Escuché al Rabino Pynchas Brener, con su buen sentido de humor, explicarnos por medio de una ilustración los sufrimientos del pueblo judío. Él nos narró: “El abuelo judío le explica a su nieto, la historia de su pueblo, y especialmente se detiene a narrarle el hecho contemporáneo del Holocausto, del cual él es sobreviviente, y le muestra la marca que lleva en su brazo de aquella horrible experiencia.
El niño atento lo escucha, y de repente le pregunta: “¿Abuelito es verdad que nosotros los judíos somos el pueblo escogido del SEÑOR?”, “sí -dijo el abuelo emocionado-, entonces, el niño, con su lógica infantil, le dijo: ¿No será tiempo ya de que Él escoja a otro pueblo?”. Todos reímos. Sin embargo, la verdad sea dicha, ese comentario es correcto. Como pueblo escogido de DIOS, hoy Israel todavía es noticia, y lo será hasta el final de la historia.
El pasaje devocional de hoy, ubica al pueblo judío cautivo por los babilonios, y también, el cumplimiento de lo dicho por el profeta Jeremías, muchos años antes. Aquellos hombres, mujeres y niños habían sido esclavizados por setenta años, entonces, el rey Ciro les da permiso para que se regresen a Jerusalén y reconstruyan el templo, símbolo de su religión y de su nacionalismo. Así, millares de esclavos judíos salen de Persia y marchan hacia Jerusalén. Aquello fue una resolución maravillosa del rey Ciro, en la cual, un gobierno pagano le dio la libertad a sus esclavos, y autoriza la salida del pueblo de DIOS de su reino, y al mismo tiempo, cumple con una profecía que Jeremías había anunciado.
Nosotros, los cristianos nacidos de nuevo, en un tiempo, fuimos esclavos de los poderes de las tinieblas, “muertos en nuestros delitos y pecados” (Efesios 2:1,2); estábamos ciegos por Satanás y sus demonios (2 Corintios 4:4); nuestra condición era de encadenados por el diablo Timoteo 2:26); y no hay duda, también estábamos bajo el poder y el control de maligno (1Juan 5:18), entonces, apareció en escena nuestro SEÑOR JESUCRISTO y nos dio libertad (Lucas 4:18,19); un buen día, tomamos una resolución maravillosa fuimos a JESÚS, nos arrepentimos de nuestros pecados, y Él nos dio el perdón de nuestros pecados, Su presencia en nuestras vidas, el poder de ser hechos hijos de DIOS, y un propósito para el cual vivir mientras estemos en esta tierra. ¡Bendito y alabado sea Su nombre!
Por resolución maravillosa de DIOS, Él nos sacó de las tinieblas y nos dio la libertad de hacer lo que a Él le agrada. ¡No volvamos a la esclavitud!
¡Adelante, siempre adelante!
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