Francisco Aular
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Lectura
bíblica: Juan 19:23-30
Después de esto, sabiendo Jesús
que ya todo estaba
consumado,
dijo, para que la
Escritura se
cumpliese: Tengo sed.
Juan 19:28 (RV60)
Tengo sed”
Francisco Aular
“Después de esto, sabiendo
Jesús
que ya todo estaba
consumado,
dijo, para que la
Escritura se cumpliese:
Tengo sed.”
(Juan 19:28)
SEÑOR, te veo morir allí
en el madero
rodeado de aquellos que
serviste.
Eres del mundo la luz y el
Cordero
el siervo sufriente,
humilde carpintero
que para salvarnos del
Cielo, viniste.
“Tengo sed” dijo JESÚS,
Ser tan bendecido
Creador de los mares, los
lagos y los ríos,
aquel que por nosotros
humillado y herido.
Tiene sed de nosotros y ha
del cielo, descendido
y ahora muere como el “Rey
de los judíos.”
“Tengo sed” exclama el
bienamado JESÚS
no puedo hablar de esta
palabra sin pasión,
al ver el rústico madero
de la cruz,
¡la muerte es absorbida
por la Luz,
teniendo con nosotros,
identificación!
“Tengo sed” es palabra que
resuena…
¿Cómo es posible que el SEÑOR
se identificara de manera
plena?
¿Y en vez de darnos una
condena
perdona para siempre al
pecador?
“Tengo sed” es el
antepenúltimo clamor
de Aquel que dio su vida
en una cruz
pero ahora, Él, es Fiel y
Verdadero
de los resucitados es el
primero…
¡Y bendito es el nombre de
JESÚS!
Josh MacDowell en su libro Evidencia que exige un veredicto dice:
“A través de todo el Nuevo Testamento, los apóstoles apelaron a dos sectores de
la vida de Cristo para establecer su calidad de Mesías. Uno fue la
resurrección, y el otro fue el cumplimiento de la profecía mesiánica”, de
hecho, he contado 35 profecías cumplidas en la última semana de la existencia
de nuestro amado JESÚS de Nazaret. Solamente el Viernes Santo, en 24 horas se
cumplieron, exactamente, 29 profecías. Son profecías que hablan de la traición,
tortura, muerte y sepultura de nuestro SEÑOR JESUCRISTO; éstas fueron
anunciadas en diferentes oportunidades, por distintos profetas y durante cinco
siglos hasta el año 500 a.C.
Por otra parte, el cumplimento exacto de la profecía, nos habla tanto de
la credibilidad de la Biblia, como que JESÚS es quien Él dijo ser:
“Yo soy el camino, y la verdad,
y la vida; nadie viene al Padre,
sino por mí” (Juan 14:6; RV60).
El hijo de DIOS Encarnado se ganó el derecho de ser llamado SEÑOR y
SALVADOR, y nos compró un lugar en cielo, el cual nos los da por Su gracia y
por nuestra fe y confianza únicamente en Él para nuestra salvación. Por ello,
el apóstol Pablo escribió:
“Dios los salvó por su gracia
cuando creyeron. Ustedes no
tienen ningún mérito en eso;
es un regalo de Dios.
La salvación no es un premio
por las cosas buenas que hayamos
hecho, así que ninguno de nosotros
puede jactarse de ser salvo.
Pues somos la obra maestra
de Dios. Él nos creó de nuevo
en Cristo Jesús, a fin de que
hagamos las cosas buenas
que preparó para nosotros
tiempo atrás” (Efesios 2:8-10; NTV).
Ahora bien, en esta Quinta Palabra se cumple el Salmo 69:21
“Me pusieron además hiel por comida,
y en mi sed me dieron a beber vinagre…”,
Juan, al escribir su Evangelio, hace repetidas referencias a la profecía,
y en efecto, ese Salmo de David es mesiánico. ¡Qué cuadro más terrible y
angustioso!, el Cristo, Soberano y Poderoso por cuya Palabra fueron hechos los
mares y los ríos, ¡tiene sed! ”Tengo sed” es una palabra de identificación
total con el ser humano y su necesidad física más vital. Es cierto que JESÚS
está padeciendo en la cruz sed física a causa de la tremenda deshidratación
producida por tantas horas de torturas y sufrimientos, pero también es cierto
que estamos en presencia de otro tipo de sed. Por ello, San Agustín decía que
JESÚS tiene sed, pero no solamente física, sino también una sed espiritual:
“Tiene sed de que se tenga sed de Él…”, en realidad fue esa sed por la
salvación del ser humano que nos puede explicar al DIOS que se Encarnó, que
derribó las barreras y cambió la historia de la salvación; esa sed explica su
gracia, su amor y misericordia, y extiende su oferta salvadora para que los
hombres y mujeres de todas las edades, conozcan su Mensaje y lleguen a Él, se
arrepientan de sus pecados y se rindan al Señorío de JESÚS.
“Tengo sed”, exclama JESÚS, el dador del “agua viva”. Juan, su discípulo
amado, debió recordar a JESÚS hablando con la mujer samaritana:
“Respondió Jesús y le dijo:
Cualquiera que bebiere de esta
agua, volverá a tener sed;
mas el que bebiere del agua
que yo le daré,
no tendrá sed jamás;
sino que el agua que yo le daré
será en él una fuente de agua
que salte para vida eterna”.
(Juan 4:13,14). J
“Tengo sed”… Es la quinta Palabra: ¡Cuánta identificación total con el
ser humano desde la cruz!, porque el DIOS al cual nosotros servimos, tiene sed
de nosotros. Ahora, nosotros debemos tener sed de Él, como lo dice el Salmo
42:1,2: “Como el ciervo brama por las
corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios,
el alma mía.
Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios vivo; ¿Cuándo vendré,
y me presentaré delante
de Dios?”.
Oración:
Amado JESÚS, derramaste tu
vida hasta la cruz para identificarte conmigo, ¡gracias por pensar y actuar por
mí, aun antes de la fundación del mundo. Me doy cuenta de las terribles
consecuencias de mi pecado pero tu sed por mi salvación y tu amor por mi,
hicieron posible que te identificaras totalmente conmigo y me salvaras.
¡Ayúdame a saber que seguirás trabando con tu martillo y cincel hasta perfeccionarme en tu presencia! Amén.
Perla de hoy:
¿Te identificarás
totalmente con JESÚS como Él se identificó contigo?
Interacción:
¿Qué me dice DIOS hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento
para llevarlo conmigo?
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