Mis amados
todos:
Hoy
transmitiremos el Servicio de las Siete Palabras a cargo de siete pastores de
las iglesias de Visión 2020. En un momento como este de confinamiento en
nuestros hogares, reúna la familia y contemple con nososotros al JESÚS de la
Cruz; porque la Palabra de DIOS, será un bálsamo para su espíritu, alma y
cuerpo. Búsquenos en Facebook y Youtube, a la 1:00 PM, hora de Edmonton y 3:00
PM, hora de Toronto, gran parte de Estados Unidos y Venezuela. ¡Son las
Palabras de ayer para el Mundo de hoy! ¡Los esperamos!
Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Lucas 23:44-48
“--¡Padre, en tus manos encomiendo
mi espíritu!“.
Lucas 23:46 (RV60)
Cuando ingresamos al Seminario, Mary y yo, nuestro hijo Daniel, tenía 10 meses de edad. Así que creció
entre el hermoso compañerismo de nuestros amados profesores y alumnos. Cuando
tenía tres años, uno de mis compañeros lo subió a un muro y le pedía que se
lanzara desde allí y le prometía que lo recibiría en sus brazos, yo contemplaba
la escena; pero Daniel, no le hacía caso. Decidí intervenir, le extendí mis
brazos, y Daniel, sin ninguna duda, se lanzó con toda confianza, y allí abajo
lo esperé con mis brazos abiertos. Daniel, tuvo en su padre una confianza total.
Pues bien, aquí tenemos la oración de confianza total que JESÚS tuvo en
Su Padre Celestial. “¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!” es una
oración que los niños hebreos repetían por las tardes y aparece en el Salmo
31:5, posiblemente, JESÚS la aprendió desde niño. ¡Nosotros también como un
niño debemos depositar toda nuestra confianza en las manos de DIOS! ¿Por qué
JESÚS hizo esta oración? A causa de la Persona a la cual la oración se dirige;
igualmente a la seguridad de que el PADRE la recibiría y haría lo que JESÚS, le
pidió; JESÚS nos enseñó a vivir y a morir, sabiendo que el Dueño de esta parte
de la vida, también es Dueño de la otra vida.
Actualmente, la Persona a la cual nos dirigimos en oración es el PADRE,
por medio de JESÚS y en el poder del ESPÍRITU SANTO quien nos auxilia en medio
de las tribulaciones. JESÚS se dirige al PADRE porque de Él había venido y
volvía a Él como lo había enseñado en Su oración sacerdotal: “Yo te he
glorificado en la tierra;
he acabado la obra que me diste
que hiciese. Ahora pues, Padre,
glorifícame tú al lado tuyo, con
aquella gloria que tuve contigo
antes que el mundo fuese”.
(Juan 17:4,5)
¡Ese Hijo “había obedecido hasta la muerte y muerte de cruz” (Filipenses
2:5-11) Así el Hijo volvía confiadamente a la casa de Su PADRE.
Podemos tener la seguridad que una oración como esta es orar según la
voluntad de DIOS y por lo tanto, somos oídos por Él:
“Y esta es la confianza que tenemos
en él, que si pedimos alguna
cosa
conforme a su voluntad,
él nos oye”. (1 Juan 5:14, RV60).
Sí, no hay sitio mejor donde encomendarse uno que en las manos de DIOS.
Allí es el lugar de protección, de seguridad y esperar en la omnipotencia de
DIOS, lo que Él en Su gracia nos dé es lo mejor que nos puede ocurrir. ¿Cómo
podemos tener miedo a la muerte, sabiendo que durante toda la vida estuvimos en
Sus manos? Podemos repetir nosotros las palabras del salmista David:
“El SEÑOR es mi pastor, nada me faltará.
En lugares de verdes pastos me hace
descansar; junto a aguas de reposo me
conduce.
El restaura mi alma; me guía por
senderos de justicia por amor de
su nombre. Aunque pase por el
valle de sombra de muerte, no temeré
mal alguno, porque tú estás
conmigo;
tu vara y tu cayado me infunden aliento.”
(Salmo 23, NVI).
Del mismo modo, ¡JESÚS, el Buen Pastor estará con nosotros en nuestra
hora final, nuestro salto de esta vida a la otra, no será un salto al vacío
porque Él nos espera con sus brazos abiertos para pastorearnos para siempre!
Conjuntamente con el madrileño Félix Lope de Vega (1562-1635) podemos decir:
Pastor que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño,
Tú que hiciste cayado de ese leño,
en que tiendes los brazos poderosos,
vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y la palabra de seguirte empeño,
tus dulces silbos y tus pies hermosos.
Oye, pastor, pues por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.
Espera, pues, y escucha mis cuidados,
pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás para esperar los pies clavados?
¡El Pastor divino está esperando por nosotros! Porque nadie entrará al
cielo contra su voluntad. ¡Allí estaremos los que queremos estar! Una vez allí
al depositarnos para la salvación eterna en los méritos de CRISTO, tendremos en
todas las circunstancias de la vida presente la confianza en que DIOS está con
nosotros, y al final como nuestro SEÑOR una confianza total en el PADRE.
En su libro “Milagros en la vida de un pastor”, el pastor venezolano
Germán Núñez Bríñez, relata los últimos momentos de vida de la hermana Siomara
Guerrero de Núñez, su esposa, lo narra así: “Dos días antes de entregar el
espíritu al Eterno, la visitó el reverendo José Feliz Liscano (…) “¿cómo está
doña Siomara?-Ella no tenía fuerzas para contestar, pero haciendo un esfuerzo
inaudito, acumulando el resto de energías que le que le quedaban exclamó:
-“¡Muy feliz!”-. ¡Qué les parece! Devorada por un cáncer y en el umbral de la
eternidad, y sin embargo muy feliz. Esa felicidad no la da la filosofía, ni la
ciencia física, ni la religión. Sólo el Salvador Jesucristo.”
En otras palabras, nuestra amada hermana Siomara, al igual que millones
de cristianos de todos los siglos y hasta cuando nos reunamos con Él, repetimos
sus mismas palabras: “--¡PADRE, en tus manos encomiendo mi espíritu! ¡La muerte
física de un cristiano nacido de nuevo, no es un salto al vacío! ¡De todas las
visiones que ponen de manifiesto el amor de DIOS, el CRISTO crucificado es
única porque expresa en sí misma que podemos depositar en Él, una confianza
total!
Oración:
Amado PADRE Celestial:
¡Gracias por enviar a tu HIJO amado! Sé que desde principio a fin de Su
preciosa vida en esta tierra, anduvo conforme a tu voluntad. Él tuvo todo el
tiempo confianza total en tu plan de salvación para el pecador, desde el
pesebre hasta la cruz. Ayúdame Señor a vivir para tu honra y gloria como muestra
de mi gratitud a mi SEÑOR y SALVADOR. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
No existe una confianza más segura que descansar totalmente, en las manos
del Padre eterno.
Interacción:
¿Qué me dice DIOS hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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