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Lectura
devocional: Amós 2:6-10
Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Israel, y por
el cuarto, no revocaré su castigo; porque vendieron por dinero al justo, y al
pobre por un par de zapatos. Amós 2.6 (RV60)
El
asombroso mensaje de Amós como los otros grandes profetas de Israel, fueron
dados por Dios para afectar a la generación que los escucharon, y las del
futuro… ¡y también al estudiarlos nos damos cuenta cuán poco hemos cambiado los
seres humanos! ¡Por eso, la predicación es pertinente hoy y su Mensaje actual
es el juicio de Dios sobre esta generación-alejada de la Palabra de Dios-, en
cada ocasión presentar a JESUCRISTO como nuestra única esperanza!
Leamos, lo
que nos dice Amós: porque vendieron por
dinero al justo, y al pobre por un par de zapatos. ¡La avaricia es uno de
los caminos que al maligno ha
señalado para el caos que estamos viendo y viviendo, en el mundo de hoy!
Sin embargo,
para una mejor comprensión de nuestro tema, es importante la siguiente definición de
avaricia: “Del latín avaritia,
la avaricia es el afán o deseo desordenado y excesivo de poseer riquezas
para atesorarlas. Desde un punto de vista religioso se trata de un pecado y de
un vicio ya que trasciende lo lícito y lo moralmente aceptable.” ¡Tanto Israel
al norte como Judá al sur se habían corrompido!
“Por tres pecados de Israel, y por el cuarto, no
revocaré su castigo.” Como ya fue explicado en otro lugar esta expresión, me
hace recordar a ciertas madres que le dicen a sus niños: “¡Te lo he dicho una y mil veces!”... Los
pecados de la casa de Israel, eran tantos que era imposible señalarlos, como
dice un comentarísta bíblico: “La
expresión, por lo tanto, denota no una cifra pequeña de delitos sino un sinfín
de impiedades en su peor forma…"
En mi
primer pastorado conocí a un rico comerciante que trabajaba las veinticuatro
horas del día al frente de la caja registradora de su muy concurrido
restaurant. ¡No dejaba que nadie manejara su dinero! Le hablé del evangelio una
y otra vez, siempre me respondió: _ “pastor me gustaría acompañarlo a su
iglesia pero ya ve que soy un esclavo de este negocio…”. Este hombre no era de
mal corazón, lo vi hacer el bien muchas veces. Inclusive a nosotros a Mary y a
mí, con nuestros dos niños y al saber que yo era el pastor de una iglesia cuyo
templo estaba cerca, pero que era estudiante todavía en el Seminario, varias
veces, nos brindó alguna comida. Solo tenía un problema: le gustaba contar y
atesorar su riqueza. ¡Era su unico placer en la vida! Hasta que su salud se
deterioró y al descubrir que todo su dinero no podía comprarle su salud, no
tuvo valor para enfrentar el sufrimiento que le venía encima y una noche, se
suicidó. ¡Cuánto dolor nos produje aquella noticia!
La
avaricia es probablemente la causa de muchos males del mundo moderno. La
avaricia es la madre de la corrupción de los gobiernos y la sociedad. La
injusticia social que se le hace a los trabajadores en el mundo es la hija de
la avaricia de los dueños de las fuentes de trabajo. No importa a quienes me
pueda llevar por delante con tal de ver mi capital en aumento, parece ser el
lema del avaro. Esto hace que los obreros del mundo se unan y luchen por sus
propios intereses.
Por lo
demás, sistemas antagónicos económicos han estado en pugna en toda la larga
historia del ser humano en este planeta. Pero la verdadera justicia social no
la veremos mientras que en el corazón humano sea hecho de nuevo por el poder
del Espiritu Santo. Porque cuando nosotros hacemos al dinero nuestro esclavo es
una bendicion, pero cuando el dinero es nuestro amo, es un problema.
¡Que bendicion
para la obra del SEÑOR es y serán esos amados pudientes que tiene el talento
para hacer riquezas y el privilegio de ser dadores!
Creo que
la bendicion mas grande de mi vida lo constituyó el haber conocido al Señor en
una iglesia que me enseñó a diezmar y dar para la extensión de reino de Dios en
la tierra, cuando era un joven de dieciocho años. Porque diezmar y ofrendar
cierran la puerta a la avaricia.
Mi pequeña
pero inolvidable Misión Bautista Emanuel de Chacaíto, al Este de Caracas, me
enseñó a mirar alrededor y saber que tarde o temprano tendré que dejar todo e
ir a la presencia de Dios, y dar cuenta allí de lo que se llama la mayordomía,
es decir, la correcta adiministracion de los talentos, posesiones y de la vida
que Dios me dio al nacer y que dejaré al salir de aquí. Es cierto todavía no
soy rico como lo mide el mundo, pero sí puedo decir como el salmista:
“Joven fui, y he envejecido, Y no he
visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan. En todo tiempo
tiene misericordia, y presta; Y su descendencia es para bendición.” (Salmos
37:25,26,RV60).
Por lo demás
siempre esta verdad bíblica la debemos llevar con nosotros, los juicios
temporales y eternos de Dios como los predicó el profeta Amós, son
inescapables. ¡No tenga envidia, ni celos ni miedo a los gobernadores de hoy!
Miles de reinos vinieron, y se fueron, la avaricia y soberbia con la cual
gobernaron, se fueron con ellos. En esto pensó el poeta José Mora (Cádiz,
España 1783-1864), cuando escribió el himno, “Dad a Dios inmortal alabanza”,
una de sus estrofas dice:
“¡Al Señor
de señores dad gloria/ Rey de reyes, Señor sin segundo!/ Morirán los señores
del mundo,/Mas su reino no acaba jamás.” (#12 HB, CBP,1990).
Vengo delante de ti SEÑOR y te confieso mis pecados y
de las naciones de este mundo en el cual vivo. Permite que estos pueblos
regresen a ti arrepentidos, y perdónamos porque ahora estamos sufrimiento el
juicio tuyo, pero eres amplio en perdonar y por eso te busco, y te pido que me
ayudes en medio de estos tiempos ser un portavoz de tu verdad, la fe, el amor y
la esperanza. En el nombre de JESÚS. Amén.
Pidale al Senor que le permita el privilegio de ser
ante todo, un dador.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de
su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual
pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por
aprender?
¿Existe alguna bendición para
disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por
obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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