Francisco
Aular
Lectura
devocional: Efesios 2:1-10
VIERNES, 19 de octubre de
2018
Dios los salvó por su gracia cuando creyeron.
Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no
es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de
nosotros puede jactarse de ser salvo. Efesios 2:1-10 (NTV)
Gracia es una preciosa palabra de la doctrina cristiana. Gracia
es la provisión que se desprende del amor y la misericordia de Dios a favor del
ser humano perdido.
Verá,
vivo muy cerca del río Niágara cuyo destino es desprenderse en un salto de agua
que le da su nombre a las famosas Cataratas del Niágara. Por explicarlo de
alguna manera, todos nosotros al nacer biológicamente, nacemos en una corriente
pecaminosa cuyo destino final es la muerte tanto física como eterna.
Inevitablemente vamos hacia nuestra caída final. Pero la corriente tiene muchas
distracciones, entre ellas, hacernos creer que estaremos aquí para siempre.
Ahora bien, el propósito original de Dios, al crear al ser humano, es hacerlo
parte de Su familia. La condición que nos puso: la obediencia a Él. La Biblia
dice que nuestros primeros padres: Adán y Eva, desobedecieron. Nosotros, como
seres humanos, estábamos en sus hombros. Ahora bien, todo ser humano nace en un
estado de desobediencia. Déjeme decirlo, nace pecador.
En
efecto, viéndolo de esta manera se desprende una gran verdad: el ser humano no
es pecador porque peca, sino peca porque es pecador. Esto lo comprobamos al ver
al ser humano, en su estado natural, es egoísta, desobediente y orgulloso. Se
conforma en viajar en la corriente del río de este mundo y le ha dado la
espalda a Dios; se halla esclavizado por Satanás, y espiritualmente muerto en
sus delitos y pecados; está ciego y sus pensamientos y acciones están
oscurecidos para que la luz del evangelio no lo ilumine; está bajo el poder del
maligno, el mundo y la vanagloria de este mundo; en otras palabras el ser
humano es incapaz de salvarse a sí mismo y salir de esta corriente y hacerlo
consciente tanto de su muerte física –no estaremos en este mundo para siempre-
como la muerte espiritual. Muerte, en la Biblia, significa separación. La Biblia
habla de tres tipos de muerte: la muerte física, separación del alma del
cuerpo; muerte espiritual separación del ser humano de Dios y la muerte
segunda, separación eterna de Dios del alma que nunca nació de nuevo en este
mundo.
Pues
bien, Dios en Su gracia, se inclina a la orilla del río de este mundo, en
búsqueda del ser humano, a pesar de su corrupción moral y rebelión espiritual.
Es más, la Palabra dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna” (Juan 3:16 RV60) ¡JESÚS vino y adoptó nuestra mismo
cuerpo pero aunque anduvo en la corriente de este mundo, no se contaminó! De
hecho, la primera venida de JESÚS, Su nacimiento, lo celebramos en cada Navidad.
Pero Él, no era del mundo. Es el Regalo de Dios, la Vida Eterna. Por eso, dijo:
“Yo soy el camino, y la verdad, y la
vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6 RV60).
Entiéndalo bien, JESÚS no vino a condenar al ser humano, porque el ser
humano ya está en el río de la condenación de este mundo. JESÚS, vino para
sacar al ser humano de este mundo y apartarlo para Él, para la Vida Eterna: “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo
para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él
cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha
creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: que
la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque
sus obras eran malas” (Juan 3:17-19 RV60).
¿Por qué Dios hace esto? Nada más que por Su gracia. La salvación no es el
resultado del mérito o logro humanos, sino por el propósito y su iniciativa
divinos. De ninguna manera se obtiene por mediación sacramental o por
superación moral, sino que es dada desde un principio y hasta el final por Su
misericordia, Su amor y Su poder divinos. La salvación del ser humano es del
Don gratuito de Dios por medio de nuestro amado JESÚS y por Su muerte en el
Calvario. Intentar ser salvo por otros medios, es minimizar la obra del SEÑOR a
nuestro favor. Esta salvación está condicionada únicamente al arrepentimiento
hacia Dios -nos alejamos de Él, lo hicimos nuestro enemigo-, y la confianza en
JESÚS, el único puente entre un Dios santo y el ser humano pecador. ¿Qué hará o
se queda en el río de la muerte o se va por el Puente que es JESÚS?
La salvación, que viene por gracia y por medio de la fe en JESÚS como
nuestro Señor y Salvador, lleva al cristiano nacido de nuevo a la unión con JESÚS
que transforma la vida. Esta condición de hijo de Dios, no la perderá nunca.
¡Esta verdad nos hace libres! Esta nueva vida en JESÚS es caracterizada por una
vida de santidad y buenas obras. La misma gracia, que nos salvó sin merecerlo,
es la seguridad del perdón, la perseverancia y ayuda de Dios al vivir la vida
cristiana.
El hecho de que los cristianos nacidos de nuevo tengan asegurada la
salvación final depende también de la preservación divina, el trabajo del
Espíritu Santo, la guía de la Palabra de Dios, el compañerismo con otros
cristianos y mi docilidad de un espíritu enseñable hacia la madurez en la vida
cristiana. Dios en Su gracia me salvó, Dios en Su gracia obrando en mi corazón
humano, me llevará de triunfo en triunfo y de gloria en gloria. Si Él en Su
gracia me ha dado tanto: ¿Cómo podré fallarle? Una cosa haré, hago mía la
expresión de Juan Wesley, el gran misionero inglés: “¡Viviré para Su honra y
gloria! ¡Aunque otros no lo hagan, yo lo haré!”
Oración:
¡Señor
estoy conmovido! ¡Las palabras no me salen! Solamente puedo decirte con mis
lágrimas de gozo: ¡Gracias por haberme sacado del río de la muerte y ponerme en
la Roca firme que eres Tú! Ayúdame a ser quien debo ser delante de Ti y en Tu
reino. En el nombre de mi amado JESÚS, amén.
Perla de hoy:
El
brazo que se arremangó y desnudo nos sacó del río de la muerte es fuerte para
mantenernos hasta el final.
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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