Francisco
Aular
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Lectura devocional:
Deuteronomio 18:9-14
Cuando entres en la tierra que te da el Señor
tu Dios, no imites las costumbres abominables de esas naciones. Nadie
entre los tuyos deberá sacrificar a su hijo o hija en el fuego; ni practicar
adivinación, brujería o hechicería; ni hacer conjuros, servir de médium
espiritista o consultar a los muertos. Deuteronomio 18:9-11(NVI)
Si usted tiene delante de sí algún
medio informativo que diga lo que está ocurriendo en el mundo entero, las última
24 horas o en las últimas semanas, verá que las noticias son tan aterradoras que usted
puede preguntarse, si lo que nos está ocurriendo, es: ¿Mentira o realidad? ¡Ciertamente
que el mismo infierno se abrió de par en par y el mismísimo Satanás anda por el
mundo entero –su reino actual- haciendo el mal con gran furia y en gran escala!
Porque uno de los recursos que emplea Satanás para “engañar, destruir y matar”
es precisamente embaucar a este mundo entero y ¡hacerles creer que él no existe! Pero la Biblia nos advierte que
el diablo es real y está activo como nunca porque sabe que estamos viviendo los
últimos tiempos: “Pero el terror vendrá sobre la tierra y el mar,
pues el diablo ha descendido a ustedes con gran furia, porque sabe que le queda
poco tiempo”. (Apocalipsis 12:12b,NTV).
De hecho, los acontecimientos de los últimos cincuenta años demuestran que
la política, las ideologías, las religiones, la cultura, el humanismo, la
postmodernidad y aún el progreso
científico y tecnológico, no nos han
conducido a una clase de Paraíso recobrado, por el contrario, estamos
arrastrando la consecuencias del paraíso perdido, en el cual, nuestros primeros
padres, cambiaron la verdad por la mentira, es decir, hicieron un mal negocio
con Satanás, el padre del engaño y la mentira; desde entonces, nacemos,
vivimos, nos reproducimos y morimos en su territorio. Desde esos comienzos de
la humanidad, los seres humanos están “muertos en sus delitos y pecados”
(Efesios 2:1,2); ciegos “en los cuales el dios de este siglo cegó el
entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del
evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:4);
nuestro hermano Pablo escribió a su discípulo lo siguiente: “que con
mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizás Dios les conceda que se
arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están
cautivos a voluntad de él” (2 Timoteo 2:26 RV60). Con razón la Biblia dice: “Sabemos que somos de Dios, y que el
resto de la gente en el mundo está dominada por el diablo” (1 Juan 5:19, La
Biblia en lenguaje actual).
Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, Satanás, conjuntamente con
sus “principados” y “potestades” son presentados como realidades con dos
características principales: En primer lugar, como seres personales y
espirituales; y en segundo lugar, influyen en los acontecimientos de la tierra.
La pregunta que nos hacemos es ésta: todo esto de Satanás con sus potestades de
maldad y los poderes que se les ha dado es ¿mentira o realidad? Dios prohíbe
las prácticas del ocultismo con sus diferentes categorías: ni practicar adivinación, brujería o hechicería; ni hacer conjuros,
servir de médium espiritista o consultar a los muertos. Si la Biblia, prohíbe
tales practicas es porque son realidades espirituales que están en abierta
competencia con las verdades divinas, y frente a ellas Dios nos pide que
tomemos una decisión: “Yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la
muerte y el mal (…) escoge, pues, para que vivas” (Deuteronomio 30:15, 19). A
los que prefieran seguir atados a los malos espíritus, a sistemas religiosos
inventados por el hombre, o ideologías inundadas de practicas ocultistas, les
dice: “Me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas rotas
que no retienen agua” (Jeremías 2:13). La Biblia nos dice que el ser humano se
apartó de Dios, pero en Su plan eterno y por Su misericordia, el Señor lo busca
para salvarlo y sacarlo del río de la muerte y llevarlo al río de la vida. ¡Dios
se ha propuesto hacer al ser humano parte de Su familia para que esté con Él
para siempre!: “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino
conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19). ¡Dios
en estos últimos tiempos y conforme a Su plan eterno tiene grandes noticias
para nosotros los seres humanos!
En efecto, JESÚS bajó del cielo a la
tierra para llevarnos a Dios. Nosotros no podíamos salvarnos de las garras de
Satanás y sus poderes. Pero debemos tener en cuenta esto: Ciertamente, Satanás
es poderoso; pero Dios es Todopoderoso. Sí, es verdad los poderes de la maldad
son grandes, y movieron a los gobernantes tantos políticos como religiosos para
llevar a JESÚS a la terrible muerte de la cruz; pero precisamente allí, en la
cruz, el Señor canceló la cuenta que nosotros los seres humanos no podíamos
pagar por nuestra salvación, y nos compró con Su preciosa sangre un lugar en el
cielo para nosotros: “Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos
todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente
por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola
en la cruz. Desarmó a los poderes y a las potestades, y por
medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile
triunfal” (Colosenses 2:13-15 NVI). ¡Existe, la libertad y esperanza solamente
en CRISTO!
Oración:
Bendito Padre Celestial:
En esta hora te alabo por tu amor y misericordia, al
darme el regalo de la vida eterna, por el cual, el triunfo de tu amado Hijo en
la cruz es mi triunfo y hoy soy más que vencedor. Ahora, sé que el maligno no
puede tocar sin tu permiso, nada de lo que me has dado. Mi gratitud es en el
Nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Aunque la existencia de poderes
infernales es real, Dios cambia cualquier ataque de ellos, en triunfo.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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