el camino, mi esposa, mis cuatro hijos y nueve nietos; la familia espiritual, mis pastores, mis maestros, mis ejemplos; los amigos que me has dado, mis compañeros de peregrinaje; la disposición y la disponibilidad para servirte desde el mismo día en que me diste, mi segundo nacimiento. Hoy te hago una petición: "Dios mío, aunque estoy lleno de canas, no me abandones; todavía quiero decirles a los que aun no han nacido que tú eres un Dios poderoso. Eres incomparable, pues has hecho grandes cosas; tu justicia llega hasta el cielo" (Salmo 7:18,19; TLA). Oro, en el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Se precisa de una decisión para ser feliz, pero su resultado dura toda la vida.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

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