Francisco
Aular
Me viste antes de que naciera. Cada día de mi
vida estaba registrado en tu libro. Cada momento fue diseñado antes de que un solo día pasara. Salmo 139:16 (NTV)
Por razones
desconocidas, una desventurada madre abandonó a su hijo recién nacido. Al lado
del camino, detrás de unos arbustos que allí crecían, entre la grama silvestre,
colocó al niño dormido y envuelto en pañales. Horas después, un muchacho volvía
de la escuela por ese mismo sendero, todo estaba quieto, tan sólo pudo escuchar
el fuerte canto de un grillo. Al chico se le ocurrió buscar al grillo, y al
hacerlo halló al precioso bebé dormido, lo alzó y lo llevó a su casa. Sus
padres se quedaron con el pequeño y lo criaron. Al crecer, el muchacho se destacó
por su inteligencia y capacidad asombrosa. Aquel joven estudió y se hizo un
hombre de negocios; estableció una entidad financiera con mucho éxito. En
aquellos años reinaba en Inglaterra Isabel I, quien lo nombró su consejero.
Resultó que este hombre hábil y eficaz en los negocios era Sir Thomas Gresham,
fundador de la Bolsa de Inglaterra. Sir Thomas Gresham nunca olvidó su origen.
Agradeció a Dios siempre, quien se había servido de un grillo para salvarle la
vida; Gresham mandó a colocar sobre el edificio de la Bolsa de Londres una
veleta con forma de grillo.
¿Casualidad o la mano
de Dios? ¿Casualidad? No existe. Dios vela sobre los acontecimientos más
pequeños y los más grandes para lograr sus propósitos para con el ser humano. David,
el autor del Salmo 139, por cierto uno de los poemas sagrados más sublimes que
se haya escrito sobre la omnisciencia y omnipotencia de Dios, nos los dice: “Tú creaste las
delicadas partes internas de mi cuerpo y me entretejiste en el vientre de mi madre” v.13.
Esto nos lleva a decir
con propiedad la verdad divina de que ningún ser humano es un accidente en este
mundo. Por lo tanto, no debo avergonzarme ni de la forma como Dios me hizo,
sino en la deformación a la que Satanás me conducirá para alejarme de Él; no es
la forma exterior de mi cuerpo que debo cuidar con tanto esmero, sino mi forma
interior para ponerme en paz con Dios y que se refleje en lo externo; aunque el
mundo diga lo contrario, no es la belleza física artificial que me embellece,
sino la espiritual que emana de la mano de Dios, como bien lo dice el salmista: “Examíname,oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce los pensamientos que me
inquietan. Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda y guíame por el camino de la vida eterna” (Salmo
139:23,24; NTV).
Ciertamente,
el mundo está lleno de personas que rezongan contra su destino y contra Dios;
son negativos que viven en el pasado, reniegan de su origen, y quisieran poseer
lo que otros tienen. Pero los que hemos llegado a conocer a Dios como el amante
Padre, le damos gracias porque en la inconsciencia de nuestra primera niñez, el
usó, usa y seguirá usando su protección divina para llevarnos a su plan eterno
para nosotros. No soy cualquier cosa, soy un hijo de Dios, y esto para mí es
suficiente. Me consuela saber que pleno de misericordia y de la gracia de mi
Padre Celestial, Él está a tanto de todo lo que me pasa en esta tierra, en el
lugar en donde Él me ha puesto; no estoy en un mundo fácil: es escenario de
dolor, muerte y lágrimas; pero lo ojos de Dios están puesto sobre cada vida
humana, sobre la sociedad en la cual vivo y la patria en donde estoy, aunque no
entienda muchas cosas, tengo la covicción y lo anuncio con énfasis: ¡Dios está
con nosotros y me pongo bajo sus poderosas manos!: “El Señor mira
desde el cielo y ve a toda la raza humana. Desde su trono
observa a todos los que viven en la tierra. Él hizo el corazón de
ellos, así que
entiende todo lo que hacen” (Salmo 33:13-15; NTV).
Oración:
Amado Padre Celestial:
Hoy me humillo bajo tu
poderosa mano que me ha traído a este mundo. Voy de paso; ayúdame a cumplir con
mi misión histórica diseñada por ti a la luz de mi destino eterno contigo, para
siempre. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Poco importa
quien soy y de dónde vengo, pero lo que sí importa es el Dios Todopoderoso, quien
por su misericordia y gracia me puso aquí.
Interacción:
¿Qué me
dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento a obedecer?
¿Existe
un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo
conmigo?
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