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Lectura
devocional: 2
Corintios 8:7-11
Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor
a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis
enriquecidos. 2 Corintios 8:9 (RV60)
Nuestro Señor Jesucristo se hizo pobre siendo rico y
de esta manera se identificó con nosotros, los seres humanos. Yo sé lo que es
la pobreza social. En forma graciosa lo cuento así: “Nosotros éramos tan pobres
que los pobres nos ayudaban…” sin embargo, nuestra pobreza mayor era la espiritual. En efecto, nací y
crecí en medio de livianos conceptos del cristianismo, pero la Navidad llegaba
hasta la montaña en que nací, y a su manera, mis padres y mi abuelita me
contaban esa historia mientras yo me sentaba sobre sus piernas; ellos me
hablaban de JESÚS en Navidad, y lo mismo ocurría en la Semana Santa; hoy sé que
fueron tradiciones humanas en que aquellos, mis antepasados, creyeron, pero esa
pequeña luz empezó a iluminarme hasta que yo mismo pude ir a la fuente misma, y
por la gracia de Dios, convertirse en una doctrina para la cual he vivido. Por
extraño que parezca, los primeros a los cuales llevé la luz fueron,
precisamente, a mis familiares. Mis padres y mi abuelita murieron en el SEÑOR.
¡Qué declaración más asombrosa: Nuestro SEÑOR
JESUCRISTO “se hizo pobre siendo rico”! Esto nos lleva a una pregunta inevitable:
¿En donde estaba el SEÑOR JESUCRISTO antes de venir a la tierra? En el lugar
que los cristianos llamamos el cielo, allí, en medio de la gloria del Padre,
moraba el Hijo: “Ahora, Padre, llévame a la gloria que
compartíamos antes de que comenzara el mundo.” (Juan
17: 5, NTV), ¡sí, ese lugar era la morada de JESÚS hace dos mil años! Allí,
JESÚS se paseaba entre las alabanzas, vítores y honores de los moradores del
cielo. Cuando iba por las calles doradas de la ciudad celestial, los seres
angelicales de todos los rangos le hacían la venia, se quitaban sus elegantes y
costosísimos mantos al igual que sus coronas de lirios y los echaban a sus
pies. Ahora bien, en ese lugar indescriptible e inefable hacía falta alguien:
El ser humano.
Pues bien, la Biblia nos explica
cómo Dios formó al ser humano para que viviera con Él en la eternidad futura
pero debido a la desobediencia de nuestros primeros padres, perdimos el
Paraíso. Así que en el panorama de la salvación ya se contemplaba que Dios se
encarnara en forma humana para hacer posible que el ser humano recobrara el
Paraíso perdido: “Porque así como por la desobediencia de
un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la
obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.” (Romanos 5:19,RV60).
Lo reafirmo: La Biblia nos dice
que el ser humano desobedeció y se tornó enemigo de Dios. Eso hizo necesario
que Dios mismo tomara la forma humana y “se hiciera pobre siendo rico”, para,
desde allí, recobrar al hombre perdido y retornarlo al plan original de Dios
para el ser humano, hacerlo parte de Su familia: “Por lo tanto, ustedes ya no son extraños
ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de
Dios.” (Efesios 2:19. NTV). Así,
podemos decir que JESÚS se hizo pobre por amor.
Oración:
¡Gracias por habernos incluido en tu plan eterno de
salvación! Gracias porque cumplido el tiempo de la promesa de la Encarnación de
tu Hijo amado, hiciste posible por tu gracia hacernos parte de tu reino
celestial. Y por tanto, en estos días difíceles para tu Iglesia en la tierra,
podemos decir: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también
en la tierra.” En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
SEÑOR, gracias por hacerte pobre
para hacerme rico y comprarme un lugar en el cielo. ¡Bendito seas y alabado
para siempre!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de
su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual
pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por
aprender?
¿Existe alguna bendición para
disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por
obedecer?
¿Existe
algún pecado por evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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