Francisco Aular
Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen
despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que
las aves? Lucas 12: 24 (RV60)
Se cuenta
que dos gorriones estaban en un jardín felices saltando de rama en rama,
comiendo por aquí y por allá, y atendiendo a sus respectivos polluelos, en eso,
vieron a los dueños de la casa, afanados, discutiendo sobre la carestía de la
vida, lo caro de la educación de los hijos, su falta de ropas nuevas y un sin
fin de inquietudes en cuanto al futuro. Entonces, un gorrión le dijo al otro:
“¿Será que ellos no tienen el mismo Creador que nosotros?”…
“¿No valéis
vosotros mucho más que las aves?” Es la pregunta que el Señor les hace a sus
discípulos, para que definitivamente se alejen de la creencia tan popular de
que la felicidad está en las posesiones de la vida, en tener, en poseer, en
dominar lo material. Aunque la comida, el vestido y el techo son importantes,
sin duda, Dios proveerá para nuestras necesidades, nos dará fuentes de trabajo,
ideas para superarnos y posibilidades para que no nos falte nada. Dios no
nos impide que seamos prósperos, al contrario, Él quiere que nos superemos y en
grande; Él nos llevará de su mano hacia el triunfo. ¿Por qué entonces afanarse?
En efecto, los afanes angustian y torturan hasta el punto de paralizar. En
realidad, debería ser lo contrario, así como las aves, debemos comprender que
Dios les provee el alimento, pero no se los lleva al nido. Nada puede hacerse
en medio de la angustia, como no sea el dar lástima, sin embargo, la necesidad
puede abrir oportunidades nunca soñadas para emprender algo grande en la vida y
lograrlo. La necesidad hace ver el trabajo como una manera digna de ganarse el
sustento, de sostener el hogar y educar a los hijos. Repito: ¡Dios siempre va a
suplir las necesidades de sus hijos cuando vea el entusiasmo con el que asumen sus
tareas! No existe trabajo tan humilde como para que no merezca ser emprendido;
al obrero entusiasta y que trabaja “como para el Señor”, Dios los va a
bendecir.
Por ello, es
fácil comprender que el afanarse es incompatible con la fe viva en un
Dios proveedor. La mayoría de los grandes hombres y mujeres de la humanidad, y
personajes bíblicos no nacieron en cunas de oro: David era un simple pastor de
ovejas, Gedeón, un labrador, Amós, un campesino, JESÚS un carpintero, Pablo
hacedor de tiendas, Cristóbal Colón fue hijo de un obrero, Cervantes, un simple
soldado. Podría continuar la lista, pero ésta revela que un origen humilde, más
que una desventaja, muy a menudo, es un motivo para luchar con empeño y
nobleza.
Al final de
nuestra vida, nuestro éxito consistirá en haber vivido para la gloria de Dios,
y hacer felices a los que nos rodearon en nuestro breve transitar por este
mundo. Somos felices al vivir contentos con lo que el Señor nos da, al hacer
nuestro el lema del sabio Salomón: Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí;
No me des pobreza ni riquezas; Mantenme del pan necesario. Proverbios 30:8 (RV60).
Oración:
Amado Padre Celestial:
Te saludo en este día con alabanzas a tus
atributos eternos y acciones de gracias por todo lo que has hecho por mí. En el
nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
¿En dónde
estarán nuestros problemas dentro de cien años?
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento a obedecer?
¿Existe
un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para
llevarlo conmigo?
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