Francisco Aular
Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén. 2 Pedro 3:18 (RV60)
El apóstol
Pedro ordena a sus lectores, “creced en la gracia y el conocimiento…”. Esto es
una realidad, la vida cristiana no es estática, el cristiano nacido de nuevo es
una persona cuya vida está en continuo desarrollo, y aumentando el conocimiento
de Dios, experimentando cada día la maravilla de la gracia de Dios. Muchos
antes que Pedro, ya lo había dicho el proverbista: “Mas la senda de los justos
es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”
(Proverbios 4:18).
Ahora bien,
¿cómo crecemos en la gracia? Bueno, necesitamos un enfoque, un camino, y desde
luego, una motivación. Este proceso lo divido en tres etapas: Ubico en la
primera etapa el tiempo cuando se nos explicó el Evangelio y nos enfocamos en
sí mismos, totalmente separados de un Dios santo, y, como seres humanos
incapaces de hacer algo por nosotros mismos para escapar del infierno, así,
comprendiendo la invitación divina, vinimos a Cristo. Nuestra motivación fue
ser salvos y escapar del castigo. Sin embargo, sin recibir un entendimiento
claro de que la salvación es apenas el inicio de nuestra santificación, no
comprendimos que es un asunto de la gracia de Dios de principio a fin: “siempre
en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros, por vuestra
comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora; estando persuadido
de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta
el día de Jesucristo” (Filipenses 1:4-6). Estando en esta etapa, frente a la
grandeza del amor de Dios, nos dijimos, ¡no puede ser!, creo que yo debo hacer
algo por mí mismo. Y andamos por el mundo, envueltos en un activismo religioso
sin sentido, enfocados en nosotros mismos y con una motivación de recompensas y
castigos. Si me porto bien, Dios me premia, si me porto mal, me castiga.
¡Imposible tener paz con Dios, y con nosotros mismos!
Por otra
parte, tenemos la etapa dos de nuestro crecimiento en la gracia; nuestro
enfoque son los modelos de hombres y mujeres que admiramos en la vida
cristiana; queremos seguir las demandas de la vida cristiana imitando las vidas
de otros. Esto no es malo en sí, por cuanto eso fue lo que Pablo le pidió a sus
discípulos: ”Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1
Corintios 11:1); “y vosotros vinisteis a ser imitadores de
nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con
gozo del Espíritu Santo” (1 Tesalonicenses 1:6). Lo sé, ¡usted nunca se propuso
que en su imitación de esos modelos de hombres y mujeres santos, llegaría
también a ser modelos para otros! Por supuesto, ser modelo de otros demanda el
saber que no somos merecedores de tanto honor, pero también exige mucha
responsabilidad.
Esto nos
lleva a considerar la etapa numero tres: No hacemos las cosas, ni por temor al
castigo ni por obtener un premio, tampoco siguiendo a modelos humanos que, tal
y como nosotros mismos, pueden fallar; nuestro enfoque no es seguir una ley,
sino los principios. Nuestra motivación es la responsabilidad. Ahora bien, esta
tercera etapa de la gracia debiera ser la vida cristiana normal como el Apóstol
lo dice en Gálatas 2:20: “con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo
yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe
del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. En esto
consiste la victoria final: ¡Morir deliberadamente a nosotros mismos!, y
permitir a JESÚS vivir su vida a través de nosotros. ¡Es imposible vivir la
vida cristiana por nuestros propios esfuerzos! Es muy distinto cuando en una
acción deliberada e intencional, acudo al Señor a cada momento, como un estilo
de vida y vengo a Él continuamente para que ser “miembro de su cuerpo, de su
carne y de sus huesos” (Efesios 5:30; RV60). Diciendo la verdad, muchos
cristianos nacidos de nuevo nunca llegarán a esta etapa, ni tampoco quieren
hacerlo. De todos modos, habiendo acudido a JESÚS y arrepintiéndose de sus
pecados son salvos. ¡Nos veremos en la gloria! Pero, sin duda, una vida
cristiana en la etapa tres es una vida victoriosa aquí en la tierra y podrá
impactar a otros y hasta llegar a ser modelo, pero ese no debe ser nuestro
enfoque ni nuestra motivación, sino la responsabilidad de quiénes somos y lo
que hacemos bajo la dirección de Dios, esforzándonos en la gracia de nuestro
Señor Jesucristo, y por eso, poder decir: “En cuanto a mí, jamás se me ocurra
jactarme de otra cosa sino de la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien
el mundo ha sido crucificado para mí, y yo para el mundo” (Gálatas 6:14;
NVI).
Oración:
¡Bendito Señor eterno! Me asomo al océano de tu
gracia y me siento como una gota de agua que tú has redimido para ayudar a
otros. Ayúdame Señor a morir para que vivas Tú en mí. En el nombre de JESÚS,
amén.
Perla de hoy:
Cuando descubras y experimentes vivir bajo el poder
de la gracia de Dios, no podrás permanecer en silencio.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento por obedecer?
¿Existe
un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para
llevarlo conmigo?
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