Francisco
Aular
Lectura
devocional: Deuteronomio 4:15-29
Sin embargo, desde
allí, buscarán nuevamente al Señor su Dios. Y si lo buscan con todo el corazón
y con toda el alma, lo encontrarán. Deuteronomio 4:29 (NTV)
Yo era un joven de 15 años y trabajaba en un
estudio fotográfico llamado Luz y Sombra como ayudante y aprendiz y, debido a
que estábamos a unas pocas cuadras del canal Radio Caracas Televisión, muchos
artistas venían a fotografiarse al Estudio. Un famoso cantante venezolano de
aquellos días vino a fotografiarse para la portada de su disco a punto de
salir, cuando lo vi entrar corrí para estar lo más cerca de aquel hombre tan
admirado por mí. Resulta que el famoso cantante tenía un problema con su
apariencia, siendo jovencito había sufrido una enfermedad que le había dejado
muchas huellas en el rostro -no había problema porque en aquellos días cada
estudio fotográfico tenía un retocador- así que el cantante nos dijo: “¡Por
favor, quiten todos esos defectos de mi rostro!”, y diciendo esto, se marchó.
El dueño del negocio, casi siempre, en estos casos, expresaba un pensamiento
lapidario: “Este hombre nos pagará por un engaño.”.
¿Sabe por qué creo que la Santa Biblia es la
verdad? Esta bendita Palabra me dice lo que soy y como soy, pero nunca estaré
reconociéndome como quien soy hasta que me postre de rodillas delante de Dios
en oración, sin embargo, esto no es fácil, y Dios lo sabe: el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Por
eso, la oración es ante todo, un desafío a nuestro espíritu.
Menos mal que el Señor JESÚS viene a nuestro
rescate, porque el poder de la oración no radica en las palabras del orante,
sino en el poder de Aquel que escucha. La oración es el desafío que Dios mismo
nos hace para que mantengamos con Él un diálogo íntimo que se traduce en una
comunión, una amistad que permita al ser humano tener acceso directo a la
omnipotencia divina: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas
grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3; RV60). Carlos Spurgeon, el
gran predicador inglés del siglo pasado, dio una definición sobre la oración
que es una de mis favoritas: ”La oración es el delgado nervio que mueve los
músculo de la omnipotencia.”. ¡Imagínese usted qué gran privilegio y
responsabilidad tenemos al orar y al desafiar a otros a hacerlo! De ese mismo
parecer fue E.M.Bounds, escritor estadounidense de libros clásicos sobre la
oración cristiana que han hecho impacto en muchas vidas: “La oración es el
contacto del alma viviente con Dios. En la oración, Dios se inclina para tocar
suavemente al hombre, para bendecirlo e incluir todo lo que Él pueda planear o
el ser humano pueda necesitar.”.
El Señor JESÚS oró y desafió a la oración a sus discípulos.
Él dio varias razones por las cuales debemos hacerlo, especialmente cuando
nuestra fe es vacilante para enfrentar y vencer la oposición diabólica: “—Esta
clase de demonios sólo puede ser expulsada a fuerza de oración—respondió Jesús”
(Marcos 9:29; NVI); también pidió que oráramos para estar firmes en la fe hasta
cuando Él regrese: “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por
dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante
del Hijo del Hombre.” (Lucas 21:36; RV60); que oráramos para que sean suplidas
todas nuestras necesidades, de cualquier naturaleza -no los deseos-: “Y todo lo
que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis” (Mateo 21:22; RV60); para que
surjan nuevos misioneros y evangelizadores para la gran cosecha de un mundo
hambriento de Dios: “La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —les
dijo a sus discípulos—.Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe
obreros a su campo” (Mateo 9:37,38; NVI); igualmente JESÚS, a través de varias
ilustraciones o parábolas, resaltó la importancia y necesidad de la oración:
las diez vírgenes (Mateo 25); el viajero inoportuno (Lucas 11:5-10) y entre
otras, el juez injusto (Lucas 18:1-8).
Ahora bien, si alguien duda de la necesidad y de
la eficacia de la oración le bastaría con recordar que todos los grandes
acontecimientos en la Biblia están marcados por períodos previos de oración.
Esto era así, tanto en el pueblo judío del Antiguo Testamento como en el
cristianismo del primer siglo del Nuevo Testamento. La Escritura Sagrada es
abundante en ejemplo y en citas al respecto. Recordemos que la oración es ante
todo, un desafío que Dios nos hace, y Él allí, nos espera.
En efecto, la historia del cristianismo nos dice
que Dios conmovió y transformó naciones enteras, utilizando a los cristianos
nacidos de nuevo, llenos del poder del Espíritu Santo, con vidas de oración,
evangelizadores y discipuladores. Hoy como ayer, Dios nos desafía que lo
busquemos mientras lo podamos hallar: “Sin embargo, desde allí, buscarán nuevamente al Señor su Dios. Y si lo
buscan con todo el corazón y con toda el alma, lo encontrarán.” (Deuteronomio
4:29,NTV).
¡No nos engañemos a nosotros mismos como aquel
famoso artista de mi adolescencia! La Biblia y la oración nos retratan como
somos. Ahora bien, si alguien duda de la necesidad y de la eficacia de la
oración le bastaría con recordar que todos los grandes acontecimientos en la
Biblia están marcados por períodos previos de oración. Esto era así tanto en el
pueblo judío del Antiguo Testamento como en el cristianismo del primer siglo
del Nuevo Testamento. La Escritura Sagrada es abundante en ejemplos y en citas
al respecto. Recordemos que la oración es ante todo, un desafío.
Oración:
Padre nuestro:
¡Como cambian las cosas cuando acepto tu desafío para buscarte en
oración! Pasar una hora en tu presencia y en la comunión contigo, es poder para
mi espíritu y gozo para mi alma. ¡Las pesadas cargas de mis hombros caen, tu
refrescas mi alma con tu lluvia de amor y de esperanza! Caigo sobre mis
rodillas y siento que tus manos están sobre mí. Al levantarme, una frescura se
derrama en mi ser como el rocío sobre las flores del desierto. ¡Gracias Señor
por desafiarme a buscarte con todo mi corazón! Ayúdame Señor a prevalecer
delante de ti, y dame fuerzas para ayudar a otros. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de
hoy:
El desafío que continuamente nos hace Dios en Su
Palabra a la oración, tanto la personal como la colectiva, nos indica que no es
opcional y donde haya falta de oración, habrá falta de poder.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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