Francisco Aular
Es por eso que
trabajo y lucho con tanto empeño, apoyado en el gran poder de Cristo que actúa
dentro de mí. Colosenses 1:29(NTV)
Los peldaños de la
escalera del éxito, generalmente, están llenos de intentos y fracasos. Hace
muchos años, existió un hombre que superó muchos intentos para llegar a ser un
héroe admirado y respetado por su pueblo y por el mundo: Abraham Lincoln; el
gran hombre, en su lucha para llegar a cumplir sus sueños y metas, tuvo mucho
obstáculos: En 1833 compitió para ir a la Cámara de Representantes por su
estado, y perdió; cuando superó el duelo de su derrota, siguió luchando; volvió
a perder en 1848, pero, cada fracaso lo usó como plataforma de lanzamiento para
un nuevo intento. En 1854 volvió a perder en su aspiración de ir al Senado; dos
años después, en 1858 fue candidato a Vicepresidente del Senado y, también fue
derrotado; siguió luchando, y, en el año 1860 fue electo presidente de los
Estados Unidos; en la historia de su nación ocupa un lugar de honor como uno de
los mejores presidente que ha tenido esa nación. ¡Seguir en la lucha a pesar de
sus fracasos le dio el triunfo final! Con razón, Simón Bolívar dijo: “El arte
de vencer se aprende en las derrotas”.
No le busques
tantas vueltas a tus derrotas; no culpes a nadie de ellas; no te quedes tampoco en los logros del pasado; decide no
vivir por debajo de tu verdadero potencial; vive el duelo de cada derrota, pero
no te postres ni renuncies porque, ¡el mundo entero está esperando que te levantes
y triunfes! ¡Inscríbete ya en la próxima acción que te llevara definitivamente
al cumpliento de lo que Dios tiene para ti! ¡Dios no ha muerto!, y por lo
tanto, no hemos visto, ni veremos su entierro pasar. ¡Sigue en la lucha sin mirar
atrás!, a no ser para guiar a tus seguidores que te admiran y respetan. No
importa adónde has llegado porque, ¡Dios tiene mucho más en tu futuro! Pase lo
que pase, si eres una persona de Dios, ya eres un triunfador poque Él no
patrocina fracasos.
¡Seguir en la
lucha!, ese fue el lema del apóstol Pablo: “Es por eso que trabajo y lucho con tanto
empeño, apoyado en el gran poder de Cristo que actúa dentro de mí” (Colosenses 1:29; NTV). En efecto, Pablo había sido un hombre
muy religioso y celoso de la fe de sus padres, sin embargo, Dios quería mucho
más de él y se le apareció en medio de sus luchas por llegar a ser el fariseo
más grande de su tiempo, pero, lo convirtió en el Apóstol más grande de la historia
del Cristianismo, y desde aquel precioso día de su encuentro con JESÚS en el
camino a Damasco, tuvo un nuevo nacimiento, mediante el cual, Dios le dio un
nuevo propósito para vivir y para morir: “Pero mi vida no vale nada para mí a menos que la use para terminar la
tarea que me asignó el Señor Jesús, la tarea de contarles a otros la Buena
Noticia acerca de la maravillosa gracia de Dios” (Hechos 20:24; NTV).
¡Seguir en la lucha!, es proseguir con el
plan que Dios tiene para nuestras vidas; Pablo entendió que era un hombre que
tendría que forjar a otros hombres para Dios. ¡No es tarea fácil! Cuando
escribió el versículo que nos ocupa hoy, usó la palabra “trabajo” que en griego
significa “agonía”, es decir, una tarea que se realiza hasta agonizar por
cumplirla. Cuando Pablo evangelizaba, no solamente buscaba un número más, sino
forjar en el nuevo creyente el carácter del mismo JESÚS: “Por lo tanto, hablamos a otros de Cristo, advertimos a todos y
enseñamos a todos con toda la sabiduría que Dios nos ha dado. Queremos
presentarlos a Dios perfectos en su relación con Cristo” (Colosenses 1:28; NTV).
Pablo entendía que todo ser humano cuando llega a tener una relación personal
con Dios, con el valioso tesoro de su salvación y con el poder del Espíritu Santo,
tiene que luchar para que lo que él posee por gracia, le llegue también a otros:
“Ahora tenemos esta luz que brilla en
nuestro corazón, pero nosotros mismos somos como frágiles vasijas de barro que
contienen este gran tesoro. Esto deja bien claro que nuestro gran poder
proviene de Dios, no de nosotros mismos” (2 Corintios 4:7; NTV). Un cristiano
nacido de nuevo llega a ser “perfecto en su relación con Cristo” cuando es
capaz de tener como estilo de vida el ser un discípulo, y el hacer discípulos.
¡Tienes una misión y un propósito para vivir y Dios quieres que lo hagas desde
hoy! No desmayes, pues todos tenemos que, ¡seguir en la lucha!
Oración:
Amado Padre Celestial:
Aquí estoy SEÑOR, siguiendo en la lucha para el propósito
que me has dado por tu gracia para vivir. Me esforzaré en tu gracia como si
todo este esfuerzo dependiera de mí solamente, pero confiaré en tu soberanía
para el triunfo final. Ayúdame para compartir este tesoro que llevo dentro de
mí. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
¡No importa
adónde has llegado porque Dios tiene mucho más en tu futuro! Sigue en la lucha
hasta lograrlo.
Interacción:
¿Qué me dice Dios
hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa
a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección
por aprender?
¿Existe una bendición
para disfrutar?
¿Existe un
mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado
por evitar?
¿Existe un
nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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