Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: Salmos 115:1-18
Mi
inolvidable hermano Jesús Bolívar y yo, hicimos un viaje exploratorio para
realizar una Marcha Evangelizadora por los andes venezolanos. Llegamos a
Mérida, allí los misioneros estadounidenses Eugenio y Eva Kimler, fueron
nuestros anfitriones. Recién
comenzaba la obra bautista en aquella ciudad. Nos invitaron a subir por el
teleférico a la altura mas elevada de nuestro país Venezuela, el pico Bolívar
(4.978 metros en la Sierra Nevada de Mérida). La misionera María Galíndez, nos
guiaba. Mi amado hermano Jesús Bolívar, exclamaba sobre el paisaje: “¡Qué
belleza, María y hermano Francisco, aquí se ve la mano de Dios!” Por fin
llegamos al final de la ruta, estaba comenzando a nevar suavemente, y la
montaña se encontraba salpicada de blanco por todas partes. María Galíndez y
yo, vimos los saltos emocionados del hermano Bolívar, con su inseparable Biblia
gigante, decía sin importar la cantidad de gente que lo veía, con lágrimas en
sus ojos…¡gracias SEÑOR mío, cuán grande eres! María y yo, aprovechando aquel
templo natural, nos unimos al hermano Jesús quien sacó de su Biblia, las letras
de un himno y nos invitó a cantarlo con él e hicimos un trío improvisado y
entonamos, el precioso himno: ¡Cuán grande es Él! Escrito por el pastor sueco, Carl Boberg en 1885:
(HB#20, CBP, 1990).
I
SEÑOR mi
Dios,
al contemplar
los cielos,
el
firmamento y las estrellas mil;
al oír tu
voz en los potentes truenos
y ver
brillar el sol en su cenit:
Coro:
Mi
corazón entona la canción,
¡Cuán
grande es Él, cuan grande es Él!
Mi
corazón entona la canción,
¡Cuán
grande es el Él!, ¡Cuán grande es Él.
II
Al
recorrer los montes y los valles
y ver las
bellas flores al pasar;
al
escuchar el canto de las aves
y el
murmurar del claro manantial:
III
Cuando
recuerdo del amor divino
que desde
el cielo al Salvador envió;
aquel
JESÚS que por salvarme vino
y en una
cruz sufrió por mi y murió:
IV
Cuando el
señor me llame a su presencia,
al dulce
hogar al cielo de esplendor,
le
adoraré cantando la grandeza
de su poder y su infinito amor:
La
amada misionera María Galíndez y el hermano Jesús Bolívar, ya están en la
presencia de Dios, viviendo en plenitud celestial la cuarta estrofa de este
himno tan amado por la Iglesia del SEÑOR, aquí en la tierra.
Debe
ser claro para todo cristiano nacido de nuevo al menos una definición de la
mayordomía cristiana y sus implicaciones como esta: es el “empleo responsable,
bajo la dirección de Dios, de la vida, los talentos, el tiempo, y los medios
materiales en la proclamación del evangelio y en el servicio cristiano. Al
compartir el evangelio, la mayordomía encuentra su más elevado significado. La
mayordomía esta basada en el reconocimiento de que todo lo que somos y tenemos
viene de Dios como un depósito sagrado.” (Ideales bautistas).
Lo
cierto es que la gracia del SEÑOR y nuestra responsabilidad humana e histórica,
van juntos. El verdadero discípulo del SEÑOR, debe verse en este Salmo 115 del
rey David. ¡Gracias al SEÑOR ya no andamos en la idolatría de este mundo!,
frente a ídolos (vs.4-8), porque hemos depositado nuestra fe, confianza y esperanza
únicamente en el SEÑOR nuestro Dios (9-16), hemos renunciado a la adoración y
consulta a los muertos, horóscopos y fiesta de Halloween…(17,18) ¡Somos libres
para servir al SEÑOR con todo lo que somos y tenemos! Entendemos bien las
razones de nuestra verdadera mayordomía y a la pregunta:
¿Po
qué Dios es SEÑOR? Respondemos con la Biblia en la mano:
1. Dios es SEÑOR porque hizo
los cielos y la tierra.
2. Dios es SEÑOR porque Él
ha dado la tierra a toda la humanidad.
3. Dios es SEÑOR porque Él es Dios de vivos y no de muertos (Marcos 12:27): Los
muertos no pueden cantar alabanzas al SEÑOR porque han entrado en el silencio
de la tumba.
¡Si vamos
a hacer buenos mayordomos tenemos que hacerlo ahora para que Él reciba la honra
y la gloria y por medio de Su gracia,
traer a muchos al reinado eterno con JESÚS, SEÑOR de señores al final de los
tiempos!
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
¡Cuán grande eres! Con solamente ver lo que me rodea, sé que existes y
andas conmigo, y como tu rey David, no dejo de alabar y bendecir tu nombre. ¡Toda la gloria, la majestad, el poder y
la autoridad, son tuyos desde antes desde la eternidad pasada, en la eternidad
presente y en la eternidad futura! ¡Ayúdame a reflejar tu gloria en
todo lo que soy y hago para ti o para el prójimo que me rodea¡ En el nombre de
JESÚS. Amén!
Mayordomía es el
uso sabio de los recursos de Dios para hacer la obra que Él en Su gracia, me
ordena.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento
para llevarlo conmigo?
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