Lectura devocional: 2 Crónicas 7:11-14
Si se humillare mi
pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y
se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y
perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. 2 Crónicas 7:14 (RV60)
Dios mediante, este año 2017 del 14-20 de agosto
en Barquisimeto, Venezuela, estaremos celebrando los 40 años de Marcha
Evangelizadora por Venezuela y el Mundo…¡Alabado sea el Padre! Aquí con toda
sinceridad y de corazón, honro la memoria de los hombres y mujeres que me han
acompañado, como los llamaba mi amado hermano Daniel Enrique Robayo Quintero:
“Mis escuderos en la oración”. Es verdad, sin la oración de nuestros escuderos, no hubiésemos llegado tan
lejos.
La Marcha Evangelizadora y la oración, es el
punto central de nuestra historia como movimiento y modelo de evangelización y
discipulado. Ciertamente, una de
las características principales de la Marcha Evangelizadora es que ante todo,
ha sido un movimiento de oración. No solamente la oración personal de sus principales
directores y siervos, sino de miles de hermanos y hermanas que nos han
respaldado en oración día y noche. En cuanto a esto, mi inolvidable maestro
de Biblia y compañero de oración en mis días de estudiante del Seminario, el
doctor Roy Lyon, dijo: “La oración es la llave del tesoro de las riquezas
espirituales de Dios. Por medio de ella, podemos recibir de nuestro Padre la
unción del poder y la dirección del Espíritu Santo. En la misteriosa
voluntad de Dios, la oración ha sido designada como la única comunicación
que uno puede tener directamente con el Padre, y según la voluntad de Dios, el
que no pide por medio de la oración, no recibe las bendiciones que pudiera
tener”.
Pero ¿qué es la oración? La oración es
simplemente tener compañerismo con el Padre celestial, y hablar con Él. Es un
acto tan sencillo y natural que generalmente es la práctica espiritual que
aprendemos a realizar desde niños biológicamente y tambien en lo espiritual.
Si en algo tenemos que hacernos como niños en la vida cristiana es en la
oración. Por ello, me encantan las oraciones de los nuevos creyentes, sin
palabras rebuscadas, sin entonaciones piadosas y con mucho gozo en su nuevo
corazón transformado, sencillamente, hablan con Dios. ¡Qué precioso es que el
Eterno se ponga a la distancia de nuestras oraciones!
La historia del hombre sobre la tierra desde
sus días en el Paraíso ha sido la posibilidad de tener comunión con el
Eterno. Adán dialogaba cada día con su Creador. No necesitaba la oración
porque la comunión era un hecho concreto y por lo tanto muy satisfactorio. Hoy
en día la principal manera de comunicarnos con Dios es a través de la
oración. El Nuevo Testamento enseña que cada cristiano nacido de nuevo, es
templo del Espíritu Santo. Para orar no necesita ir a ningún lugar, su propio
espíritu es el lugar santísimo en donde mora la divinidad. Lo grande y
hermoso es el privilegio que Dios nos brinda, pues, gracias a la muerte del
Señor Jesucristo tenemos “libertad para entrar al Lugar Santísimo por la
sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió, esto es,
de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos
con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones, de
mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin
fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió”
(Hebreos 10:19-22).
Pues bien, la oración es el vehículo
espiritual para realizar la obra en reino de Dios; acorta la distancia entre lo
humano y lo divino. En cuanto a los beneficios personales, la oración hace
vivir con provecho al que la practica; produce como resultado paz, serenidad y
quita la ansiedad en medio de las demandas normales de la vida. En la oración
depositamos nuestra fe en las promesas de Dios y en su Palabra, y confiadamente,
esperamos en él. La oración pone alas a la esperanza al saber que nuestro
omnipotente Dios tiene bajo su control y dominio todas las circunstancias de la vida. Orar es poner en contacto
lo finito con lo infinito en la búsqueda de fortaleza, recursos y la buena
voluntad del Eterno en lo que emprendamos para él. La oración es un mandato
que no debemos eludir porque estrecha nuestra amistad con Dios. En el cielo no
necesitaremos orar, porque teniendo a nuestro Dios cara a cara será lo máximo
de nuestra relación con él.
La marcha evangelizadora y cualquier otro
esfuerzo misionero es fruto de nuestra humillación delante del Rey, de orar y
buscar Su rostro y arrepentirnos del orgullo de querer hacer la obra en nuestra
propia fuerzas; sin embargo, Dios quiere hacerlo con nosotros y a pesar de
nosotros. ¡Gloria a tu nombre Señor!
Todavía recuerdo nostálgico un himno que
era favorito en mi congregación en mis primeros años de convertido, “Dulce
oración.” En realidad es una preciosa canción acerca de la doctrina de la
oración, encierra el privilegio, la responsabilidad, el propósito y el final
del vehículo de la vida cristiana como lo es la oración: ¡Cantémoslo otra
vez!
I
Dulce oración, dulce oración,
de toda influencia mundanal
elevas tú mi corazón.
Al tierno Padre celestial.
Al tierno Padre celestial.
¡Oh cuántas veces tuve en ti
auxilio en ruda tentación
y cuántos bienes recibí,
y cuántos bienes recibí,
mediante ti, dulce oración.
II
Dulce oración, dulce oración,
al trono excelso de bondad
tú llevarás mi petición
A Dios que escucha con piedad.
A Dios que escucha con piedad.
Por fe espero recibir,
la gran divina bendición
y siempre a mi Señor servir
por tu virtud, dulce oración.
la gran divina bendición
y siempre a mi Señor servir
por tu virtud, dulce oración.
III
Dulce oración, dulce oración,
que aliento y gozo al alma das,
en esta tierra de aflicción
consuelo siempre me serás
hasta el momento en que veré
hasta el momento en que veré
las puertas francas de Sión
Oración:
Padre
nuestro:
Perla de hoy:
La oración es línea abierta para obtener los recursos del cielo, los
cuales Dios ya tiene listo a favor de Su reino en la tierra.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún
pensamiento para llevarlo conmigo
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