Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: Apocalipsis:
22:12-21
El Espíritu y la esposa dicen: «Ven». Que
todos los que oyen esto, digan: «Ven». Todos los que tengan sed, vengan. Todo
aquel que quiera, beba gratuitamente del agua de la vida. Apocalipsis 22:17 (NTV)
En
los tiempos de JESÚS, cuando los hombres acaudalados celebraban una gran fiesta
cursaban dos invitaciones. La primera era la noticia preliminar, contenía la
invitación y las indicaciones para que los invitados hicieran los preparativos
necesarios para asegurar la asistencia; la segunda invitación, informaba que la
fiesta estaba lista, y que los invitados debían acudir; era un honor ser
invitado por aquel anfitrión tan importante y una ofensa rechazarlo. Así pues,
podemos decir que, ese Anfitrión, esa gran cena y los invitados a ella,
representan la gracia divina. Hoy, Dios está celebrando una gran cena y nos
invita a ella; llegará el momento en que el tiempo de la gracia habrá terminado,
y sólo los que acudieron a la invitación, disfrutarán de la gracia de Dios para
siempre.
Si
estás dispuesto a investigar más de la gracia, le comparto una ilustración: En
la película premiada con un Oscar, “El banquete de Babette” -no es una película
cristiana-, se argumenta una historia del contraste en el plano religioso del
legalismo y la gracia. En efecto, pertenecientes a una rama del luteranismo
legalista, un pastor, con sus dos bellas y talentosas hijas reúne en un pueblo
de Austria a su congregación. Sus feligreses lo aman; él forma con ellos un grupo
que se aísla de la sociedad. Todos visten de negro, consumen una misma comida
que consiste en pescado y papas sancochadas, aderezada con cerveza y pan. Sólo
se cantan himnos, y algunos de ellos cuyas letras prometen un gran futuro en la
Nueva Jerusalén.
Pues
bien, el pastor muere y en su lugar, quedan sus dos hijas: Martina, llamada así
en honor de Martín Lutero, y Phelippa, en recuerdo de Felipe Melancton, dos
grandes héroes de la fe. Todo está lleno de austeridad. Sin embargo, el pecado
ha hecho entrada entre ellos, y con los años, las raíces de amargura han hecho
estragos en las relaciones de los lugareños.
Se
introduce en la historia, una francesa de nombre Babette, que viene huyendo de
la guerra de Francia, en donde ha
perdido todo lo que poseía; la mujer, en una fría noche de invierno, en medio
de un torrencial aguacero, llega a la playa cercana de aquella secta. Es casi
la medianoche cuando toca la puerta de la casa de las hermanas Martina y
Philippa; Babette les pide posada, y durante 12 años les sirve sin cobrar nada
por ello, sólo recibe hospedaje y comida. Una inesperada circunstancia, pone en
las manos de Babette, ¡diez mil francos! Las hermanas se alegran de que Babette
sea rica, pero saben que con ese dinero ella saldrá a vivir una nueva vida,
lejos de ellas, pero, sorprendentemente, Babette se queda con ellas y como
celebrabarán el centenario del natalicio del pastor, Babette les promete hacer
una gran cena al estilo francés. Así lo hace y en la fecha establecida, 15 de
diciembre, entre los recelos de las hermanas y de los feligreses, sirve un
banquete inolvidable. Los invitados acuden, entre ellos un general que en
tiempos anteriores había cortejado a Martina; este general, había visitado en
París un famoso restaurante llamado el “Café Anglais”, en donde la jefa de la
cocina era una mujer. Los aldeanos empiezan a degustar aquella comida tan
diferente a los que por tantos años habían saboreado; habían acordado no
preguntar nada sino comerla toda. Todos los aldeanos hacen en la mesa lo que ven
hacer al general; solamente él va comentando cada plato y cada bebida; a medida
que la cena va avanzando, los feligreses se confiesan unos a otros sus faltas y
se piden perdón. Termina la fiesta, y en medio de la nieve se pierde el
carruaje del general… se ve el cielo azul y estrellado en el horizonte.
En “El
banquete de Babette” la penúltima escena es inolvidable: afuera, los ancianos,
como niños se toman de las manos alrededor de la fuente, y cantan en medio de
la noche los cánticos de su fe y de esperanza. Es una escena que refleja que el
banquete de Babette les había abierto la puerta a la comunión y la paz unos con
otros, y había comenzado en la aurora, el despertar de la gracia. Como lo dice
la autora del libro en el cual se basó la película, Karen Blixen, los
feligreses se sentían, “como si de veras sus pecados hubieran sido lavados, tan
blancos como la nieve, y en este atuendo de inocencia recuperada, estuvieran
brincando como corderillos”.
En
la escena final se ve a Babette sentada y la cocina en completo desorden. Ella
luce satisfecha, había honrado a sus visitantes con una gran cena. “Babette,
fue una escena encantadora”, le dice Martina con gratitud. Babette, que había
cocinado por 12 años la misma comida en aquella casa, añade: “Yo fui la jefa de
cocina del Café Anglais”. Las hermanas piensan que Babette se regresará a París,
pero Babette, les dice: “He gastado todos los diez mil francos en esta cena, ¡no
se asombren! Eso cuesta una cena como ésta en el Café Anglais” ¡Los comensales
no habían pagado nada, tal y como la gracia: gratis pero no barata!
¡Qué
ilustración! Así Dios, por su gracia, sin que nos cueste nada a nosotros, nos
invita a la salvación. El Señor
nos invita a Su cena. Así se unen las dos caras de la gracia para que
sea efectiva: La gracia da, la fe recibe. ¡Ese es el banquete de la gracia!
Oración:
Amado Padre Celestial:
Gracias Señor porque un día viste que yo no tenía, por
mí mismo, ningún mérito para llegarme a ti; pero por tu gracia me invistas a tu
cena y me diste el nuevo nacimiento para poder disfrutarla por medio tu amado
Hijo, lleno de méritos, “lleno de gracia y verdad”. Ayúdame a decir a los demás
que hay Vida en JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La salvación por gracia se desprende de la invitación
que Dios nos hace a través de JESÚS. Usted está invitado a este gran banquete
de la gracia; no ponga excusas y honre al Anfitrión.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento a obedecer?
¿Existe
algún pecado a evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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