En memoria de los marchistas de la Iglesia Fuente de Vida
de Anaco, Edo. Anzoátegui, Venezuela
Era un sábado
precioso, y el pastor César Hernández y Omaira, su esposa, encabezaron el grupo
que entusiastamente fueron a la ceremonia de los bautizos de unos nuevos
creyentes. Fueron al lugar, hicieron la ceremonia, disfrutaron también un día
de sano esparcimiento. De regreso, aún de día cuando ocurrió la tragedia que
nos ha mantenido a todos en vilo. Hubo 9 muertos y 32 heridos, todos de una
misma iglesia, y obviamente, algunos amigos. Son de esos sucesos misteriosos en
que uno hace todo bien, y algo sale mal, sin embargo, en esta hora, no puedo
pasar por alto el hecho de haber conocido a Omaira Medina, mujer de oración,
evangelizadora y discipuladora, y en unión de su esposo, plantaron y levantaron
la congregación Iglesia Bautista Fuente de Vida y otras congregaciones. Los que
somos plantadores de iglesias sabemos cuánto vale y cuánto nos duele una
congregación. Omaira: ¡Gracias por tu ejemplo de mujer de Dios!, ¡no te
olvidaremos! Porque tú y tu esposo César
-en recuperación por las heridas sufridas-, nos han dado un legado de fe en
Dios, y su Palabra.
A
todos los amados fallecidos y a los que están heridos, y por sobre todo, a los
sobrevivientes, hermanos de la iglesia y el pueblo de Anaco, que se ha vertido
con sus representantes legítimos a un duelo de tres días, vayan nuestras
oraciones. ¡Ellos murieron en el cumplimiento de la Gran Comisión de nuestro
Señor JESÚS! Ellos son nuestros héroes en esta hora, a todos ustedes que se nos
adelantaron: Omaira Medina de Hernández, Judith Morales, Tibaide Atache
Alvarado, Pedro Gutiérrez, Celia Medina, Santiago Itanave (5 años), Rosa
Guarache, Reina García y Oscar José Calderón. Existen misterios que no
comprenderemos en esta tierra, pero el SEÑOR está en control: ¡Nos vemos en la
mañana!
Francisco Aular
faular@hotmail.com
Nos veremos en la mañana
Antes
de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que
pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el
mundo, los amó hasta el fin. Juan 13:1 (RV60)
La muerte vino a
este mundo como resultado del pecado: “el aguijón de la muerte es el pecado” (1
Corintios 15:56), y desde entonces, nos esclaviza de miedo en toda nuestra vida
como seres humanos, pero el miedo a la muerte no nos impedirá morir, sino
vivir. Como un médico dijo: “Este temor está arraigado en tres cosas: temor al
dolor, temor a la separación y temor a lo desconocido.”.
Pasar “de este mundo al Padre” es la admirable
definición de la muerte que hace la
Palabra de Dios para el cristiano nacido de nuevo. La muerte no es para el
cristiano un camino cerrado o un salto a lo desconocido, sino, la partida desde
este mundo a la casa del Padre: No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la
casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho;
voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí
mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. (Juan 14:1-3) ¡Qué promesa nos hace JESÚS! Esto debiera ser suficiente
para vencer cualquier temor a la muerte. Esta promesa está acreditaba por la
resurrección del mismo JESÚS:
Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí,
diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve
muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las
llaves de la muerte y del Hades. (Apocalipsis 1:17,18).
¿En esto piensa la
mayoría de los seres humanos sobre la muerte? No. Lamentablemente para la
mayoría, la muerte es el final de todo, y por lo tanto, nos pasamos la vida
retardándola, disfrazándola, burlándonos e ignorándola en cuanto nos es posible, pero tarde o
temprano, tendremos una cita con ella. ¡Nadie quiere que ni en sombra se atraviese
en su camino!
Sin embargo, para
el discípulo de JESÚS, la muerte ya no es un motivo de temor, poseemos la
certeza que nos da la Palabra de Dios; la muerte no nos separará de Dios, sino
que nos llevará a Él; veremos a JESÚS y lo conoceremos cara a cara; no sé lo
que usted hará cuando eso suceda, pero cuando llegue allá y lo contemple en
toda su gloria, y al ver en su cuerpo resucitado las marcas de los clavos en su
amor por mí, me arrojaré a sus pies, y le diré: ¡Gracias amado JESÚS!, durante
mi primer millón de años en la eternidad.
En la biografía del
esposo de Catherine Marshall Un hombre
llamado Pedro, ella describe elocuentemente la negrura de la noche del
pesar, y lo brillante del amanecer de una nueva fe. En efecto, después de la
muerte del doctor Marshall, ella fue a la casa de verano, y allí todo le
hablaba de él, desde el bote hasta los zapatos bajo la cama, buscando la
soledad del mar, salió a la playa en la primera tarde tempestuosa, al mirar el
agua, de repente, recordó sus últimas palabras, la escena quedó fija
vívidamente en su memoria. Pedro estaba acostado en la camilla esperando que lo
llevaran a la ambulancia, ella se inclinó sobre él y le susurró: “Querido, nos
veremos en la mañana.” La última línea resume así sus maravillosos pensamientos:
“Y al estar de pie allí mirando a lo lejos del horizonte, sabía que esas
palabras las cantaría de corazón a través de los años: nos vemos querido, nos
vemos en la mañana.” Paul W. Powell, El Nuevo Manual para Ministros. “…sabiendo
Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como
había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.” Amar a
los nuestros hasta el fin, nos da una gran esperanza frente a la muerte. Cuando
dos personas son cristianos nacidos de nuevo, la muerte no es una separación
definitiva, por tanto no se dicen adiós por última vez, sino, ¡nos veremos en
la mañana!
Oración:
Yo sé que un día el
río cruzaré
Con el dolor batallaré
Y al ver la vida triunfando invicta
Veré gloriosas luces y veré al Rey.
Con el dolor batallaré
Y al ver la vida triunfando invicta
Veré gloriosas luces y veré al Rey.
Porque Él vive
Triunfaré mañana
Porque Él vive
Ya no hay temor,
Porque yo sé
Que el futuro es suyo,
La vida vale más y más, solo por Él. Gloria y William J. Gaither. “Porque Él vive”, Himnario Bautista, #460, CBP, 1978
Triunfaré mañana
Porque Él vive
Ya no hay temor,
Porque yo sé
Que el futuro es suyo,
La vida vale más y más, solo por Él. Gloria y William J. Gaither. “Porque Él vive”, Himnario Bautista, #460, CBP, 1978
Perla de hoy:
No nos corresponde
saber cuanto tiempo nos queda por vivir aquí, sino vivir lo que nos resta para
la gloria de Dios.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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