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Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y
en verdad. 1 Juan 3:18
Se ha dicho que al final del primer siglo del Cristianismo, un
anciano acostumbraba a visitar las congregaciones, al reconocerlo los líderes
de la iglesia, con frecuencia, le daban la oportunidad de decir algunas
palabras a los feligreses. Solemnemente se ponía de pie, con su báculo golpeaba
el suelo, mientras decía: “Ámense los unos a los otros”, y todos respondían:
Amén. Aquel anciano era el apóstol Juan. Con razón es conocido como el apóstol
del amor.
Cuando el Apóstol afirma que los cristianos “no amemos de palabra,
sino de hecho y en verdad”, está diciendo que nos relacionemos de tal manera
que podamos ayudarnos los unos a los otros. ¿Cómo podemos hacer esta verdad
bíblica una realidad en nosotros? Veamos.
Existen en el griego –el idioma original del Nuevo Testamento- al
menos cuatro palabras diferente para el verbo amar. El amor “ágape” lo llamo el amor bíblico porque
es el mismo amor de Dios derramado por Su gracia en nosotros, de tal manera que
lo podemos compartir con otros: “porque
el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo
que nos fue dado.” (Romanos 5:5b,RV60). Ciertamente, el amor sólo se puede mostrar cuando lo ponemos en
acción. Será muy difícil encontrar la felicidad, si todo lo que poseemos y
mostramos es un monumeno es el egoísmo en nosotros mismos. En cada uno de
nosotros habita tanto el deseo de amar como el de ser amados. Pero el amor es
importante en la medida que nos relacionemos con los demás, sin la relación de
los unos con los otros no puede circular el amor. Así el amor sólo fluirá en
mí, si lo pongo en acción con los demás. De lo contrario, se convierte en
egoísmo que a la postre será como el Mar Muerto, que recibe pero no da.
Una persona que es capaz de amar y darse, sin esperar nada a
cambio es la mejor imagen de nuestro SEÑOR JESÚS. Creo que el amor nos mantiene
jóvenes y llenos de ilusión, porque la juventud se mide por el esfuerzo y su
actividad a favor de los demás. En el otro extremo está la ancianidad, no
existe nada más bello que ver a un anciano, como el caso del apóstol Juan,
sobre cuya persona flota una sensación de vida y frescor, por su insistencia
sobre el amor.
A veces palpamos en nosotros un amor que fluye hacia todo lo que
existe y que respira, especialmente hacia el pueblo de Dios, nuestra familia
espiritual aquí en la tierra. Eso se debe a que la Biblia dice que “Dios es
amor”, y también dice, lo repito nuevametente, que ese amor “fue derramado en
nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Romanos 5:5). De tal manera que
todos, sin excusa alguna, podemos amar: El amor de Dios nunca deja de ser y
está en el corazón de Sus hijos ¡Pongámoslo en acción!
Oración:
PADRE ETERNO:
¡Gracias por amarnos y perdonarnos, solamente por tu
gracia! Haz SEÑOR que nosotros que somos tus discípulos, mostremos en todo
momento y circunstancias que has derramado tu amor en nosotros. En el nombre de
JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Pase lo que pase, el
amor y el perdón son vencedores
Interacción
¿Qué me
dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento por obedecer?
¿Existe
algún pecado por evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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