Francisco
Aular
Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que
estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.
Mateo 28:19,20 (NVI)
¡Urgencia! Es la palabra de actualidad. En efecto,
vivimos en el período más revolucionario de la historia del ser humano en esta
tierra. Nunca ha vivido la humanidad una época de mayor urgencia, peligros y
angustias como la actual. Nací en medio de una montaña en 1945, apenas finalizaba
la Segunda Guerra Mundial; crecí en un barrio muy tranquilo a mediados de los
años cincuenta en la gran ciudad de Caracas, la capital de Venezuela; estuve
allí en ese tiempo de tantos cambios como fueron los años sesenta; en ese entonces,
mis sueños más fantásticos no incluían los adelantos y maravillas de la era de
la velocidad, y la urgencia de llevar el mensaje.
Todavía me asombro cómo a mediados de los ochenta,
mi amado discípulo, Kechenor Alcindor, de la Iglesia Bautista Emanuel de la
Castellana, quien poseía un negocio de centro de copiado, me presentó, la
máquina de enviar y recibir “faxes”… ¡Qué maravilla! Kechenor, recibió un fax
que le envió un familiar desde el exterior, me lo mostró, y yo estaba asombrado
con aquella carta en mis manos, pensando que en fracciones de segundos había
viajado muchas millas para estar allí delante de nuestros ojos. Por supuesto,
aquello era apenas el principio de tantos avances que la ciencia y la tecnología
han puesto hoy al alcance de todos.
Sin embargo, los descubrimientos de la ciencia y
los inventos que cada minuto surgen de la mente del ser humano, no han hecho
posible que el hombre y la mujer de hoy sean más virtuosos que nuestros
abuelos, y, mucho menos, hacerlos más felices. Al contrario, muchos diques que
la humanidad había puesto para evitar el desborde de nuestra naturaleza
pecaminosa se han desmoronado. Una inmensa nube de corrupción, vicios y
maldades se ha hecho presente en todos los órdenes de la vida, todo lo
envuelve, todo lo penetra y todo lo deforma. Sí, aquellos días en que el
profeta Isaías predijo, ¡ya están aquí!: “!Ay de los que a lo
malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las
tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías
5:20 RV60).
Hace muchos años el
gran poeta romano Horacio decía: “Atrévete a ser sensato. Empieza hoy. El que
pospone la hora de vivir como deber ser, es igual al rústico que para pasar un
río aguarda a que acabe de correr todo el agua”. Confieso que me he angustiado
y entristecido al escuchar el lamento de los hombres y mujeres de mi edad, que
conocimos un mundo diferente al presente, pero no me quedaré en lamentos. No lo
dudemos, el mundo está lleno de maldad y el mal se manifiesta en cualquier
lugar, sin embargo, en medio de todo esto, tenemos que atrevernos a ser
diferentes y proponernos a andar “conforme al corazón de Dios”. Efectivamente,
Dios tiene un mensaje claro a su remanente fiel, en estos últimos tiempos. ¡El
poder de Jesucristo y su evangelio no ha disminuido! ¡Vibran sus palabras cada
día en los corazones de sus discípulos como ayer cuando las oyeron por primera
vez sus Apóstoles¡ “Yo he venido para que tenga vida y para que la tengan en
abundancia”; “porque el Hijo del Hombre, vino a buscar y a salvar lo que se
había perdido”; “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al
Padre, sino por mí.”; “mi paz os dejo, mi paz os doy, no como el mundo la da,
yo os la doy”; “No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo”; “Yo nunca os
dejaré ni os desampararé.”; “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en
mí, aunque esté muerto, vivirá.” ¡No tenemos tiempo que perder, éste es el
mensaje que cambiará al hombre y a la mujer de hoy! Dios no tiene otro plan.
¡Jesucristo es la única esperanza!
¡De esta manera, estoy
convencido de que estamos a punto de contemplar un despertar espiritual como no
lo hemos visto desde los días de Pentecostés! Dios tiene buenas noticias para
nosotros y el resto de la humanidad: “Pues yo sé los planes que tengo para
ustedes —dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para
darles un futuro y una esperanza.” (Jeremías 29:11 NTV). Esta es la hora de la
urgencia de la oración, la evangelización y el discipulado que harán posible
que la Gran Comisión que JESÚS, resucitado y glorioso nos dio sea posible: “Por
lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen a los nuevos
discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro
esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos” (Mateo 28:19,20
NTV). ¡Levantémonos de nuestras rodillas, sequemos nuestras lágrimas, echemos
bien lejos de nosotros los halagos o las críticas que nos postran, evitemos
herir a los que como nosotros, luchan a nuestra lado, y marchemos como la Novia
de JESÚS: "¿Quién es ésta que se asoma como el alba, hermosa como la luna
llena, refulgente como el sol, imponente como escuadrones
abanderados?" ¡Esta es la Iglesia del SEÑOR en marcha! ¡Manos a la obra!
Oración:
Amado Padre
Celestial:
Hoy es el día de
proclamarte como el amante Dios y Padre; ciertamente el enemigo trabaja bajo la
oscuridad de un mundo perdido; la vida preciosa que nos has dado para estar en
este mundo es breve, y los hombres y mujeres sin ti están “muertos en sus
delitos y pecados”. Ayúdame ante todo a ser un testigo eficaz en conducta de
fe, esperanza y amor para que la gente escuche tu voz a través de la mía. ¡Gracias
Señor por ponerme en marcha al lado de tu Iglesia¡ En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Cuando la Iglesia del
Señor se pone en macha, comienza a despoblar al mismo infierno.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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