Francisco
Aular
faular @hotmail.com
Lectura devocional: Ezequiel 22:24-31
“Y busqué
entre ellos hombre que
hiciese vallado y que se pusiese
en la brecha delante de mí, a favor
de la tierra, para que yo no la
destruyese; y no lo hallé”.
Ezequiel 22:30 (RV60)
Comienzo por definir la palabra
brecha, según el Diccionario de la
Real Academia Española (DRAE):
· Rotura o abertura irregular, especialmente en una pared o muralla.
· Rotura de un frente de combate.
· Resquicio por donde algo empieza a perder su seguridad
· Herida, especialmente en la cabeza.
Las ciudades antiguas
eran protegidas de sus enemigos por muros, fortalezas, vallado: cerco formado por tierra
apisonada, estacas o tablas, usado para delimitar un lugar e impedir el paso a
él, puentes y puertas
inmensas difíciles de derribar. Pero la historia nos cuenta de casos en los
cuales, se hizo una brecha o abertura en el muro y por allí pudo entrar el
enemigo y vencer. Entonces, era necesario, concentrar allí en la brecha a los
defensores que se pusieran como muros humanos, en un último intento de detener
al enemigo.
En nuestro versículo de
hoy, el profeta Ezequiel, vivió en una circunstancia paracecida a la nuestra, en
estos días. Los grandes hombres de Israel habían desaparecido. La corrupción
estaba por todas partes: en los gobiernos humanos, así como la persecución y la
muerte a quienes no estaban de acuerdo con ellos. Aparte de esto, los hombres
que DIOS había puesto para hablar Su Palabra, se habían aliado con los
gobiernos de tal manera que prometían prosperidad cuando lo que venía era el
castigo divino. Aunque había sacerdotes y profetas, DIOS no podía confiar en
ellos, y por eso dice:
“Y busqué entre ellos hombre que
hiciese vallado y que se pusiese
en la brecha delante de mí, a favor
de la tierra, para que yo no la
destruyese;
y no lo hallé.”
(Ezequiel 22:30, RV60).
¡Ninguno de aquellos hombres daba la
cara delante de DIOS, por su pueblo, y por lo tanto, la desgracia venía sobre
ellos!
La gran necesidad del mundo de hoy es
la necesidad de que hombres y mujeres de DIOS nos pongamos en la brecha, entre
DIOS y los demás seres humanos. Lo que viene en los próximos años exigirá de
nosotros, -cristianos nacidos de nuevo-, que nos pongamos a proclamar como el profeta
Ezequiel, que le creamos a DIOS. La hora exige valentía moral, una renuncia
intencional a toda corrupción que nos rodea y un enfilarse hacia la voluntad de
DIOS, y ponerse en la brecha, pase lo que pase. En tal tarea, no se aceptan
renuncias porque DIOS no patrocina fracasos. Que tengamos la valentía moral
para ponernos en la brecha, pase
lo que pase. A lo largo y ancho de nuestras naciones, los cristianos nacidos de
nuevo vivimos momentos angustiosos de agitación, confusión, de hambre,
insalubridad y muerte. Tal vez, estemos mirando y esperando que salga otro ser
humano que nos ayude, pero no vendrá. ¡Llegó el momento de ponernos nosotros en
la brecha, es ahora o nunca! ¡Nadie puede detener a un pueblo que se pone en la
brecha y abre caminos en donde no lo haya, derriba los muros, establece puentes
y conquista su montaña para vivir para siempre en compañía de los suyos!
¡Vislumbro hambre de DIOS como nunca la habíamos visto en todas las naciones!
¡Nada de reservas! Es hora de unirnos. ¡Nada de retiradas! Todos somos
necesarios para el triunfo del Reino. ¡Nada de lamentaciones! No importa el
tamaño del enemigo, sea visible o invisible. Lo que sí importa es el tamaño de
nuestro DIOS. Él nos llama: ¡Ponte en la brecha!
Como lo dijo el gran poeta
puertorriqueño, José de Diego, en su famoso poema:
En la brecha
José de Diego.
¡Ah desgraciado, si el dolor te abate,
si el cansancio tus miembros entumece,
haz como el árbol seco, reverdece,
y como el germen enterrado, late.
Resurge, alienta, grita, anda, combate,
Vibra, ondula, retruena, resplandece…
Haz como el río con la lluvia ¡crece!
Y como el mar contra las rocas: ¡bate!
De la tormenta al iracundo empuje
No has de balar como el cordero triste,
Sino rugir como la fiera ruge…
¡Levántate! ¡Revuélvete! ¡Resiste!
Haz como el toro acorralado: ¡muge!
O como el toro que no muge: ¡embiste!
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Te alabo Padre porque eres bueno y tu misericordia es nueva cada
mañana. Los únicos bienes que poseo verdaderamente son tu salvación y tu gracia
para disfrutarla para siempre. Nada de lo que tengo alrededor se irá conmigo cuando salga de este cuarto y apague la luz. Hoy vengo
delante de ti con una oración de intercesión por un mundo extraviado de tu
voluntad. SEÑOR que te acuerdes de tus promesas de darnos una restauración
espiritual si nos humillamos y buscamos tu rostro, y nos arrepentimos de
nuestros malos caminos. Ayúdame a proclamar tu mensaje de vida en un mundo de
muertos espirituales. Hoy me pongo en la brecha, e intercedo por la humanidad
que no te conoce, delante de ti, con todo amor y respeto ante tu grandeza y
soberanía. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
El DIOS que sostiene al universo eternamente es el mismo DIOS que nos busca
para sostenernos en el ahora y en el futuro.
Interacción:
¿Qué me dice DIOS hoy por medio de
su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual
pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por
aprender?
¿Existe alguna bendición para
disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por
obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para
llevarlo conmigo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tus comentarios