Francisco Aular
Ese domingo, al
atardecer, los discípulos estaban reunidos con las puertas bien cerradas porque
tenían miedo de los líderes judíos. De pronto, ¡Jesús estaba de pie en medio de
ellos! «La paz sea con ustedes», dijo. Juan 20:19 (NTV)
En 1924 se efectuaron las Olimpiadas en París, y
en la competencia de los 400 metros se encontraba un deportista de profundos
valores y convicciones cristianas, Eric Liddel, hijo de misioneros cristianos escoceses, nacido en China. Haciendo ejercicios de
calentamiento previos, llegó el momento de la verdad, preparándose en la pista
para escuchar la salida. Los atletas corrieron parejos, pero rápidamente Eric Liddell, pasó al frente y
obtuvo la victoria. Logró hacerlo en 47, 6 segundos, ¡un record mundial! También
obtuvo medalla de bronce en los 200 metros.
La prensa mundial alabó la hazaña de Liddell, y
todos los especialistas del mundo daban por segura la victoria del deportista
para la carrera de los 100 metros. La carrera estaba pautada para el domingo
siguiente, pero el campeón Liddell, ¡qué sorpresa y desencanto para todos sus
fanáticos!, rehusó categóricamente correr en el día del Señor, aunque su
triunfo se daba por seguro, no quiso tomar parte en un evento deportivo que se
iba a realizar un domingo. Los periodistas que cubrían dicho evento, recogieron
sus palabras al respecto: “Señores yo tengo fuertes convicciones cristianas;
para mí ese día es sagrado. Es el día del Señor.”
Pues bien, ese domingo, mientras se corría la
carrera de los 100 metros, Liddell participaba en un servicio religioso en París.
Años después, Eric Liddell,
el hombre que inspiró la famosa película Carros
de Fuego, sirvió como misionero en la China, siguiendo las huellas de sus
padres. Sirvió en el campo misionero desde 1925 hasta su muerte en 1945.
Es posible que usted piense como cristiano que,
“yo también creo en Dios, lo de Lyddell es un extremismo religioso”, sin embargo,
el lugar de un verdadero discípulo de JESÚS el día domingo debe ser en su
iglesia, celebrando la resurrección del Señor.
Debo traer a mi memoria al jefe de una preciosa
familia venezolana, los Eustache Vilaire, al doctor Luc Eustache y a su esposa
doña Adriana, recuerdo que les hice una entrevista para nuestro periódico
denominacional El Luminar Bautista, por los años setenta. Este médico amado
tenía por costumbre no perderse ni un solo servicio dominical en su iglesia. Un
día me compartió que un domingo por la mañana, lo había venido a visitar de
sorpresa un alto representante del Ministerio de Sanidad, para el cual él
trabajaba. ¿Y cómo hizo ese día?, le pregunté, y él me respondió: Le expliqué
al colega que era domingo y el asistir a la iglesia era lo primero; entonces,
el visitante, su familia, y la mía, ¡nos fuimos todos a la iglesia! El pastor
Germán Núñez Bríñez me comentó una vez:
“El doctor Eustache si tenía guardia un domingo, le pagaba a otro médico para
que lo sustituyera, pero no se perdía un servicio dominical…”, hasta hoy, sus
hijos, nietos y bisnietos siguen su ejemplo, ¡alabado sea el Señor!
Estos dos héroes que he nombrado como ejemplo, ya
no están entre nosotros, ellos vinieron a esta tierra, corrieron el maratón de
la vida humana y el inicio de la eterna, y cruzaron la meta en victoria, sin
embargo, ellos estaban convencidos de que no era suficiente agradar a Dios durante
la semana, sino, que esto incluía guardar el domingo, el lugar de ellos era
estar en el templo en el día del Señor con sus familias, la humana y la
espiritual. También es cierto que uno no llega a la determinación de servir a
Dios primero, sin que nazca desde adentro; es necesario haber experimentado,
personalmente, el nuevo nacimiento con todas sus implicaciones de búsqueda de
lo eterno, poniendo la mirada en JESÚS, igualmente, está implicado una fe
ineludible de la gracia de Dios y el alimentarse continuamente del poder de la
Palabra de Dios y sus promesas.
Uno
de los resultados de la resurrección de JESÚS es el cambio del día de reposo de
sábado a domingo por parte de los cristianos judíos y los primeros cristianos
gentiles. Suficiente razón para santificar –separar- el domingo como día
del Señor, no solamente significa no trabajar en ese día, sino separarlo para
Dios, y declararlo como un día de descanso, de alabanza, de oración, estudio
bíblico, participación en la predicación de la Palabra y ayudar al prójimo,
todo esto debemos hacerlo de manera individual, y colectiva con nuestra familia
humana y espiritual en la Iglesia del
Señor.
Ciertamente,
aquel domingo por la tarde de la resurrección del Señor nos dice la Palabra: ¡Jesús estaba de pie
en medio de ellos! No existe razón pera no
pensar que, especialmente, cada domingo, Él no esté en medio de su pueblo. ¡No
lo dejemos esperando! Porque por encima de todas las cosas es: El día del
Señor.
Oración:
Padre Celestial:
Vengo a darte las gracias por la vida eterna que
me has dado. ¡Cuánto te lo agradezco! Ningún don es superior a éste, llegar a
ser tu hijo por tu gracia y por mi fe en ti, y el arrepentimiento y confesión
de mis pecados. Ni fama, ni poder ni riqueza pueden compararse con el hecho de
llegar a ser miembro de tu pueblo, de tu iglesia. Ayúdame, a ser fiel con mi
asistencia y apoyo al liderazgo de mi congregación. ¡Gracias por cada uno de
ellos que integran esos millones de voluntarios en el mundo que día tras día y
especialmente cada domingo, se esfuerzan en servirte con toda honestidad, gozo
y fe! Te pido esto, en el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Hoy,
como aquel día de su resurrección, cuando el pueblo de Dios se reune: ¡Jesús estaba de pie en
medio de ellos! ¡No lo dejemos
esperando!
Interacción:
¿Qué me dice Dios
hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa
a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección
por aprender?
¿Existe una
bendición para disfrutar?
¿Existe un
mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a
evitar?
¿Existe un nuevo
pensamiento para llevarlo conmigo?
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