faular@hotmail.com
Lectura devocional: Colosenses 4:1-6
Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.
Colosenses 4:6
Podemos tener la razón en lo que digamos, aun con alto contenido de buena doctrina, y sin embargo, sin cortesía en la palabra, no daremos el efecto deseado. La cortesía nos enseña el hablar con gracia y sazón. ¿Qué es la cortesía? ¿Es la cortesía un arte perdido? Veamos.
Perdónenme, pero ilustraré esta verdad de la cortesía mediante una alusión personal a un hombre sencillo, mi padre, un humilde campesino, viví a su lado solamente nueve años, pero recuerdo su trato con las demás personas y con su familia; viajábamos del campo a la ciudad y por el camino nadie se escapaba de su saludo: “Buenos días don”, si era un hombre de edad, “buenos días señorita”… Niños al fin, mis hermanos y yo, llenos de curiosidad le preguntábamos: “Papá, ¿usted conoce a esa gente?”, “no, hijos –respondía, ¿no ven que no los llamé por sus nombres?”.
Todavía recuerdo cuando llegué al hospital en donde se encontraba grave, minutos antes de morir, yo saludé a mis familiares y a los amigos que estaban a la entrada del hospital, y jugándome con él le dije: —Papá, ¿y esa cantidad de gente que está haciendo fila para verlo?”, me sonrió y me dijo:
—“Hijo por algo será, por algo será…”. Esas fueron sus últimas palabras.
En efecto, al comportamiento amable, de buena educación, de buen trato con los demás, y al cuidado y respeto por las normas de urbanidad en el trato social, lo denominamos, cortesía. Sin duda, la cortesía nos dará grande dividendos aún cuando ya no estemos aquí. El Apóstol nos aconseja que entre los deberes de nuestra nueva vida en CRISTO, la Vida “Zoé”, el hablar con cortesía es fundamental. Como más tarde diría el predicador inglés Charles Spurgeon: “Que el sermón principal de tu vida lo predique tu conducta”.
No obstante, con un asombro grande, cada día notamos que la cortesía ha sido proscrita como una actitud burguesa o como una virtud secundaria, pasada de moda. Hoy sufrimos una sociedad con expresiones llenas de violencia, en las que la agresión menoscaba mucho lo que debe ser la vida normal de un ciudadano.
Mi anhelo es que volvamos a la cortesía, al buen trato con los demás, porque de todas maneras, vamos de paso por este mundo. Seamos corteses o no, de todos modos, moriremos. Si de todos modos vamos a morir, recordemos que la cortesía cubre las asperezas de nuestro carácter e impide que podamos herir a los demás mientras estemos aquí.
No prescindamos de la cortesía, ni siquiera cuando tengamos que responder a los seres humanos difíciles. Que la cortesía prevalezca sobre la grosería, el odio, el rencor, y que superemos los obstáculos que en el diario vivir tendremos que enfrentar; saquemos nuestra alegría interior, y expulsemos, muy lejos de nosotros, por inútiles, los sentimientos y acciones negativas.
Vale la pena repetir el consejo apostólico: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.” (Colosenses 4:6).
¡Adelante, siempre adelante!
Oración:
OH SEÑOR, DIOS DEL CIELO:
¡Qué bendición que por tu gracia estoy aquí! ¡Recibe SEÑOR mi alabanza en esta hora y siempre! ¡Tu vives en mí es lo más grande que el ser humano puede experimentar, habla SEÑOR a través de mí para responder a las asperezas de personas y un mundo sin ti! Haz que la cortesía con mi prójimo hable de ti! ¡Quiero vivir para tu honra y gloria! En el nombre de JESÚS. Amén!
Perla de hoy:
SEÑOR hazme vivir en tu Palabra y hablar lo que conviene a tu reino.
Interacción:
¿Qué me dice DIOS hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tus comentarios