Francisco
Aular
Lectura
devocional: Juan 13:31-35
Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a
los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a
los otros. De este modo todos sabrán que son mis
discípulos, si se aman los unos a los otros. Juan
13:34,35 (NVI)
¡Yo he
visto el amor en acción y funciona! A pesar de que amar es un verbo instrumental que los humanos usamos para todo: amo
a mi patria, amo a mi perro, amo el deporte, amo la política y amo a mi
familia, ¡ah! y se me olvidaba, amo a Dios y me amo a mí mismo, sin embargo,
las frases que podamos utilizar,
¡no lo desgatan!, por el contrario, lo elevan y nos hacen darnos cuenta que
necesitamos amar más y que nos amen también; como alguien dijo: “Nadie es tan
bueno que no necesite ser amado, ni tan malo que no merezca nuestro amor”.
Algo
parecido ocurría con la palabra amor en los tiempos de JESÚS; el mandato era
muy antiguo: No seas vengativo con tu
prójimo, ni le guardes rencor. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo
soy el Señor (Levítico 19:18),
JESÚS rescata la frase “amor al prójimo”, la saca del baúl de los recuerdos, la
toma en sus manos, la pule, la corrige, la reedita y la pone en circulación desde
esa vez hasta el día de hoy; y así será por toda la eternidad: Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes:
la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor (1
Corintios 13:13).
En efecto, usted ve ese amor
funcionando en todo el libro de los Hechos de los Apóstoles y en las Cartas
Apostólicas que compones el Nuevo Testamento. En estos escritos se recuerda a
los cristianos, una y otra vez, que la única característica que debía brillar
para los de afuera era el amor: Amados
hijos míos, debemos amarnos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el
que ama es hijo de Dios y conoce a Dios (1 Juan 4:7). Sin duda, esta
concepción de la Iglesia como comunidad fundada en el amor, donde todos –con
sus flaquezas e imperfecciones- tienen cabida, fue el fermento y luego el poder
que impulsó el avance y la conquista de un mundo adverso. Prueba
de ello, es que en su Apología contra los
gentiles, Tertuliano nos ofrece un testimonio de primera mano sobre la vida
de los cristianos del primer siglo, allí leemos que los paganos, admirados de
la fraternidad que había entre los seguidores de JESÚS, murmuraban admirados:
“¡Mirad cómo se aman!”. ¡Hagamos que hoy se diga lo mismo de los cristianos
nacidos de nuevo!
Pues bien,
hoy podemos decir que el cristianismo en todas sus ramas practica el amor,
porque lo queramos admitir o no, ninguna tiene el monopolio del amor. Admiro a
los hombres y mujeres que han dedicado sus vidas al servicio del prójimo a
través de los siglos, los que fundaron instituciones y sociedades, y por amor
se lanzaron a la conquista de un mundo mejor. De vez en cuando, leo en la
prensa las fallas de algunos de ellos, pero no se menciona lo bueno que otros
miles han hecho a favor de los menos favorecidos.
Si usted
investiga la vida e influencia de JESÚS, observará que sus discípulos, a través
de los tiempos, convencidos de que Él vive en ellos, han predicados y vivido su
Mensaje delante de los demás seres humanos, y esto ha inspirado cambios en la
vida de hombres y de naciones; por el contrario, saque a JESÚS de la historia,
y la densa oscuridad y toda la maldad que habita en el ser humano, sale
indómita a corromper, matar y destruir.
He
militado, por más de cinco décadas, en la vida cristiana del Pueblo del amor.
Soy lo que soy debido a los que me han amado, y pasado por alto mis debilidades
y flaquezas. Nadie podrá decir que abandoné en ninguna ocasión al pueblo del
amor, porque Dios también me ha dado la capacidad de amar y perdonar, y por
sobre todo, de hacerle caso a JESÚS y no a las malas inclinaciones de mi propio
corazón: Así como yo los he amado,
también ustedes deben amarse los unos a los otros. Este amor incondicional
del pueblo de Dios ha inspirado a los poetas por todos los siglos. Los dejo con
el poema “Oh amor de Dios” de F.M. Lehman; traducido por W.R. Adell.
Oración:
¡Oh, amor de Dios! su inmensidad
Ninguno puede comprender;
Abunda más que mi maldad,
Trasciende todo mi saber;
Es vasto en su extensión
Y más profundo que el mar;
Es una eterna dimensión
Que llega a todo lugar.
¡Oh,
amor de Dios! Brotando está
Inagotable
raudal;
Por las
edades durará,
Inmensurable,
eternal.
Si fuera tinta todo el mar
Y el firmamento un gran papel,
Si cada hombre un escritor
Y cada hierba un pincel,
Al describir su inmenso amor
Se secaría el mar,
Y el firmamento en su fulgor
No ofrecería lugar.
Un día todo pasará.
El mundo es sombra vana, sí,
Pues cada reino caerá
Y nada quedará aquí;
Pero la historia de su amor
Por siempre durará,
Y por los siglos su loor
Su pueblo
cantará.
(Himnos de fe y alabanza #42)
Perla
de hoy:
Pertenecer
al pueblo del amor es un privilegio eterno que se traduce en acciones prácticas
en esta vida, al identificarnos con nuestro prójimo en medio de la persecución,
el sufrimiento y las injusticias que todavía existen en nuestro mundo.
Interacción:
¿Qué me
dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento por obedecer?
¿Existe
algún pecado por evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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