Francisco Aular
faular@hotmail.com
Sino que se
despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y
estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente
hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses
2:7,8 (RV60)
“Yo quiero
agradecer mucho esa inmensa y formidable muestra de cariño y amor; que él se la
merecía. No voy a tener falsa humildad porque como decía una dirigente muy
importante, que ya falleció: "hay que ser muy grande para ser
humilde", y yo no soy grande, así que no voy a ser humilde, simplemente
voy a decir que él se lo merecía y permítanme agradecerles en forma especial a
las decenas, a las decenas de miles y miles de jóvenes que cantaron y marcharon
con dolor y con alegría, cantando por él, por la patria”. Así se expresaba la señora
presidenta de la nación argentina, Cristina Fernández de Kirchner, en su primer
discurso al país después de la muerte de su esposo. Si “hay que se grande para
ser humilde” -como todo lo que hizo JESÚS siendo Dios mismo, desde abandonar su
clámide real para adoptar un cuerpo humano, y luego humillarse hasta
muerte de un malhechor-, nos lleva a exclamar: ¡Qué humillación!
En efecto,
¡qué tema de admiración es la voluntaria humillación de nuestro Señor
Jesucristo! El Rey abandonó su trono para ponerse a la altura de sus súbditos.
JESÚS estaba entronizado juntamente con su Padre, ¡qué grandeza en sus
dominios! ¡Huestes celestiales se inclinaban delante de su Persona al desfilar
en sus carrozas! Las campanas de todas las torres tocaban alabanza al Rey de
reyes y Señor de señores celebrando su excelsa gloria desde la eternidad y hasta
la eternidad; desde allí, JESÚS en la eternidad pasada, dirigió la creación de
nuestro mundo y el universo, por eso el apóstol Pablo escribió: “Él es la
imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron
creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra,
visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean
potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas
las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Colosenses 1:15-17; RV60).
Como centro
de la historia de la salvación JESÚS vio la lamentable caída de Adán, y su
muerte espiritual al separarse de Dios; nuestro amado JESÚS vio al Padre y le
pidió que le preparara un cuerpo (Hebreos 10:5); pidió que lo hiciera un ser
humano porque Él vendría a rescatar y a salvar a los elegidos por el Padre,
desde antes de que el mundo fuese, por eso dijo: “Porque el Hijo del Hombre
vino a buscar y salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10).
Pues bien,
el Apóstol describió las dimensiones de la humillación de JESÚS, al nombrarlo
el nuevo Adán: “Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos
fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos
serán constituidos justos” (Romanos 5:19); ciertamente, JESÚS nos amó desde el
cielo pero vino a la tierra a buscarnos para que estemos en la eternidad futura
con Él. Sólo Dios es grande para humillarse hasta lo sumo y JESÚS lo hizo, tomó
forma humana sin dejar de ser Dios, y humildemente, puso su tienda de campaña
al lado de la nuestra. Nació en humillación en un pesebre y hasta los 30 años
trabajó como un carpintero en la carpintería familiar. Desde el Jordán hasta
Gólgota, donde le crucificaron, JESÚS vivió como nadie vivió: “Vosotros sabéis
cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y con poder, el cual
anduvo haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo; porque Dios
estaba con El” (Hechos 10:38; La Biblia de las Américas). La verdad es que sólo
una persona divina podía tomar “forma de siervo”, por eso, una y otra vez,
cuando tocó este tema del amor de Dios por nosotros los pecadores, incapaces
por nosotros mismo de buscar a Dios, exclamo con gozo y con reverencia: ¡Qué
humillación!
Oración:
Amado Padre Celestial:
Gracias por enviarnos a tu Hijo JESÚS, porque en Él
y con Él todo es posible. Ayúdame en mi trayecto en este cuerpo de muerte a ser
como Él es. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Todo lo que soy se lo debo a mi amado JESÚS, quien
se humilló a sí mismo por mí; esta vida temporal solo tiene sentido si la vivo
para Él.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento por obedecer?
¿Existe
un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para
llevarlo conmigo?
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