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Lectura devocional: Juan 14:22-26
Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en
mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he
dicho. Juan 14.26
La noche era oscura
y la lluvia caía fuertemente sobre el techo de mi pequeño auto que no andaba
muy bien por aquellos días. Los niños dormían, y mi esposa me alertaba sobre el
camino, en realidad, no estábamos muy lejos de donde vivíamos, pero lo que
temíamos, llegó, mi auto no quiso andar más. Tenía el número de teléfono de un
sobrino que era muy buen mecánico; corrí inmediatamente a la cabina telefónica
más cercana y por teléfono, le expuse el caso y las características de la
falla. “Tío -me dijo con el tono cariñoso que yo conocía-, no puedo ir…”, sentí
que mis esperanzas se esfumaban, mas, sin embargo, siguió hablando y escuché su
voz que con mucha seguridad me dijo: “Dame la dirección de donde estás
accidentado; voy a enviarte a mi ayudante; él lo hará como si fuera yo…” Así
fue, el ayudante vino; me sorprendió su pericia, amabilidad y hasta su
familiaridad, también me llamó tío; al preguntarle por sus honorarios, quizás
él, calculando que yo no tendría dinero conmigo, me dijo en un tono
comprensivo: “Tío, no se preocupe, su sobrino pagará la cuenta…”
JESÚS, la noche que
fue entregado a sus enemigos, hizo algunas promesas a sus amados discípulos
para que la tristeza de su partida no fuera mayor. Entre sus promesas estuvo la
referente al envío de la persona del Espíritu Santo a la tierra. El Espíritu
Santo sería el parakletos, el
Ayudador, el Administrador, el Abogado,
el Comandante en Jefe de la Iglesia del Señor, hasta la consumación de
los siglos de la presente era de la gracia. Aquella promesa fue cumplida el Día
de Pentecostés en Jerusalén, desde ese día está con nosotros como Comandante en
Jefe de la Iglesia del SEÑOR.
Ciertamente, el
Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu
Santo. Definitivamente, el Espíritu Santo, no es una sombra vaga, etérea;
tampoco es una fuerza activa impersonal. Como persona, el Espíritu Santo tiene
intelecto infinito (1 Corintios l2:11); voluntad perfecta y santa (Romanos 15:16), y sentimiento (Romanos
15:30). El Espíritu Santo y la Palabra de Dios nos producen el nuevo nacimiento
(Juan 3: 3; 1 Pedro 1:23-25); el Espíritu Santo nos bautiza dentro del cuerpo
de Cristo: Su Iglesia (1 Corintios 12:13). En resumen, el Espíritu Santo vino
desde el cielo para glorificar al Hijo, a JESÚS; él nos ayuda y nos recuerda a
cada instante, quiénes somos y qué hacemos en esta tierra.
¿A que vino el Señor
JESÚS a esta tierra? Él mismo nos da la respuesta: “Porque el Hijo del Hombre
vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). ¿Por qué envió
el SEÑOR Resucitado, al Espíritu Santo?:
“Pero, en realidad, es mejor para ustedes que me vaya porque, si no me
fuera, el Abogado Defensor no vendría. En cambio, si me voy, entonces se lo
enviaré a ustedes. Y, cuando él venga, convencerá al mundo de pecado y de la
justicia de Dios y del juicio que viene. El pecado del mundo consiste en que el
mundo se niega a creer en mí. La justicia está disponible, porque voy al Padre,
y ustedes no me verán más. El juicio vendrá, porque quien gobierna este mundo
ya ha sido juzgado.” (Juan 16:7-11,NTV).
¿Qué hacemos hoy los
cristianos nacidos de nuevo en esta tierra? Alcanzar al mundo para Cristo a
través de los millones que hemos sido salvos, porque esa es la pasión
evangelizadora y misionera, que el Espíritu Santo hace arder en nuestros
corazones, hoy.
¡No hay tiempo que
perder, el Abogado Defensor vino, y está con nosotros y nos dice: hagámoslo!
PADRE ETERNO
Gracias por dejarnos el Espíritu
Santo como la brújula que nos mantiene en la ruta a todos tus hijos nacidos de
nuevo por Su poder y Su gracia. Quiero en este instante confesarte que no somos
capaces de avanzar en la vida del cielo que nos has dado. Espíritu Santo, llénanos
de ti para poder vencer en cada momento de este día y siempre. En el nombre de
JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Alabe a Dios por dejarnos su
Santo Espíritu, y pídale que le guíe a ser un testigo eficaz para alcanzar a
muchas personas con el mensaje del Evangelio.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio
de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual
pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por
aprender?
¿Existe alguna bendición para
disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por
obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para
llevarlo conmigo?
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