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Lectura devocional: Amós 2:4-10
Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Judá, y por
el cuarto, no revocaré su castigo; porque menospreciaron la ley de Jehová, y no
guardaron sus ordenanzas, y les hicieron errar sus mentiras, en pos de las
cuales anduvieron sus padres. Amós 2.4
Amós,
quien vivió unos setescientos años antes de CRISTO, profetizó desde Judá, en el reino del sur pero el mensaje iba
dirigido principalmente a Israel en el reino del norte. Amós no tenía como
profesión ser profeta porque él era un trabajador del campo al cual Dios llamó
y le dio el Mensaje que debería anunciar a Israel, el pueblo que en medio de gran
prosperidad, se había olvidado de Dio y Su Palabra.
En los
versículos de hoy, el mensaje de Amós va dirigido a ambos pueblos, tanto a los
del norte como a los del sur; el juicio que anuncia esta vez es contra la idolatría
que los habia inundado, la desobediencia y la apostasía que les había alejado
de Dios. En efecto la expresión: Por tres
pecados de Judá, y por el cuarto, no revocaré su castigo, se refiere a la
interminable lista de pecados en los cuales tanto los gobernantes como los
pueblos habían caído. ¡El juicio les llegaría! Y la historia corrobora el
cumplimiento de la profecía cuando Dio usa a dos imperios –asirio y babilónico-
de aquellos tiempos para llevarlos a la guerra y al perder, dichos imperios los
esclavizaron, hasta que se arrpintieron, volvieron a Dios y Él, los perdonó.
Ciertamente,
la inmoralidad, la injusticia contra los pobres, la idolatría, la corrupción en
medio de la prosperidad material y la arrogancia hundieron tanto a Israel como
a Judá, en los días en que el profeta vivía. Se puede apreciar que el mundo, el
demonio y la carne se aprovechan de nuestra desobediencia para minar nuestra
fortaleza espiritual. Desobediencia fue el motivo de la caída del primer Adán y
también de nuestros tropiezos en la vida cristiana.
No debemos
echar a un lado nada que la Palabra de Dios aconseje, pero nuestro versículo de
hoy es una alerta que no debemos eludir por nada del mundo. Somos discípulos
del SEÑOR JESUCRISTO y la obediencia fue Su estilo de vida. Nosotros no podemos
obrar de otra manera porque la gracia y la responsabilidad cristianas van
juntas. Sin obediencia no hay salvación porque somos salvos porque obedecimos
al Senor en su mandato de arrepentirnos y confiar en él para vida eterna. Ahora
ya salvos, hemos sido comisionados por Él para que vayamos y hagamos discípulos
que lo amen y lo obedezcan. No podemos ser padres de familia desobedientes al
Señor poque enjendraremos hijos desobedientes al Señor. Esta misma verdad se
aplica en el terreno de nuestro ministerio cristiano. No podemos ser discípulos
desobedientes porque enjendraremos discipulos desobedientes también. Lo que
nuestra generación nos vea ser y hacer, eso mismo serán y harán ellos. ¡El
discipulado es contagioso! Solo seres humanos santos enjendrarán discípulos
santos. No olvidemos tarde o temprano, Dios hará un juicio a la desobediencia.
Oración:
Vengo delante de ti SEÑOR y te confieso mis pecados y
de las naciones de este mundo en el cual vivo. Permite que estos pueblos
regresen a ti arrepentidos, y perdónamos porque ahora estamos sufrimiento el
juicio tuyo, pero eres amplio en perdonar y por eso te busco, y te pido que me
ayudes en medio de estos tiempos ser un portavoz de tu verdad, la fe, el amor y
la esperanza. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La
obediencia a Dios y Su Palabra nos mantendrán con la luz de la esperanza.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda
aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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