La Biblia dice que, desde el principio DIOS creó el hombre o ser humano para trabajar con él. Sin embargo, el hombre escogió su propio camino y con ese camino a sus nuevos socios. Entonces, un abismo se estableció entre el DIOS SANTO y el hombre pecador. Pero el menosprecio que hizo el hombre a la dirección de DIOS no cambió el plan divino para el hombre.
Vemos a través del Antiguo y el Nuevo Testamento el desfilar de hombres y mujeres con los cuales DIOS trabajó para beneficio del mismo hombre. En realidad como lo dijera E.M.Bounds, hace más de un siglo:
“Los hombres son el método de Dios, la iglesia está buscando mejores métodos; Dios está buscando a hombres mejores”.
El SEÑOR JESÚS tomó la iniciativa al desafiar a Simón y Andrés para que lo siguieran, porque los necesitaba. Ellos estaban muy ocupados, pero fueron obedientes y le siguieron. Este acto de la voluntad de aquellos dos hombres los transformó para siempre. Poco sabemos de lo que ocurrió con sus bienes, sus esposas e hijos. A dos mil años de la existencia de aquel par de seres humanos, poco importa saberlo. Solo una cosa es importante: siguieron a JESÚS.
Cambiaron lo que perece por lo que permanece para siempre. ¡Qué poco valdrán nuestras posesiones en el tribunal de CRISTO! ¡Qué riqueza tendremos en aquel día cuando veamos el desfile de hombres y mujeres subir al cielo, porque han sido “pescados” por nosotros! Qué gracia la del SEÑOR al hacernos coopartícipes de tan grande bendición:
“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.” (Efesios 2:19, RV60).
Concluyo diciendo: El éxito en la vida cristiana consiste en escuchar al SEÑOR cuando dice: Sígueme, y obedecerlo. En la extensión del reino, no existe un cartelón que diga: “No hay vacantes.” Usted y yo somos importantes para Él. El fruto de un buen pescador es un buen pescado. El fruto de un discípulo es un buen discípulo. Somos pescadores de hombres.
¡Adelante, siempre adelante!
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