lunes, 12 de noviembre de 2012

El día del Señor


Francisco Aular
 
Ese domingo, al atardecer, los discípulos estaban reunidos con las puertas bien cerradas porque tenían miedo de los líderes judíos. De pronto, ¡Jesús estaba de pie en medio de ellos! «La paz sea con ustedes», dijo. Juan 20:19 (NTV)
 
En 1924 se efectuaron las Olimpiadas en París, y en la competencia de los 400 metros se encontraba un deportista de profundos valores y convicciones cristianas, Eric Liddel, hijo de misioneros cristianos escoceses, nacido en China. Haciendo ejercicios de calentamiento previos, llegó el momento de la verdad, preparándose en la pista para escuchar la salida. Los atletas corrieron parejos, pero rápidamente Eric Liddell, pasó al frente y obtuvo la victoria. Logró hacerlo en 47, 6 segundos, ¡un record mundial! También obtuvo medalla de bronce en los 200 metros.
La prensa mundial alabó la hazaña de Liddell, y todos los especialistas del mundo daban por segura la victoria del deportista para la carrera de los 100 metros. La carrera estaba pautada para el domingo siguiente, pero el campeón Liddell, ¡qué sorpresa y desencanto para todos sus fanáticos!, rehusó categóricamente correr en el día del Señor, aunque su triunfo se daba por seguro, no quiso tomar parte en un evento deportivo que se iba a realizar un domingo. Los periodistas que cubrían dicho evento, recogieron sus palabras al respecto: “Señores yo tengo fuertes convicciones cristianas; para mí ese día es sagrado. Es el día del Señor.”
Pues bien, ese domingo, mientras se corría la carrera de los 100 metros, Liddell participaba en un servicio religioso en París. Años después, Eric Liddell, el hombre que inspiró la famosa película Carros de Fuego, sirvió como misionero en la China, siguiendo las huellas de sus padres. Sirvió en el campo misionero desde 1925 hasta su muerte en 1945.
Es posible que usted piense como cristiano que, “yo también creo en Dios, lo de Lyddell es un extremismo religioso”, sin embargo, el lugar de un verdadero discípulo de JESÚS el día domingo debe ser en su iglesia, celebrando la resurrección del Señor.
Debo traer a mi memoria al jefe de una preciosa familia venezolana, los Eustache Vilaire, al doctor Luc Eustache y a su esposa doña Adriana, recuerdo que les hice una entrevista para nuestro periódico denominacional El Luminar Bautista, por los años setenta. Este médico amado tenía por costumbre no perderse ni un solo servicio dominical en su iglesia. Un día me compartió que un domingo por la mañana, lo había venido a visitar de sorpresa un alto representante del Ministerio de Sanidad, para el cual él trabajaba. ¿Y cómo hizo ese día?, le pregunté, y él me respondió: Le expliqué al colega que era domingo y el asistir a la iglesia era lo primero; entonces, el visitante, su familia, y la mía, ¡nos fuimos todos a la iglesia! El pastor Germán Núñez Bríñez  me comentó una vez: “El doctor Eustache si tenía guardia un domingo, le pagaba a otro médico para que lo sustituyera, pero no se perdía un servicio dominical…”, hasta hoy, sus hijos, nietos y bisnietos siguen su ejemplo, ¡alabado sea el Señor!
Estos dos héroes que he nombrado como ejemplo, ya no están entre nosotros, ellos vinieron a esta tierra, corrieron el maratón de la vida humana y el inicio de la eterna, y cruzaron la meta en victoria, sin embargo, ellos estaban convencidos de que no era suficiente agradar a Dios durante la semana, sino, que esto incluía guardar el domingo, el lugar de ellos era estar en el templo en el día del Señor con sus familias, la humana y la espiritual. También es cierto que uno no llega a la determinación de servir a Dios primero, sin que nazca desde adentro; es necesario haber experimentado, personalmente, el nuevo nacimiento con todas sus implicaciones de búsqueda de lo eterno, poniendo la mirada en JESÚS, igualmente, está implicado una fe ineludible de la gracia de Dios y el alimentarse continuamente del poder de la Palabra de Dios y sus promesas.
Uno de los resultados de la resurrección de JESÚS es el cambio del día de reposo de sábado a domingo por parte de los cristianos judíos y los primeros cristianos gentiles. Suficiente razón para santificar –separar- el domingo como día del Señor, no solamente significa no trabajar en ese día, sino separarlo para Dios, y declararlo como un día de descanso, de alabanza, de oración, estudio bíblico, participación en la predicación de la Palabra y ayudar al prójimo, todo esto debemos hacerlo de manera individual, y colectiva con nuestra familia humana y  espiritual en la Iglesia del Señor.
Ciertamente, aquel domingo por la tarde de la resurrección del Señor nos dice la Palabra: ¡Jesús estaba de pie en medio de ellos! No existe razón pera no pensar que, especialmente, cada domingo, Él no esté en medio de su pueblo. ¡No lo dejemos esperando! Porque por encima de todas las cosas es: El día del Señor.

Oración:
Padre Celestial:
Vengo a darte las gracias por la vida eterna que me has dado. ¡Cuánto te lo agradezco! Ningún don es superior a éste, llegar a ser tu hijo por tu gracia y por mi fe en ti, y el arrepentimiento y confesión de mis pecados. Ni fama, ni poder ni riqueza pueden compararse con el hecho de llegar a ser miembro de tu pueblo, de tu iglesia. Ayúdame, a ser fiel con mi asistencia y apoyo al liderazgo de mi congregación. ¡Gracias por cada uno de ellos que integran esos millones de voluntarios en el mundo que día tras día y especialmente cada domingo, se esfuerzan en servirte con toda honestidad, gozo y fe! Te pido esto, en el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Hoy, como aquel día de su resurrección, cuando el pueblo de Dios se reune: ¡Jesús estaba de pie en medio de ellos! ¡No lo dejemos esperando!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

 

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