Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura
devocional: 2 Timoteo 3:14-17
Toda la Escritura es
inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos
ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados y
nos enseña a hacer lo correcto. 2 Timoteo 3:16 (NTV)
Existe un DIOS, y
solo Él es viviente, verdadero, eterno e inmutable. Seguidamente tal afirmación
como la anterior nos invita a preguntarnos: ¿Cómo el ser humano puede conocer a
DIOS? Él nos dejó su revelación en el precioso LIBRO de los libros, la Biblia.
En efecto, la Biblia fue escrita por hombres divinamente inspirados por el
Espíritu Santo. Es un tesoro perfecto de instrucción divina, de elevados
principios, de incorruptibles valores. DIOS es Su Autor, su propósito es la
salvación del ser humano, y su tema es la verdad, sin mezcla alguna de error.
No es un libro religioso solamente, es mucho más; es manantial de vida que
sacia la sed del espíritu; es pan que nos alimenta el alma; es la disciplina
que ejercita a nuestro cuerpo para ofrecerle a DIOS un sacrificio vivo y
agradable, mientras vivamos en esta tierra.
De igual
importancia es la verdad que las generaciones y pueblos que han aplicado sus
principios, y han sido fieles a sus estatutos, han prosperado, tanto en lo
espiritual como en lo material. Por tanto, como dijera el apóstol Pablo: “Todo
lo que está escrito en la Biblia es el mensaje de Dios”, por lo cual, toda la
Biblia es totalmente verdadera y confiable. Igualmente, la Biblia revela los
principios por los cuales DiOS nos juzgará. Sí, ciertamente la Biblia es la
norma suprema por la cual toda conducta, credos, y opiniones humanas deben ser
juzgados. Además de todo esto, los sesenta y seis libros de la Biblia
testifican de JESÚS, Él mismo es el centro de la revelación divina.
En consecuencia,
en esta hora de mi vida, no quiero apelar a lo que otros han dicho sobre la
Biblia, vendré a mi propio testimonio de lo que este maravilloso manual de
sabiduría divina ha sido en mi vida. En efecto, hace más de 56 años, guiado por
el Espíritu Santo, y con la Biblia abierta delante de mí, hice mi entrada por
las doradas páginas del Génesis, y presencié en el espíritu, el mover del
Todopoderoso en los lejanos días de la Creación. De pronto me encontré en la
galería de los famosos de DIOS: Noé, Abraham, Isaac, Moisés, Rut, Nehemías,
Ester, y el filósofo Job con su tratado inmortal sobre el sufrimiento humano y
la fidelidad de DIOS.
Luego, escuché los
hermosos acordes de la sinfonía del libro de los Salmos, allí el rey David era
el director de la filarmónica celestial. Inmediatamente, llegué a la oficina de
asuntos comerciales de Proverbios con su lema: “La justicia engrandece a la
nación, más el pecado es afrenta a las naciones”. Escuché la voz poderosa del
predicador en Eclesiastés, cuando aconsejó: “El fin de todo el discurso oído es
este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del
hombre”. De allí fui al palacio del rey Salomón y lo encontré en el Cantar de
los Cantares, cantándole al amor entre un hombre y una mujer: “Ponme como un
sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; porque fuerte como la
muerte es el amor”. Después, me encontré en el famoso observatorio de las
profecías, y allí en reunión con los Profetas mayores y menores, examinamos en
la gran pantalla, y escuchamos una voz, que nos dijo: “Mas a vosotros los que
teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y
saldréis, y saltareis como becerros de la manada”.
Acto seguido y atravesando
el jardín, presencié el nacimiento del REY de reyes y SEÑORES de señores en
Mateo. El telegrama de DIOS enviado al ser humano en el libro de Marcos: “El
tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed
en el evangelio”. La compasión del Hijo del Hombre en Lucas: “Porque el Hijo
del Hombre vino a buscar y salvar lo que se había perdido”. (Lucas 19:10). La
divinidad de JESÚS en Juan: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con
Dios, y el Verbo era Dios”. (Juan 1:1). La ascensión de JESÚS y la venida del
Espíritu Santo en Los Hechos. Fui al Seminario Teológico cuyo Rector es el
doctor Pablo de Tarso, y toda la sistematización de la obra de Dios y el
nacimiento del Cristianismo, tratados en 13 cartas. Me encontré de pronto con
Las Epístolas Generales de Hebreos, Santiago, 1 y 2 de San Pedro, 1, 2,3 de San
Juan, y por último San Judas, el hermano del SEÑOR.
Ahora bien, todavía
no salía de mi asombro, pero me esperaba el broche de oro de toda la Biblia, el
Apocalipsis. Que nos muestra el fin de la historia como la conocemos, y el
descenso desde el cielo de la Nueva Jerusalén. ¡Allí estaba el Cordero de DIOS,
JESÚS con todo su poder, majestad y gloria! Caí de rodillas y me uní al canto
nuevo que entonaban los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos:
“¡Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza
y la sabiduría, la fortaleza y la honra, la gloria y la alabanza!”
(…)” ¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, sean la alabanza y la
honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos!” (Apocalipsis 5:
12,13). Desde entonces, siento un amor supremo por la Biblia.
Oración:
Padre
eterno:
¡Gracias por
dejarme tu Biblia como el manual viviente que me condujo a ti! Ayúdame a
vivirlo para tu honra y gloria. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
El amor supremo por la Palabra
de DIOS nos lleva a oírla, leerla, estudiarla, memorizarla, meditarla y a
vivirla.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por
medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la
cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por
aprender?
¿Existe una bendición para
disfrutar?
¿Existe un mandamiento por
obedecer?
¿Existe un pecado por
evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo
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