Francisco Aular
Lectura devocional:
Colosenses 2:8-23
Cristo
es completamente igual a Dios, y reina sobre todos los espíritus que tienen
poder y autoridad. A ustedes no les falta nada, pues están unidos a Cristo. Colosenses
2:9,10 (LBLA)
Una de las
sorpresas que nos encontramos al leer las cartas de los escritores del Nuevo
Testamento es que ellos no practicaron la nueva fe, la fe cristiana, como una
religión al estilo del judaísmo -que era la religión que Dios había dado a sus
antepasados en el Monte Sinaí- con sus ritos bien elaborados, sus días sagrados
y hasta las comidas que debían consumir. El propósito de la Ley y de Moisés,
era acercar a los humanos, especialmente a los israelitas, a Dios; San
Pablo escribió sobre este tema: “Así que nadie los juzgue
a ustedes por lo que comen o beben, o con respecto a días de fiesta religiosa,
de luna nueva o de reposo. Todo esto es una sombra de las cosas que están por
venir; la realidad se halla en Cristo.” (Colosenses 2:16-17 NVI). En efecto,
nos sorprenden aquellos discípulos de JESÚS, ¡porque ninguno provenía de los
religiosos de su tiempo!, eran laicos. Aquellos primeros discípulos
describieron su nueva fe, como un estilo de vida que los cambió a ellos y
también al mundo que recibió aquellos hombres y mujeres que decían que JESÚS,
el que había muerto y resucitado: ¡Vivía en ellos!
Ciertamente, existe una unión
inseparable de JESÚS viviendo en el corazón de cada uno de de sus discípulos,
esta seguridad les da una victoria interior que no depende de lo externo; el
cristiano nacido de nuevo ya no tiene que andar buscando significados en un
mundo que va hacia su final; el cristiano nacido de nuevo por su unión con
JESÚS está completo; nadie le puede quitar esa unión dada por el nuevo
nacimiento, porque la vida eterna (zoé
aionios) está en él; el verdadero discípulo de JESÚS vive una vida
intercambiada con su Señor y Salvador, mediante esta nueva vida le damos a
JESÚS nuestros pecados, Él, a cambio, nos da su perdón; le damos nuestra
tristeza y Él nos da su gozo; le damos nuestras derrotas y Él nos da la
victoria; le damos nuestra debilidades y Él nos da su fortaleza; la damos
nuestra pobreza de espíritu y Él nos da sus riquezas; le damos nuestro miedo y
Él nos da su valor; le damos nuestro problemas y Él nos da la solución; por
último, le damos nuestra muerte y Él nos da su resurrección. Más, aun, Pablo
maravillado por esta unión con JESÚS escribió: “¿Quién
nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la
persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así
está escrito: “Por tu causa siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a
ovejas para el matadero!” Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores
por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que
ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo
presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo
profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que
Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.” (Romanos 8:35-39 NVI). ¿Quiénes
somos en JESÚS?: “Somos más que vencedores”.
Ahora bien, estas
cuatro palabras en español, se convierten en una en griego, y la repetían
aquellos cristianos: Upernikáo. Ni ayer, ni hoy ni nunca; nada ni nadie podrá
detener el avance del Reino de Dios, en esta tierra; por el nuevo nacimiento el
hijo de Dios, está unido a Cristo, es “carne de su carne y hueso de sus
huesos”. Por ello, la existencia de un cristiano nacido de nuevo, es un milagro
de Dios. Igualmente, lo es: la existencia de la Iglesia. Tanto en lo individual
como en lo colectivo, ¡soy victorioso en Cristo! Hoy salgo a la calle, alzo mis hombros y mi rostro con una amplia
sonrisa; hoy mostraré lo mejor de mí a lo peor de este mundo, no soy mío
pertenezco a JESÚS, mi pasión y triunfo, soy: ¡Más que vencedor!
Oración:
Amado Padre
Celestial:
En esta
ocasión te alabo con todo mi corazón por enviar a tu Hijo para llevarme a ti y
por vivir en mí, le doy el control de todo en el nombre de JESÚS, amén.
Perla
de hoy:
Tu decisión respecto a JESÚS
decide tu victoria o derrota.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe un algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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