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Pasaje devocional: Mateo 5:38-42
Y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Mateo 5:41
—“Pastor, no puedo perdonar, las heridas recibidas son demasiado profundas”. Dijo la mujer delante de aquel hombre que justamente, -recién convertido- me había llevado su casa para hablar con su esposa a quien, él había hecho mucho daño durante el tiempo de la unión matrimonial. El perdón es ante todo una acción liberadora en que el ofendido se libera del otro.
Debo decir, que la historia de aquella pareja tuvo un final feliz. Un tiempo después, la mujer vino a CRISTO, y el ofensor tuvo paciencia y caminó varias millas con su esposa. Quise visitarlos nuevamente. Llevé conmigo un diácono de nuestra iglesia. Al llegar, sentí que nuestro amado JESÚS, había cambiado aquellas vidas. Ambos se pidieron perdón y perdonaron, se abrazaron y entre sus lágrimas, hicieron las paces. El diácono y yo, los rodeamos y conmovidos casi no podíamos orar. Aquella pareja y su familia después fueron de mucha bendición para ellos y para la iglesia en donde se hicieron miembros activos, hasta el presente.
En verdad, el perdón es un beneficio para las buenas relaciones con el prójimo y especialmente, es medicina para el que perdona. ¿Qué necesitamos para perdonar? Creo que valor y acción. Contaré una experiencia personal, yo todavía no era cristiano nacido de nuevo. Pero ver al perdón en acción, marcó mi vida en aquellos años. Aquí voy con el relato:
Desde el oriente venezolano, desde la ciudad turística de Carúpano, llegó a nuestra escuela una muchacha. No era bonita. Pero en su rostro había una sonrisa para todos nosotros. Llevaba en su cabeza un par de trenzas que como lianas negrísimas caían sobre su vestido de lunares en blanco y rojo.
Apenas hubo comenzado el año escolar, cuando el más atrevido del grupo al escuchar el acento oriental, le puso el sobrenombre: “Carúpano”. Desde allí nadie en verdad supo cuál era su verdadero nombre. Ella siempre son su sonrisa decía, por favor, no me llamen “Carúpano” Pero aquel muchacho no estaba dispuesto a que se le escapara su víctima, y se las averiguaba como burlarse de ella, todos los días. Y todos nosotros éramos sus cómplices, bien con risas o con nuestro silencio.
Transcurrió un año, y vino el terrible examen final. Era un requisito en aquellos días que, cada alumno trajera las hojas del examen, el lápiz, el borrador y el sacapuntas. El profesor, cerró la puerta y todos empezamos a temblar cuando nos dijo:
—¡Escriban!...
De pronto escuchamos la voz del malo del grupo, cuando nerviosamente afirmó: —“¡se me olvidó mi lápiz!”...
—¡Póngase de pie!-gritó el profesor-…Un frío nos congeló a todos, mientras un leve eco recorrió toda la clase: “¡Perderá el año!”. Allí estaba nuestro compañero de pie, temblando y sin palabras. De pronto del primer pupitre se levantó “Carúpano”, y dijo:
—“¡Con su permiso profesor!”…Y sin esperar la respuesta, quebró su lápiz nuevo en dos, rápidamente le sacó punta y fue en auxilio del compañero en apuros…Todos salimos bien.
Sin duda, magistralmente, “Carúpano” nos había enseñado otra vez su lección favorita de amor y perdón.
Al poner la otra mejilla, dejar también la capa y recorrer la otra milla, JESÚS nos dice que en el reino de DIOS en el cual andamos desde en día en que nacimos de nuevo, el resentimiento y la venganza están excluidos de nuestra manera normal de vivir.
En efecto, el cristiano nacido de nuevo, no debe ser víctima del rencor ni la práctica de la venganza sea cual sea el grado de la ofensa recibida. Caminar un poquito y hacerlo con gozo es ganancia y no pérdida. ¡Es un buen consejo para una buena salud, pregúntele a su médico!
¡Adelante, siempre adelante!
Oración:
PADRE ETERNO:
Vengo delante de ti y con la autoridad de tu perdón de mis pecados, te pido que me ayudes a pedir perdón y a perdonar. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Roguemos a DIOS que Él pueda amar y perdonar a través de nosotros.
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