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Pasaje
devocional: Marcos 14:3-9
Les digo la verdad, en cualquier lugar
del mundo donde se predique la Buena Noticia, se recordará y se hablará de lo
que hizo esta mujer. Marcos 14:9 (NTV)
El 22 de noviembre de 1963 el presidente John F. Kennedy fue
asesinado por Lee Harvey Oswald en Dallas, Texas. En efecto, hoy se cumplen 55
años de su muerte. Recuerdo que seguí todas las noticias iniciales por la
televisión del restaurante Splendor,
que estaba situado de Reducto a Municipal de la ciudad de Caracas, al frente
del Estudio fotográfico, Luz y Sombra, en donde yo trabajaba. Más de cinco décadas
han pasado y la secuela de aquel magnicidio todavía se puede palpar, tanto en
la política estadounidense como en
el plano internacional.
Ahora
bien, tanto el presidente John Kennedy como los otros personajes históricos que
han sido asesinados hubieran sabido que la muerte los esperaría en cierto
lugar, nunca habrían emprendido el viaje que sería final. En cambio, el único
ser humano que ha existido que sabía cuándo y cómo habría de enfrentar la
muerte es JESUCRISTO, y, Él, por su propia voluntad, nació como nadie nació,
vivió como nadie vivió, murió como nadie murió, pero también resucitó como
nadie resucitó, y ahora esperamos su pronto retorno, cuando, desde el cielo,
nos llame para irnos con Él.
Pues
bien, sin duda, hace dos mil años, JESUCRISTO tuvo muchos amigos y discípulos
que lo amaban, lo trataban y honraban como SEÑOR y SALVADOR, y en virtud de
ello, le brindaron hospitalidad y se entregaron a Él con todo lo que eran y
poseían. Entre Sus amados estuvieron tres hermanos: Marta, María y Lázaro de
Betania. Hoy veremos lo que hizo María para agradecer a JESUCRISTO todo su amor
y amistad, porque le entregó una ofrenda de todo corazón.
En
Betania habían otros amigos que como “Simón el leproso” también le brindaban su
hospitalidad. Esa es la ocasión del pasaje devocional de hoy. Faltaban tres
días para que JESUCRISTO experimentara la terrible muerte por crucifixión. Él
lo sabía. Y agradeció que María le trajera: Una ofrenda de todo corazón.
En aquel
tiempo existía la costumbre judía de ungir con perfume a los muertos, y después
quebrar el frasco y sepultarlo con el cadáver; era el mejor homenaje que se
podía hacer a la memoria del muerto. El SEÑOR JESÚS hace alusión a esto, al
defender a aquella mujer que lo ha honrado al quebrar el “vaso de alabastro de
perfume de nardo puro de mucho precio”, y verterlo todo sobre la cabeza del
Señor: “Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo
para la sepultura”. Esta preciosa historia nos muestra el amor en acción. El
Evangelio de Juan, nos dice que esta mujer era María quien en todos los relatos
de los Evangelios, se caracterizó por tener al Señor JESÚS como prioridad en su
adoración. JESUCRISTO a pocas horas de dar Su vida por ella y por nosotros,
aceptó de María: Una ofrenda de todo corazón.
Mi padre
nos decía a todos en la casa: “Si van a rendir algún honor a alguien, háganlo
mientras viva la persona que será honrada”, obviamente, él creía en ese tiempo,
que después de la muerte no había nada. Sin embargo, el SEÑOR JESUCRISTO tenía
la visión de que la Buena Noticia de la salvación por fe al pecador llegaría a
todo el mundo, y con ello, el relato de lo que María había hecho por Él. ¡Hoy y
por este escrito se ha cumplido una vez más, dicha promesa! Esto nos enseña que
ningún esfuerzo que hagamos a favor del SEÑOR de la obra, lo perderemos. Por
esa razón cualquier gesto de amor por nuestro SEÑOR y SALVADOR debe ser: Una
ofrenda de todo corazón.
PADRE ETERNO:
Una ofrenda de todo corazón,
quiero darte mi amado JESÚS.
Te la entrego con todo mi
amor,
¡envuelta con mi gratitud!
Rompo el frasco y libero el
olor
porque sé que marchas a la
cruz.
Que alivie tus heridas SEÑOR
y me perdones con la
multitud.
¡Quiero contigo subir al
Calvario
y sufrir allí al pie de la
cruz!
Que no mueras allí solitario…
¡SEÑOR, yo quiero morir como
tú!
Una ofrenda de todo corazón,
quiero darte mi amado JESÚS.
Te la entrego con todo mi
amor,
¡envuelta con mi gratitud!
(Francisco Aular, 221118).
Perla de hoy:
Cuando amamos al SEÑOR JESUCRISTO, ningún
esfuerzo que hagamos por Él y para Él es en vano.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda
aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe
algún pecado por evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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