Francisco
Aular
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Lectura devocional. Romanos 3:21-26
Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que
es en Cristo Jesús. Romanos
3:24 (RV60)
En una
jornada de visitación casa por casa, tocamos la puerta de una familia. Nos
atendieron muy bien. En una parte de la conversación, el jefe de la casa nos
informó que había sido miembro de una iglesia en su país de origen pero que
tenía muchos años, apartado del compañerismo de una iglesia local. Les
visitamos varias veces, y un día nos dio la alegría de verlo con toda su
familia. Se quedaron con nosotros. Sucedió que en pocos años aquel hermano
llegó a ser uno de mis mejores colaboradores. Un día estábamos haciendo los
estatutos para nuestra congregación, nunca olvidaré su proposición. “Propongo
lo que teníamos en la congregación en donde nací, en mi país: 35 cosas que un
cristiano no debe hacer”. Afortunadamente, en la votación final de aquel
liderazgo, triunfó la gracia sobre el legalismo y esa larga lista que superaba
a los Diez Mandamientos no se aprobó, y el hermano en cuestión, sigue siendo
uno de los hombres más destacados en la nueva iglesia.
La gracia
es el regalo de Dios, y supera largamente las listas más minuciosas que las
religiones -inventadas por los seres humanos-, han hecho. Los fariseos
estrictos cumplidores de la ley, en los días de JESÚS, eran legalista, tanto
que los Diez Mandamientos lo había convertidos en 660, como ya lo sabemos;
sectas como los fariseos, han cometido muchos abusos al exigir obras para
merecer el perdón de Dios. La Ley que el Señor mismo le dio a Moisés, fue
superada con la venida de JESÚS: “Porque de su plenitud tomamos todos,
y gracia sobre gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia
y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:16.17 RV60). ¡Por Su maravillosa gracia Dios le ofrece la salvación al pecador! No es asunto
de merecerla porque si aún haber nacido, no habíamos hecho ni bien ni mal, en
la prehistoria del ser humano, Dios nos eligió para Él: “Según nos escogió en él antes de la fundación
del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él” (Efesios 1:4).
¡No soy apartado para Dios por cumplir los sistemas, planes y otras ocurrencias
humanas que muchas veces nos apartan de Dios! No. ¡Dios me ama desde antes de
que el mundo existiese y soy parte de Su plan! El único propósito para vivir
una vida santa es por la respuesta de mi fe al recibir la gracia reconociendo
que no he hecho ningún merito para ganarla; y también, por no ofender al Dador
de tanto amor. Aquí se hace una realidad el famoso soneto Al Cristo Crucificado,
escrito por un cristiano anónimo que experimentó la gracia: el amor sin límites.
No me mueve,
mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
¡Tú me
mueves, Señor!
Muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido;
muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido;
muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme en
fin, tu amor,
y en tal manera
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
y en tal manera
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes
que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Oración:
Amado Padre Celestial:
Gracias Señor porque un día viste que yo no tenía, por
mí mismo, ningún mérito para llegarme a ti; pero por tu gracia me invistas a tu
cena y me diste el nuevo nacimiento para poder disfrutarla por medio tu amado
Hijo, lleno de méritos, “lleno de gracia y verdad”. Ayúdame a decir a los demás
que hay Vida en JESÚS. Amén.
Perla
de hoy:
La salvación por gracia se desprende de la invitación que Dios nos hace a
través de JESÚS. Usted está invitado a esta gran cena; no ponga excusas y honre
al Anfitrión.
Interacción:
¿Qué me
dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento a obedecer?
¿Existe
algún pecado a evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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