martes, 31 de enero de 2017

La canción del apóstol Pablo al amor

Francisco Aular
faular @hotmail.com
Lectura devocional: 1 Corintios 13:1-8
1 Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá.(RV60)
¡La mejor canción al amor que he escuchado, escucho y escucharé! ¡Me deja sin aliento este poema eterno al amor! ¡Bravo mi amado Apóstol por estas notas que ponen en su verdadero sitio al amor!
¿Qué es el amor? Drummond, quien escribió mucho sobre el amor en la generación pasada, lo llamaba el summun bonun; el bien supremo. Muchísimo antes en este poema, el apóstol Pablo, en su brillante Capítulo de 1 a los Corintios Capítulo 13, demuestra que amor es superior a cualquier cosa que hagamos en esta tierra a favor del reino de Dios. En efecto, las quince características que el apóstol Pablo nos va a describir en este pasaje, es el amor “ágape” El amor que viene de Dios y se lo considera en muchas partes del Nuevo Testamento. Pero en ninguna otra parte de la Biblia el amor alcanza la dimensión y posición tan elevada como en la Carta a los Corintios. Un gran estudioso de los escritos paulinos dijo que este capítulo es “lo más grandioso, lo más fuerte, y lo más profundo que jamás escribiera Pablo.” Ciertamente, Pablo exalta el hecho de que lo más grande que un ser humano puede poseer es un carácter que proyecte este amor, como lo había hecho el mismo SEÑOR JESÚS. De tal manera que como discípulos e hijos de Dios, los cristianos nacidos de nuevo, podemos hacer muchas cosas, pero sin amor: nada somos.
En esta canción al amor, el autor deja bien sentada la supremacía del amor frente a los dones y cualquier otra virtud que el Espíritu Santo produzca en cada creyente. Comienza con el famoso “don de lenguas”, el cual tiene que ver como utilizamos nuestra boca y nuestra lengua. Debemos recordar que los griegos le daban mucha importancia a la oratoria y a la elocuencia; igualmente al hablar otros idiomas, y especialmente, los cultos esotéricos practicaban, la “glosolalia”, el hablar en lenguas. Así que no era extraño que algunos de los hermanos de corintios, también la practicaran. No obstante, Pablo advierte que “si hablo lenguas humanas y angelicales” y no tengo amor, puedo hacer un ruido ensordecedor inútil. En cambio, lo superior es utilizar a nuestra boca para la edificación de los creyentes con las palabras sazonadas por el amor de Dios que vive en nosotros. Comparado el don de lenguas con el don de profetizar o predicar, éste último es prioritario: “Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza edifica a la iglesia…mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas” (1 Corintios 14:3-4,5b RV60)
Por consiguiente, el cristiano nacido de nuevo, debe preguntarse ¿Qué hago en la tierra? Debe considerar en su respuesta el hecho que la vida humana es breve, vamos de paso. Los dones espirituales son herramientas para el “hacer” cosas para Dios; pero la llenura del poder del Espíritu Santo, y el fruto del mismo Espíritu, tienen que ver con el “ser”, con nuestro carácter o la manera en que Dios obra a través de de nosotros a favor de los demás, sobre todo en un mundo sin Dios, sin fe, sin esperanza y amor. El cristiano nacido de nuevo debe expresar el amor Dios que lleva en sí, desde que nació de nuevo:”Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos 5:5, RV60). En estos días de mi ya larga vida -moviéndome como un ser humano imperfecto en medio del pueblo de Dios- llego a la conclusión. Cualquier cosa que hagamos en el Reino de Dios, debe llevar la marca que muestre: la excelencia, belleza y el sello del amor de hacer todo para la gloria de Dios.
En consecuencia, nuestra fe no esta basada en nosotros mismos porque el objeto de nuestra fe como cristianos nacidos de nuevo, es Dios y Su bendita Palabra. ¡Esa seguridad no descansa sobre nuestros sentimientos, nuestras emociones –que cualquiera puede manipular-, sino en las miles de promesas que Dios ha dispuesto para quienes le amamos y servimos en Su Palabra para hacer, lo único que debemos hacer: salvar a los que no tienen todavía en ellos, el amor de Dios. Al llegar a la presencia de Dios, lo único que nos llevaremos será el amor que le hemos profesado a Él y a mi prójimo, por eso, haríamos mucho si nos aprendemos de memoria y vivimos esta canción de amor de Primera a los Corintios, escrita por el apóstol Pablo.
Oración:
Padre nuestro:
Ayudame a amar como tu amaste con tu amor silencioso y temerario. Darme por ti, valor hasta final, sin temor a sufrir en el Calvario. Que no sea yo el centro, sino tú, y tu amor por cada ser humano. En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
Cualquier cosa que hagamos en esta vida debe tener un solo propósito: mostrar el amor de Dios en nosotros.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Déjanos tus comentarios