El apóstol Santiago nos legó una doctrina muy práctica en su carta universal. En primer lugar, nos habla de dos tipos de sabiduría, la sabiduría humana que es “terrenal, animal, diabólica”, y la sabiduría espiritual que nos viene de lo alto es decir, del cielo.
Sin duda, en los días en los cuales vino JESUCRISTO a esta tierra, el mundo había llegado a la plenitud en varios aspectos: En lo religioso, en lo civil y en la sabiduría humana. Por eso, JESUCRISTO dijo: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado” (Marcos 1:15). Ciertamente, en el plano religioso brillaba como una luz en la oscuridad la Ley que DIOS había dado a Moisés en el Sinaí; en lo civil el Derecho Romano se imponía en todos los lugares del imperio romano; en la sabiduría humana es innegable el aporte de los griegos, sus filósofos simplemente iluminaban con la luz del conocimiento al mundo de la época.
Así que, JESUCRISTO vino en el tiempo perfecto de DIOS para llegar con Su mensaje de amor, fe y esperanza al mundo y con Él, la sabiduría divina, por lo tanto, el cumplimiento de la profecía: “perecerá la sabiduría la de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos” (Isaías 29:14).
En efecto, en JESUCRISTO tenemos la grandeza de la sabiduría divina. JESÚS en la Sabiduría verdadera, y teniéndolo a Él, lo tenemos todo. No es la sabiduría que el ser humano ha buscado y que siempre está corrompida por las limitaciones de él mismo, pecador y alejado de DIOS, con razón el SEÑOR dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).
Ninguno tan puro como JESÚS de Nazaret, Él es la paz, por lo tanto es la Sabiduría pacífica, lleno de la amabilidad en el cual, hasta los pecadores más hundidos en sus pecados, pueden mirar a JESUCRISTO y no temer Su rechazo, porque Él no rechaza a ninguno; JESUCRISTO es verdaderamente bueno sin dejar de ser justo; el pecador encuentra en JESUCRISTO una razón para vivir y morir, porque en Él no existe incertidumbre ni hipocresía. Con razón, el teólogo más profundo que hemos tenido, lleno de gozo, escribió: “Pero lejos esté de mi gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo” (Gálatas 6:14).
La sabiduría no es algo que poseemos, sino Alguien que vive en nosotros en el poder del Espíritu Santo: JESUCRISTO.
¡Adelante, siempre adelante!
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