Francisco Aular
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MIÉRCOLES, 11 de enero de 2023
Lectura devocional: Mateo 4:1-4; Juan 6:47-59
Él respondió y dijo: Escrito esta: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Mateo 4.4 (RV60) Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. (Juan 6:51(RV60).
Fuimos a visitar a la nueva creyente al siguiente día de su conversión. El equipo de evangelización estaba lleno de expectación porque en la primera visita que le hicimos a aquella familia, mostraron que estaban hambriéntos de DIOS. Cada miembro de la familia, habían nacido de nuevo al aceptar a JESÚS como SALVADOR y SEÑOR. Frente a aquella decisión asumida, mostraron una seguridad espiritual que nos había dejado asombrados a todo el equipo evangelizador.
María Elena, era la hija mayor de aquella familia, estudiante universitaria. Ella estaba con su familia y su novio quien la visitaba. Como lo dije antes, toda la familia había hecho la decisión por CRISTO, menos el novio de María Elena. El joven, estudiante de filosofía y confesándose ateo, se burló de nosotros. No nos dejamos llevar por sus comentarios.
Proseguimos con el mensaje, la Palabra de SEÑOR, fue el pan sobrenatural que comimos y compartimos y dio resultado. Nos comprometir, ir el día siguiente para seguir estudiando la Biblia.
En efecto, al día siguiente, ninguno del equipo de tres que los habíamos evangelizado, quiso perderse aquel primer encuentro con el discipulado inicial. La familia nos atendió y nos explicaron que esa noche, después de nuestra salida, ellos siguieron comentando la decisión tomada. ¡Estaban felices! Nosotros también porque entre otras cosas, nos habían preparado una deliciosa cena para nosotros…
El joven autosuficiente -el novio de la chica, llegó-. Mientras comíamos él hizo gala de todos sus conocimientos intelectuales. Nosotros solo hablamos la Palabra de DIOS. Lo hicimos con amor pero bajo la convicción del Espíritu Santo. Pedimos permiso para retirarnos. Oramos y salimos.
Por otros cinco días seguidos volvimos a la casa. Nunca se me olvidará, la conversación que tuvimos con la familia y particularmente con María Elena:
—“Saben”, dijo ella. “Anoche estuve repasando la lección sobre la importancia de aplicar la Palabra de DIOS a nuestra vida diaria. Sobre todo, un versículo que habla del yugo desigual. La Biblia me habló muy claro. Llamé a mi novio y le pregunté si aceptaba el Regalo de la Vida Eterna, él dijo que no. Entonces, le dije yo tampoco puedo casarme contigo… Y, añadió:
—Quero que sepan que yo lo quiero. Pero amo más al SEÑOR”… Miré a los miembros de la familia y los miembros de mi equipo. No habían ojos secos en aquella habitación principal de la casa.
Por el camino de regreso a nuestro descanso, interrumpí el silencio solemne que nos envolvía a todos y les dije. Me he pasado la vida aconsejando a los solteros nacidos de nuevo, sobre esa misma verdad. Esta muchacha le llevó sólo unas horas, leerla, asimilarla y aplicarla sin otra ayuda que la propia Palabra. ¡Verdaderamente es el pan sobrenatural que alimenta a nuestro espíritu!
Oración:
PADRE ETERNO:
Hoy necesito tu dirección a través de tu Palabra para los asuntos que tengo que realizar. SEÑOR aliméntame con este pan sobrenatural al oír, leer, estudiar, memoriza, meditar y aplicarla. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La Palabra de DIOS es nuestro alimento sobrenatural ¡Buen provecho!
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